Jorge Mario Marino confiesa estar apenado; no por ir en toalla con tres lindas amigas a las 4 de la madrugada del sábado, sino por conducir borracho. Ya sobrio, es consciente de que expuso su vida y las de ellas en un “riesgo estúpido”, por el cual incluso terminó involucrado el nombre de su papá, el concejal Héctor Marino.

Lo primero que señala Jorge es que tiene 19 años y no 21, como dijeron las autoridades. Ya se había chocado 2 veces antes por manejar ebrio “nunca contra otra persona”.

Aunque sus amigos trivialicen lo ocurrido y lo enaltezcan como ídolo en Facebook, a él se le enrojece la cara y le palidece la voz cuando presenta disculpas públicas y explica los detalles de lo que parecía una noche de excesos tipo rockstar.

“Presento disculpas a toda la sociedad barranquillera por la falta de respeto. Ya que mi papá ocupa un cargo en la política, me gustaría dar un mejor ejemplo”, dice Jorge, quien advierte que como mayor de edad asume solo la responsabilidad por su infracción. “No pienso que por mis actos mi papá deba tener repercusiones, menos en su carrera política”.

El Mazda 3 inmovilizado está a nombre de su tía, pero lo paga su papá, quien le autoriza su uso. Jorge dice que no se lo suelen prestar los fines de semana en la noche, y normalmente lo usa para “hacer vueltas de la universidad”. Cursa primer semestre de Ciencias Políticas. Validó el bachillerato con un puntaje de 64% en el Icfes.

El viernes quiso hacer el favor de llevar a sus casas a unas amigas con las que había estado en una fiesta en una piscina, en la casa de otro amigo en Sabanilla, a las afueras de Puerto Colombia. “En vez de dejar que se fueran en taxi a esas horas, lo cual me parecía peligroso, preferí tomar el estúpido riesgo de conducir en estado de embriaguez”. Dice que se habían tomado una botella de vodka entre ocho personas,

“Mi intención principal era la seguridad de las niñas”. Asegura que ninguna de ellas es su novia, solo muy buenas amigas, y dos traían poca ropa porque el resto de sus vestimentas estaban empapadas. Así que
Jorge optó por llevarlas, “en el estado de embriaguez en que estaba no me pude dar cuenta que en realidad sí me había pasado en los tragos”. Tras lo ocurrido, agradece que las autoridades estuvieran allí para evitar “cualquier accidente que posiblemente pudiera ocurrir”, y le aconseja a “todos los muchachos que no saque el carro cuando están tomando, en verdad es un riesgo estúpido que uno no debería cometer, menos cuando lleva la responsabilidad de otras vidas”.

Aunque apenado, y con la licencia suspendida por 8 meses, Jorge dice no estar avergonzado de haber sido sorprendido en toalla, el pequeño detalle que quizá hizo que su historia resonara en todo el país.

En la sala de su apartamento en el norte de la ciudad, asegura que “vergüenza he sentido por haber manejado en estado de embriaguez, pero la verdad que por la toalla y eso no siento absolutamente nada de vergüenza. Vivimos en una ciudad que queda al lado de la playa, venía de una piscina, y sí siento que puedo estar en toalla con la pantaloneta abajo no me parece ni vergonzoso ni nada”.

Afirma que en realidad no estaba desnudo, “traía pantaloneta debajo de la toalla. Como venía de piscina estaba mojada, me puse la toalla alrededor para no dañar la cojinería del carro”. Sostiene su versión, aunque lo contradigan policías, otros infractores, las fotos, y su afán por mantenerla amarrada esa noche, cuando resbalaba y le mostraba a los carros que pasaban más de lo que hubieran querido ver a esa hora.

Jorge decidió dar la cara, y contactó a EL HERALDO para reconocer su error y contar su historia voluntariamente. “Los que me conocen saben que soy un buen ciudadano”, insiste, en palabras similares a las que uso cuando la Policía de Tránsito lo detuvo en la carrera 43 con calle 82, como publicó este diario el domingo en la página 5A. Su discurso engendraba típicas excusas de borracho; solo él sabe si ahora son signo de un arrepentimiento genuino, o si se creyó lo del ídolo Facebook.

Advertencias vía celular

El Secretario Distrital de Movilidad, Alfredo Piñeres, informó ayer que en la ciudad se mantienen las estadísticas de inmovilizaciones por alcoholemia los fines de semana, pese a la continuidad de los operativos de control. “Nosotros seguimos haciendo nuestros labores, los retenes, para aplicarle la norma a todo el que esté en embriaguez”. Advierte que han detectado grupos en Internet, en los que los jóvenes que salen a rumbear le advierten a los otros en qué lugares se instalan los puestos de control. Aún así, “colocamos los operativos aledaños a los sitios de rumba”.

Vía ElHeraldo.com.co

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Redacción Minuto30

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