Pequeña Corte.

Existe preocupación en un sector del Consejo de Estado con el desplazamiento lento e imperceptible de varios magistrados de la Corte Constitucional al máximo tribunal de lo contencioso administrativo.

El advenimiento a ese órgano del poder de magistrados como William Zambrano Cetina, Estela Conto Díaz del Castillo y Danilo Rojas Betancur, quienes no han podido ni han querido quitarse la camiseta de la Corte Constitucional, teniendo en cuenta que el Consejo de Estado es un ente de control de legalidad y constitucionalidad de la función administrativa, equivale a que los mencionados consejeros tienen montada allí una pequeña Corte Constitucional y lo más grave: están a la espera de que les llegue un gran refuerzo. Los consejeros se están encomendando al beato José Gregorio.

Deficiente servicio.

Cuando seguimos con el socorrido estatuto antitrámites, se debate por enésima vez en el Congreso de la República un conjunto de normas para extirpar de raíz el engorroso papeleo. Resulta bueno y oportuno recordarle a la Cancillería que en Medellín, hasta hace unos meses, el pasaporte le era expedido al peticionario en unas dos horas, máxime si el cliente tenía necesidad urgente de viajar sin pérdida de tiempo. Ahora el documento tarda una semana, en Bogotá. ¿Para dónde vamos, señora Canciller? ¿En qué país vivimos?

Aeropuerto insuficiente.

A la remodelación del aeropuerto El Dorado se le ha hecho una inversión multimillonaria, superior a los cálculos iniciales. Para el efecto se han propuesto ampliar la Avenida 26 y adecuarle su propio Transmilenio, pues esta arteria comunica a Bogotá y a Colombia con el mundo exterior.
Recordemos que por cuenta de estas obras se cayó el alcalde Samuel Moreno; tumbaron a su hermano, el senador Iván Moreno; se descubrió el descomunal fraude a las finanzas públicas; se destapó el vergonzoso contubernio entre políticos y contratistas y toda esta operación faraónica para concluir que el actual aeropuerto le resulta insuficiente a una metrópoli de su tamaño para darle la bienvenida a la nueva era del TLC con países como Canadá y los miembros de la Unión Europea, sin mencionar el tigre asiático.

Deficiente aeronavegación.

Cuando un pasajero llega de su casa u oficina al aeropuerto de Bogotá tiene que esperar pacientemente horas enteras para acceder al vuelo respectivo porque las pistas están ocupadas. Luego, se embarca en el avión y cuando está sentado en la silla asignada, durante el carreteo, se le avisa por el altavoz que el despegue se demorará otro tiempo por razones de fuerza mayor. Todo esto pasa en tierra.

Hacia Bogotá.

Cuando los pasajeros viajan a Bogotá desde diferentes destinos, las azafatas les anuncian a los ansiosos usuarios que el vuelo tardará una o dos horas más porque El Dorado tiene problemas de congestión. Agotado el tiempo de espera, cuando el aparato está próximo a aterrizar, viene un nuevo aviso de la tripulación con el “lamentamos informarles que sobrevolaremos durante un buen tiempo por la ciudad, mientras el aeropuerto supera problemas de congestión”.

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Redacción Minuto30

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