El aerografista Adriano Ayerbe, haciendo una pintura. EFE

La aerografía, técnica de pintura tradicionalmente usada en el sector automotriz, se abre paso en el mercado colombiano del arte con la creación de empresas y empleo calificado, bajo una visión realista de la imagen que ya reclama la industria de la publicidad.

El aerografista Adriano Ayerbe, haciendo una pintura. EFE

El aerografista Adriano Ayerbe, haciendo una pintura. EFE

El impulsor de esta iniciativa es el Centro de Experimentación Vial (Cesvi), una entidad privada que, de la mano del aerografista Adriano Ayerbe, enseña el oficio a estudiantes del estatal Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA).

«Luego de capacitarse, los chicos crean sus negocios de aerografía y se dedican a la pintura automotriz, aunque también pueden enfocarse a lo artístico con pintura corporal, fotografía, maquillaje, bodegones e ilustración», explicó Ayerbe en una entrevista a Colombia.inn, agencia operada por Efe.

Esta profesionalización ha llevado a que las agencias de publicidad y los estudios de televisión demanden trabajos de aerografía con resultados exitosos, agregó.

Así, el difícil comienzo que tuvo en 1893 el precursor de esta técnica, el acuarelista británico Charles Burdick, al que los puristas rechazaron por usar, en vez de un pincel, un aerógrafo o brocha de aire, hoy es vista con entusiasmo por quienes desde la pintura mecánica se reconocen como artistas y hacen negocios.

Lo que sí demostró Burdick y después el peruano Alberto Vargas, con sus desnudos realizados con aerógrafo en los años 40 del siglo pasado para la revista Playboy, es que para elaborar estas obras se debe ser ante todo un buen dibujante.

Y es que el primer paso es realizar un dibujo en papel, para después preparar los colores y aplicarlos desde el más claro al más oscuro.

El costo de la obra, una vez finalizada, «varía dependiendo del diseño, los materiales y el tamaño», apuntó el responsable de Cesvi.

«El capó de un carro puede costar alrededor de un millón de pesos (500 dólares) y una obra de 30×60 unos 500 mil pesos (250 dólares)», expresó Ayerbe.

Las producciones de los aerografistas colombianos que, según los expertos están dentro de los mejores de América Latina, se caracterizan por el cuidado en los detalles y su sorprendente realismo.

Por ello no es descabellado afirmar, sostuvo Ayerbe, que «hay talento de exportación y muchísimos artistas con intuición, que no tienen nada que envidiarle a colegas de otras latitudes».

Precisamente para que estos jóvenes puedan abrirse camino en el mercado internacional del arte, Cesvi inició el año pasado ciclos de seminarios con especialistas estadounidenses que les han enseñado nuevos procesos y herramientas.

«Lo que necesitan estos muchachos es que su trabajo sea valorado y que se les reconozca el esfuerzo que hoy en día hacen para ser auténticos en sus dibujos y no copiar el trabajo de otros», apuntó el aerografista.

Además, agregó, «teniendo en cuenta que lo que se busca es darles la posibilidad de tener un proyecto de vida gracias a la aerografía, es fundamental que exista el respaldo de los sectores público y privado para que puedan vincularse exitosamente en lo laboral y vivir de este arte». COLOMBIA.INN | Claudia Polanco Yermanos

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