La semana pasada fuimos testigos de un hecho de abuso de autoridad por parte de unos uniformados de la Policía en Bogotá, que para nada representan a la institución, y que terminó trágicamente con la muerte del abogado Javier Ordóñez. Esto desató, con justa causa, la indignación nacional.

Se convocaron a protestas en contra de este hecho tan lamentable, pero rápidamente las manifestaciones se volvieron agresivas y violentas, y presenciamos con horror el incendio a los Centros de Acción Inmediata (CAI), destrozos a la infraestructura pública y atentados contra la vida de uniformados y civiles.

En Medellín una turba dejó desastres desde la Universidad de Antioquia, lugar en el que comenzó la manifestación, hasta el Comando de la Policía Metropolitana, donde intentaron ingresar a la fuerza para agredir a los uniformados.

Estas actitudes violentas se vienen presentando desde el año pasado en el marco de la llamada protesta social, y preocupa el escalamiento que han tenido, principalmente contra la Fuerza Pública; recordemos escenas tan dolorosas como la de policías incinerados y afectados por artefactos explosivos caseros.

Esta escalada violenta hace pensar en una mano oscura que interviene directamente para incitar estos hechos de terrorismo urbano. De hecho, Inteligencia ha revelado información que detalla la existencia de células dirigidas por el ELN y las llamadas disidencias de las Farc-Ep, que habrían surgido desde el 2015 y que se preparan con anticipación para sembrar el caos, mientras aguardan un hecho detonante.

Algunos de los grupos dirigidos por estas organizaciones terroristas son el JM19, el Movimiento Jaime Báteman Cayón, AK Alkombate, Grupo Estudiantil Anarquista, entre otros, y de hecho, en las imágenes que muestran el intento de toma al Comando de la Policía Metropolitana en Medellín se pueden observar banderas de las organizaciones clandestinas MESP (Movimiento Estudiantil al Servicio del Pueblo) y UEP (Unión Estudiantil del Pueblo).

Preocupa en exceso que estos grupos tengan como modus operandi el reclutamiento, adoctrinamiento y entrenamiento urbano de jóvenes, para que cometan estos actos delictivos, que lo único que hacen es deslegitimar la protesta social pacífica e incitar a un profundo odio dentro de la sociedad.

También es alarmante el uso del mensaje ACAB -All cops are bastards- (todos los policías son bastardos), el cual puede ser un indicio de intereses transnacionales en la protesta social en Colombia, mandando un mensaje contra la institucionalidad y la estabilidad política del país.

Hay que hacerle un llamado vehemente a todas las autoridades para identificar, capturar y judicializar a las personas que comenten estos actos de terrorismo urbano, para que así haya plenas garantías a toda la ciudadanía en la protección y seguridad, a sus bienes y vidas.

En Colombia y en Medellín aún hay mucha desigualdad, y deudas sociales históricas, pero las vías de hecho jamás serán la forma para lograr cambios en nuestra sociedad.

La invitación a toda la ciudadanía es a establecer canales de comunicación efectivos, para que todos seamos escuchados y hagamos parte de la construcción colectiva de ciudad, y a rechazar de manera ferviente la violencia como medio de hacer política.

@LinaGarciaGanan

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Redacción Minuto30

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