No podemos olvidar que el candidato presidencial colombiano Gustavo Petro, hizo presencia en Barcelona el primero de octubre del año pasado, respaldando con vehemencia el referendo separatista de Cataluña que es una comunidad autonómica de España, y aunque el presidente de esa provincia en ese entonces, Carles Puigdemont fracasó en el intento por las acciones de gobierno español; lo que queda claro es que Petro como amigo del separatismo en España lo podría aplicar perfectamente en Colombia, porque sería de mucha incoherencia hacer apología del secesionismo en otros países cuando en su nación quiere conservar la unidad.

Si Petro quiere ser coherente con su actuación en Cataluña, debería plantear también un referendo en Colombia para saber si los ciudadanos en los diferentes departamentos desean hacer parte del país, y saber si estamos a las puertas de la desintegración nacional en un eventual gobierno de Petro.

La balcanización que es un proceso de fragmentación o división de un Estado, termino surgido a raíz de los conflictos en la península balcánica en los años 90 del siglo pasado, le podría ocurrirle a Colombia en un gobierno de Gustavo Petro si es consecuente con su actuación en España, cuyo gobierno debe mirar con recelo al candidato que es apoyado por el partido comunista y la unión patriótica.

¡Preparasen! paisas, costeños, vallunos, santandereanos, llaneros, pastusos, tolimenses, cundiboyacences y los habitantes de todos los departamentos, ya que con Petro en pocos años según su ejemplo en Cataluña no tendremos la unidad nacional, sino su desintegración, algo que le vendría muy bien a los cultivos de coca, pues ese marasmo le serviría a las mafias para ampliar su influencia y en cambio de la nación colombiana se tendrían muchos narcoestados.

Lo que todavía no se puede precisar es ¿cuál será el Estado que gobernara Petro ante la balcanización de Colombia? Porque de acuerdo a las enseñanzas marxistas, como diría el sátrapa de Lenin: “salvo el poder todo es ilusión”, o como alguien contaba únicamente como metáfora y de manera jocosa acerca de la Divina Comedia de Dante, que en el noveno circulo del infierno en estos momentos se encuentran los tiranos de Fidel Castro y Hugo Chávez de hinojos ante Satanás, besándole las pezuñas para que los deje gobernar en alguna parte de los infiernos, ya que los marxistas son enfermizos por el poder en todos los lugares.

Pero además de la misma manera que el doctor Gustavo Petro apoya la separación de Cataluña de España, que es una democracia, también sin ninguna excusa debería respaldar íntegramente que se independice el Tíbet anexado en 1951 por La China que es una nación manejada por una dictadura comunista, o la escisión de Chechenia de Rusia, además Petro debería respaldar el desprendimiento del Kurdistán que involucra a Iraq, Siria, Turquía e Irán y de paso para ser consecuente con el separatismo tendría que solidarizarse con la escisión del Estado Zulia en Venezuela y del Táchira, amén de las cientos de movimientos independentistas que hay en el mundo.

De acuerdo a las anteriores consideraciones es menester preguntarle al candidato Petro ¿si está de acuerdo con la desmembración de Colombia, ya que ha apoyado la separación de Cataluña? Claro que eso es como hablar de la soga en casa del ahorcado, pero en esta campaña electoral se debe superar la emotividad, la simpleza y la farsa e ir al fondo de los asuntos, pues al existir un candidato comprometido con el separatismo usando como coartada la autodeterminación de los pueblos, eso no puede pasar de agache y por eso se le debe plantear el debate al candidato Petro sin ambages, especialmente por parte de los llamados grandes medios de comunicación y los aspirantes presidenciales que siguen a la democracia liberal.

Gustavo Petro no es ni autogestionario ni libertario, ya que su avidez por el poder así lo demuestra y, al apoyar la división en España con Cataluña, pone de manifiesto su prosapia marxista con la consigna “respaldar todo lo que el enemigo combate y combatir lo que el enemigo apoya”, denotando que sigue siendo amigo de las contradicciones antagónicas en la sociedad y desde luego rechazando la concertación, por ello su postura en el caso de Cataluña da pie para pensar que la desintegración nacional en Colombia no sería algo traído de los caballos, sino una realidad que de acuerdo a las condiciones geopolíticas se podría dar, en donde jugarían las grandes potencias y los apetitos de la burocracia comunista internacional.

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Redacción Minuto30

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