A propósito del avión Airbus A-320 de la aerolínea alemana Germanwings, que el 24 de marzo pasado fue deliberadamente estrellado en los alpes franceses con 149 pasajeros a bordo, por el copiloto alemán, Andreas Lubitz, me vino a la memoria el recuerdo de los célebres kamikazes japoneses, que fueron los pilotos de la Armada Imperial Japonesa que en la segunda guerra mundial realizaban ataques suicidas contra la flota de los Aliados en el océano pacífico con el fin de hundir o detener el avance de estas embarcaciones hacia las costas de Japón, y cómo no relacionarlos, guardadas las proporciones, con varios acontecimientos ocurridos y que hacen pensar que los protagonistas de los mismos no han hecho cosa distinta que estrellar los destinos, las ilusiones, las esperanzas y los anhelos de cientos y de miles de personas.

Edwin Alejandro Franco Santamaría

Comencemos por recordar la primavera árabe, que nació, justamente, porque algunos gobernantes, políticamente, se suicidaron, y con ellos, los anhelos y los sueños de millones de personas que históricamente venían con necesidades insatisfechas como la falta de empleo, de justicia social y de oportunidades, sumado a ello unos índices altos de corrupción, falta de espacios y represión para la oposición y la fuerte militarización de los países. Los primeros en caer fueron Zine El Abidine Ben Alí, en Túnez, Muanmar al Gaddafi, en Libia, y Hosni Mubarak, en Egipto. Y en Siria, si bien Bashar al-Asad no ha caído todavía, hace rato estrelló el destino de sus habitantes.

Por nuestro vecindario el caso paradigmático de suicidio político, social y económico es Venezuela. Es suficientemente conocido que se trata de un régimen autoritario, en donde no se respetan las más elementales libertades individuales; los principales opositores políticos se encuentran detenidos y no se avizoran juicios con respeto al debido proceso y al derecho de defensa; la libertad de prensa y de expresión están diezmadas, pues los medios de comunicación no afectos al gobierno y críticos de éste están prácticamente desaparecidos, obviamente por razones atribuibles exclusivamente al presidente y a quienes lo secundan; no existe la clásica división de poderes públicos, aunque para un expresidente colombiano si existe esa división. Otro tanto hay que decir en el plano de las necesidades que padece el pueblo venezolano, que son bastantes, como el desabastecimiento de productos básicos como leche, azúcar, café, pollo, pañales, papel higiénico, medicinas. En lo económico, Venezuela se fue hace mucho por el despeñadero, miles de millones de dólares producto del petróleo despilfarrados, ragalados o esquilmados por los dirigentes chavistas.

Lo que sucede en Argentina es otro ejemplo de suicidio en nuestras latitudes. Tampoco es desconocido que el peronismo, en su versión kirchneriana, es el culpable de todos los males que hoy afectan a esta nación del sur del continente, otrora ejemplo en muchos ámbitos en el contexto internacional. Hoy, con una economía destruída, índices de desempleo altos, peleas con la prensa y muchos otros problemas, la señora Kirchner quiere emular el oprobioso régimen venezolano, y con el reciente desafortunado hecho de la muerte del fiscal Alberto Nisman, que se aprestaba a acusar a la presidenta Cristina Fernández de encubrir a cuatro iraníes acusados de estar implicados en el atentado realizado a la sede de AMIA en Buenos Aires, en donde hace 21 años murieron 88 personas, la jefa del ejecutivo ha quedado muy mal parada y políticamente desprestigiada. Afortunadamente su período termina este año y el timón de este país parece será asumido por el alcalde de Buenos Aires, Mauricio Macri, defensor de políticas distintas a las de la gobernante actual.

En escenarios distintos al político también encontramos suicidas, como ha ocurrido en los últimos años en Colombia, no es sino recordar a David Murcia Guzmán –DMG-, que montó un entramado, que bajo el pretexto de unos rendimientos económicos descomunales a los ahorradores y nunca vistos, terminó por hacerle infeliz la vida a muchos colombianos. Y él, pagando una condena en una cárcel en los Estados Unidos y en Colombia lo espera otra.

Más recientemente, se tiene noticia del famoso caso de Interbolsa, una pirámide estrato seis, como fue denominado por un alto funcionario del estado, en el que, como se sabe, los directivos de esta captadora de dineros, Rodrigo Jaramillo, en detención domiciliaria; Tomás Jaramillo, hijo del anterior, detenido en la cárcel; Juan Carlos Ortiz, también detenido, y Víctor Maldonado, detenido en España y a la espera de ser extraditado a Colombia, se estrellaron con 340.000 millones de pesos, de aproximadamente 1300 personas, quienes con la ayuda de un liquidador, esperan recuperar, sino la totalidad, si la mayor parte del dinero captado.

Y si nos diéramos a la tarea de continuar con los casos de suicidio, encontraríamos muchos y de diversa índole, sólo cabe esperar que los descabezados que deciden acabar con su vida y la de muchas personas, aparezcan en escena con menos frecuencia; pero una cosa es segura, los kamikazes nunca faltarán.

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Redacción Minuto30

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