Al mejor estilo de una competencia, y como nunca antes, el paro en Colombia, parece no parar. Cada día, un nuevo motivo de protesta, alentado por la desconexión de un Gobierno que oye, pero que no escucha, por unos medios de comunicación que ante la incapacidad de informar han decidido desinformar, y por un discurso político, que crea categorías entre ciudadanos de bien y otros ciudadanos, hacen ver lejana la salida negociada, a una de las crisis sociales, con mayores impactos, que tal vez ha presenciado la juventud de los últimos tiempos.

No es un secreto, que todas las transformaciones sociales, se encuentran precedidas del ejercicio de la democracia, es decir, poco, por canales diferentes al ejercicio del derecho al voto, es posible obtener, lo que, en las calles, se ha reclamado, ello encuentra lógica, cuando se observa el alto porcentaje de abstencionismo electoral, con el cual, una porción importante de ciudadanos, deja en manos de otro tanto, las decisiones que a todos afectan.

Con el inicio de los calendarios electorales, hoy para Congreso y Presidencia, la pregunta obligada será; ¿inscribirán los marchantes sus cédulas?, los marchantes, en algunos casos mal llamados vándalos; ¿solo destruyen o también votan?, es allí, donde se presenta la oportunidad más clara, para que aquellos que claman reformas en las calles, las oficialicen a través del ejercicio del derecho al voto, donde en ultimas quedará claro, que marchar y votar, el mismo efecto tienen a la hora de transformar.

Valga decir, inclusive a modo de reflexión y pedagogía, que en virtud del principio de no deliberancia, la Fuerza Pública, (ciudadanos armados), partícipes de los devastadores efectos de la ilógica confrontación con ciudadanos civiles, tienen su derecho al sufragio suspendido, de allí, que inclusive luego de enfrentamientos y choques, la pelota para interpretar , definir y decidir las necesidades del país, y así plasmarlas en las urnas, seguirá estando en la cancha, de los que protestan, en su mayoría jóvenes, lo que sirve para decir, que toda marcha, sin el posterior ejercicio de la democracia, es una simple acción provisional, que tiende a desaparecer al pasar el tiempo.

Sin una decisión plena de participar en los ejercicios electorales, toda herida, destrucción, toda vida afectada, e inclusive todo contagio, generado por las protestas, habrá sido, triplemente injustificado, y la competencia estaría perdida.

Mientras el protagonismo generalizado, quiera seguir siendo buscando únicamente en las calles y no también en las urnas, el alimento para ese discurso que plantea el concepto del tal «ciudadano de bien», con el que acuñan la afanada intención de permitir que la ciudadanía se arme, seguirá vigente, aún con las preocupaciones que trae consigo, porque por una parte, hace alusión de manera discreta a una incapacidad institucional: «como el Estado es incapaz de protegerme, entonces me protejo yo», ( un problema por otro), y así, de forma más peligrosa, crea una cultura de venganza; «el que la hace la paga» como en la ley del Talión, algo así, como ceder sin competir, la “Maglia rosa” e ignorar que el camino para acabar con la violencia, nunca será, aquel en el cual, se entregue a los ciudadanos instrumentos para ejercerla.

Posdata del día: El Giro de Colombia, puede ser conseguido, cuando al igual que Egan Bernal, la ciudadanía unida y con fuerza colectiva, concentre sus energías en construir y nunca destruir, a través de la participación política, para vencer el abstencionismo, valga decir,» que, en la primera etapa, su tarea, será expulsar de sus espacios legítimos, a aquellos malintencionados delincuentes, que, disfrazados de patriotas, le hacen daño a unos y a otros.

 

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Redacción Minuto30

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