Hiroshima (Japón), 18 may (EFE).- Los líderes del G7 se reúnen desde este viernes en la ciudad nipona de Hiroshima, la primera de la historia en ser atacada con la bomba atómica, en una cita que estará centrada en la guerra de Ucrania y en las tensiones con China, y donde se quiere enviar un potente mensaje contra el uso de armas nucleares.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, oriundo de Hiroshima, ha elegido esta ciudad para convocar a sus colegas del Grupo de los Siete (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido) por su fuerte carga simbólica, y con el fantasma de la guerra nuclear presente desde la invasión rusa de Ucrania.
Además del G7, Kishida ha invitado a Hiroshima a líderes del llamado «sur global», entre los que destacan los mandatarios de Brasil, la India e Indonesia, y a los de otros países socios como Corea del Sur y Australia.
Con todos ellos se abordarán desafíos globales como el cambio climático y las crisis energética y alimentaria derivadas de la guerra de Ucrania.
¿MÁS PRESIÓN SOBRE RUSIA?
El Grupo de los Siete está coordinando posiciones para cerrar una declaración conjunta que incluya una nueva condena a Rusia por su invasión del país vecino, y busca vías para aumentar las medidas de presión sobre Moscú, según señalaron fuentes diplomáticas.
Uno de los temas más candentes es cómo impedir que Rusia evada las sanciones ya aplicadas en su contra a través del comercio con terceros países -sobre todo China-, para lo cual se barajan medidas como la creación de un mecanismo específico de vigilancia de intercambios de este tipo.
Washington es partidario de imponer un veto casi total a las exportaciones hacia Rusia, mientras que la Unión Europea ha planteado la posibilidad de prohibir la venta de bienes de doble uso a empresas de terceros países si se cree que acabarán vendiéndoselos posteriormente a Moscú.
Está por ver si se logra consensuar medidas concretas o sólo un mensaje disuasorio hacia países y empresas que permiten a Moscú mitigar el efecto de las sanciones, teniendo en cuenta que dentro del G7 hay posturas divergentes sobre el tema, comenzando con Japón, altamente dependiente de las importaciones energéticas rusas.
El G7 también enfatizará su voluntad de seguir apoyando a Kiev tanto en la guerra como de cara a la reconstrucción por todas las vías y todo el tiempo que sea necesario, durante unas reuniones en las que también participará de forma telemática el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
UN ESCENARIO SIMBÓLICO
Kishida ha señalado que el G7 enviará desde Hiroshima «un fuerte mensaje para lograr un mundo libre de armas nucleares, y para proceder en esta dirección de forma más realista y con esfuerzos concretos», además de subrayar «que no se tolerarán de ningún modo las amenazas sobre el uso de armas atómicas» por Rusia ni ningún otro país.
Antes del arranque de la cumbre este viernes, Kishida guiará a sus colegas del G7 por el Parque Memorial y el Museo de la Paz de Hiroshima, donde se rinde tributo a las 80.000 personas que perecieron de forma inmediata por la bomba nuclear lanzada por EE.UU. el 6 de agosto de 1945 y se muestran los horrores que infligió sobre las víctimas y la ciudad.
«Transmitir la realidad de un ataque nuclear es un importante punto de partida para todos los esfuerzos de desarme», destacó Kishida, a quien le ha costado convencer a los líderes de potencias nucleares como Reino Unido y Francia para prestarse a esta visita, según los medios locales.
Joe Biden se convertirá así en el segundo presidente estadounidense en funciones en acudir oficialmente a Hiroshima tras la histórica visita de Barack Obama en 2016.
ALUSIONES A CHINA
Se espera que el G7 se pronuncie también en defensa del orden internacional, y que enfatice su rechazo a «cualquier intento unilateral de cambiar el ‘statu quo por la fuerza», una alusión tanto a Rusia como a China ante el incremento de las tensiones en Taiwán y sus movimientos militares en Asia-Pacífico.
De ir en línea con documentos preparatorios para la cumbre, la declaración final subrayará la importancia de mantener «la paz y la estabilidad» en el estrecho de Taiwán y expresará una «grave preocupación» por el expansionismo chino en la región.
Los líderes también abordarán las prácticas comerciales chinas consideradas «coercitivas», y plantearán vías para mejorar su seguridad económica, es decir, para reducir su dependencia comercial del gigante asiático, además de discutir con los líderes invitados del «sur global» el problema de la deuda creciente de países en vías de desarrollo con Pekín como principal acreedor.
Antonio Hermosín Gandul
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