La educación juega un papel muy importante para cualquier sociedad, ya que es un factor base que tiene presencia desde el nacimiento, el aprendizaje es un componente necesario para la supervivencia, la educación como la conocemos es un medio estandarizado para impartir enseñanzas; sin embargo, cabe preguntarse: ¿Qué tanto influye el proceso de aprendizaje en la felicidad? Y ¿Qué tipo de método educativo hace felices a los individuos?

Al abordar entonces la educación institucionalizada, hay que entrar a considerar las inequidades en su acceso, ya que la población con menos recursos suele tener una mayor dificultad para ingresar a estos entes educativos, sobre todo cuando se hace referencia a los estudios superiores.

El nivel socioeconómico tiene un papel muy importante en el grado subjetivo de bienestar en lo referente a educación, de hecho, los jóvenes que pertenecen a estratos bajos perciben la pobreza como una gran limitante al reducir sus alternativas de acceso a la educación y de tal forma restringir sus oportunidades de tener una mejor preparación al momento de salir al campo laboral (Rice, 2000).

La educación se presenta como un camino viable para alcanzar la felicidad, debido a que a través de esta se pueden alcanzar las metas y objetivos deseados en el campo laboral, además de asegurar mayores posibilidades a la hora de acceder a trabajos dignos y bien remunerados que aporten a una mejor seguridad económica. La educación también representa un factor de enriquecimiento en el área cultural y de crecimiento personal, dos áreas directamente proporcionales a la felicidad.

En la encuesta de Bienestar Global realizada por Gallup en el 2011, se encontró que los países con mayor acceso a la educación fueron los que manifestaron un nivel de satisfacción más alto (Dinamarca, Finlandia y Noruega), mientras que las naciones menos prósperas resultaron ser las pertenecientes al continente africano y en el caso de Latinoamérica, Haití, países donde el acceso a la educación es mucho más limitado (Gallup, 2011).

De lo anterior se puede concluir entonces, que a mayor escolaridad suelen ser mayores las oportunidades laborales y, por consiguiente, los ingresos, lo que denota un mayor nivel de felicidad en la población al aspirar a un futuro más próspero; sin embargo, aún queda por analizar la metodología de la educación, y su efectividad en la obtención de la felicidad.

El aprendizaje para la felicidad parece caracterizarse por el trabajo colectivo, en el que todos y cada uno de los alumnos puedan aportar en el proceso educativo de forma grupal, contribuyendo a la capacidad inventiva y creativa de cada uno, de tal modo que el maestro interprete un papel de guía y de mediador, más allá de la figura totalitaria del pasado (Collado, 2012).

Se habla de educación integral cuando se hace referencia a una tecnificación del conocimiento, de tal modo que pueda ser usado por los estudiantes en su cotidianidad, con miras en el crecimiento personal y el desarrollo de la sociedad. La educación debe formar intelectual y espiritualmente tanto a estudiantes como a educadores, de tal modo que otorgue herramientas de transformación social (Castillo, 2012).

Más allá de la medición estandarizada de resultados meramente académicos establecida por el Ministerio Nacional de la Educación (MEN), la calidad educativa debe medirse a partir de la capacidad reflexiva e interpretativa para valorar el entorno en que se habita (Castillo, 2012)

Los individuos deben ser formados para aprender a hacer uso de su razón, de tal modo que puedan interpretar el mundo desde su propia visión y que generen ideas desde la creatividad, sin que se les inyecten cátedras que les impongan lo que deben ser, hacer y pensar.

En síntesis, la felicidad y la educación parecen ser factores complementarios, a partir de la felicidad se puede medir el nivel de educación de una sociedad, ya que esta suele determinar ciertos niveles de satisfacción en las personas al despertar el entusiasmo por un futuro más prometedor.

Igualmente, la educación debe transmitirse de tal forma que su finalidad sea el crecimiento personal y el fomento de una intelectualidad que parta de la razón, de modo que decante en la felicidad de los individuos.

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Abogado especialista en Derecho Empresarial
Magister en Economía Aplicada
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Redacción Minuto30

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