Buena parte de los políticos además de poco cultos, muestran falencias para generar propuestas creativas y transformadoras. Es precisamente por ello que en tantos casos se atreven a presentar proyectos de ley absurdos, estrambóticos o populacheros. Allí está el caso de un licor folclórico del pacífico que desde la visión de la salud pública debería prohibirse o al menos no estimular su producción empírica y consumo humano, por los altos riesgos que ello implica. Pero al contrario el congreso se pavonea con semejante “logro”. Cierto folclorismo con costumbres cuestionables, por hacer populismo los dirigentes lo estimulan, con riesgo para la vida humana.

No es el único caso en Colombia de leyes innecesarias que desgastan las instituciones, producto de una falta de iniciativas serias e innovadoras, o simplemente para satisfacer intereses personales u ocultos. Ahora llama la atención que unos congresistas propongan una ley declarando al fútbol como patrimonio cultural e inmaterial. Esto merece unas consideraciones esenciales, con la evidencia que cae de su peso.

El contexto del fútbol como valor deportivo 

El fútbol en el mundo tiene diversas connotaciones por haberse convertido en poderoso fenómeno social. Se ha salido del legítimo contexto y significancia como valor deportivo en su justa concepción. Hoy no está claro si es un deporte, un espectáculo, un juego, un negocio, una apuesta, etc. Su influencia y presencia en la sociedad es enorme, posiblemente la disciplina de origen deportivo con el mayor impacto planetario y que afecta múltiples actividades.

Una cosa es el poder de impacto del espectáculo derivado de unas connotaciones particulares como juego, apuestas, negocio y otra el nivel de protagonismo o participación de la gente. A pesar de la fuerte influencia de los medios donde semanalmente hay muchos cotejos, como deporte no es el más practicado o ejercitado, incluso está lejos de otros con arraigo más natural entre los humanos. El fútbol tiene más espectadores que practicantes, más jugadores que deportistas, más mercaderes que líderes y está lleno de millones de fanáticos, la gran mayoría sedentarios.

Si se hace una comparación con el atletismo o la carrera a pié es donde más se nota la diferencia. El atletismo es un deporte de afición natural, con millones de practicantes activos; hay por lo menos 20 veces más corredores que futbolistas deportistas (no confundir con los millones de fanáticos o seguidores inactivos). La mayoría de periodistas deportivos relacionados con el fútbol no son ejemplo de deportividad, o tienen sobrepeso, o son sedentarios, o gustan del licor, son conflictivos y estresantes, incluso los hay hasta fumadores. Si se les hace una prueba de capacidad funcional, se rajarían casi todos, aunque debe haber excepciones. Ellos adoran el fútbol, son los referentes.

En el mundo semanalmente hay miles de pruebas atléticas desde unos pocos kilómetros hasta la apetecida maratón de 42 Km. La participación es masiva. Aquí sucede al revés del fútbol, hay muchos más corredores que espectadores. Las pruebas estandarizadas de maratón y medio maratón (21 Km) deben limitar su participación, la mayoría no admiten más de 50 mil atletas de todos los niveles. Por dar un ejemplo, se necesitaría la realización de 2500 partidos de fútbol, solo para igualar la participación de la gente en el medio maratón de Bogotá o Medellín, es decir un promedio de 50 partidos semanales por un año, solo por una prueba.

Cuando se inauguró el puente de Oresund que une a Suecia con Dinamarca, el 12 de junio del 2000, se realizó una prueba atlética de media distancia y aparecieron 80 mil corredores. Significa que, en una mediana ciudad sin establecer límites, podrían competir pagando en una carrera hasta más de 100 mil personas, lo cual es inmanejable. En cambio, en el fútbol cuesta mucho llenar un estadio con 10 mil aficionados pasivos, que van a sentarse sin mayor esfuerzo. Es evidente la falta de mística deportiva, de compromiso personal y el facilismo de millones por saciar extraños instintos a través del fútbol. Esto contradice los principios esenciales de la deportividad despojando al fútbol de esas virtudes por cuenta del esnobismo y espectáculo circense que promueve.

En un deporte genuino la casi totalidad de ejercitantes se desvinculan de los hábitos insalubres como consumo de alcohol, fumar o uso de drogas (psa). Estos riesgos son absolutamente incompatibles con el rendimiento deportivo. Pero el fútbol al convertirse más en un fenómeno glamouroso hace creer a sus protagonistas, muchos con bajo nivel cultural de autocuidado, que son estrellas con derecho a cualquier “placer”. Son tantos ejemplos que se pueden citar y que han convertido a muchas figuras en víctimas tempranas de comportamientos insalubres. El historial de sus practicantes reconocidos demuestra que el fútbol rompe o contradice el axioma deporte-salud.

Futbolistas malogrados, la salud derivada de su práctica 

Revisando a tantos jugadores reconocidos, se ratifica que su expectativa y calidad de vida están debajo del promedio general y muchos en el retiro con graves secuelas producto de una práctica impropia. Veamos algunos referentes como el brasileño Ronaldo, hombre joven obeso y con gran degaste de sus rodillas (artrosis), Batistuta casi en silla de ruedas por el daño articular. Paul Gascoine con graves problemas de violencia, alcohol y cocaína. Julio César Falcioni vive con dificultad con su tabaquismo. Maradona, brutalmente acabado por la práctica balompédica con menos de 60 años ya estaba discapacitado.

Son muchos ejemplos con graves secuelas producto de un ejercicio atípico desde lo humano y de elevado riesgo. Otros, fallecidos tempranamente. Ladislao Mazurkievicz, afectado de males crónicos, murió con 67 años. Bobby Moore, (acusado en Colombia falsamente de apropiarse de un costoso brazalete) tal vez llevado por el glamour aceleró su muerte por cáncer a los 51. El “Tigre” Benítez Fallecido a los 65 por complicaciones del Alzheimer desde años atrás.

El ambiente del fútbol también es un problema serio, poco propicio para comportamientos salubres. El alcohol, el tabaco y las drogas tienen una importante afinidad. Recordemos cómo terminó alcoholizado Mané Garrincha con apenas 49 años. Johan Cruyff con 68 víctima del tabaco, el médico Sócrates de Brasil con 57 acabado por tabaco y licor. La tragedia del talentoso George Best, por cuenta de la adicción al alcohol recibió trasplante de hígado posteriormente murió con 59. Otros, adictos o con problemas de alcohol como Roy Kean, Adriano, Ariel Ortega, Muller, Cicinho. “Mágico” González. Arturo Vidal, etc.

Casos colombianos también hay muchos, (fallecidos tempranamente, asesinados malogrados o afectados por el bizarro ambiente del fútbol) por mencionar, Ernesto Díaz, Jaime Morón, La “mosca” Caicedo, Albeiro Usuriaga, Andrés Escobar, A. De Ávila, Wilson Pérez, John Viáfara, Serna, Edwin Congo, Diego Osorio, Fredy Rincón, etc.

Ni que decir de Maradona, donde el fútbol a su propia vida fue más lo que le quitó que lo que le aportó (una cosa diferente es el mito creado hacia afuera), murió infeliz, discapacitado y derrotado. Para él desde lo humano y familiar el éxito en el fútbol fue un lastre.

En el fútbol los casos de muerte súbita son numerosos, con el agravante de ser jugadores muy jóvenes. Entre ellos Dani Darque, Marc Vivien Foe, Miklos Feher, Antonio Puerta, Serginho, Chucho Benítez, Davide Astori, etc. Lo de Juan Gilberto Funes fallecido con 28 años, fue un caso especial, ya que evitó morir en el campo, pero ocurrió luego en un hospital.

Esto significa que las contradicciones del fútbol no son pocas. Esto es solo la punta del iceberg. Sin hablar del tema de violencia, apuestas, negocios, mafias, dopaje y relacionados. Significa entonces que al momento de valorar si realmente el fútbol de hoy es un deporte legítimo, habría que hacer seriamente muchas consideraciones en virtud de tantas falencias que el balompié evidencia. ¿Será entonces posible elevarlo a la categoría de patrimonio cultural e inmaterial de un país?

La opinión de los expertos y especialistas

Para matizar esta propuesta hemos consultado a un grupo de expertos profesionales valiosos afines al fútbol y al deporte en general

El periodista argentino Jorge Barraza (foto 1) tal vez el escritor de habla hispana más prolífico, serio y argumentado en el fútbol, sentencia: “Es un disparate, el fútbol colombiano qué ganó. Ni siquiera lo hacen países como Alemania, Inglaterra, Argentina, Francia, Holanda, España, Uruguay, Brasil, qué tienen merecimientos. Es una “pavada” deberían sacar tiempo para cosas importantes, es una vergüenza, movida por el interés económico. Si en Colombia hay que declarar algo importante es el ciclismo, el ciclismo colombiano a nivel mundial es de los mejores, Colombia es potencia, la cantidad de cultores, el grado de importancia y repercusión que tiene”.

Para Melquisedec Torres (2) abogado y periodista, analista de La Luciérnaga de Caracol radio, lo considera: “Proyecto “rechimbo” … no tiene sentido, ni es algo que valga la pena. Es una vulgaridad esa propuesta”.

Óscar Ignacio Martán (3), abogado y uno de los más importantes dirigentes del fútbol profesional colombiano, y quien ha sido además directivo de la FCF: “a la organización del fútbol privado que tenemos no le compete, porque se rigen precisamente por el derecho privado, esas propuestas no le sirven de nada. Esos congresistas, que en vez de tanta ‘creatividad’ nos hagan una ley que nos permita desarrollar mejor nuestra industria”.

Para el periodista deportivo, historiador y académico Alberto Galvis Ramírez (4), director de la Academia Olímpica Colombiana, considera que “es más un juego político por lo popular que es el fútbol y que quiere aprovecharse esa coyuntura. Es importante antes considerar cuáles son los requisitos a cumplir para que algo sea declarado patrimonio cultural e inmaterial en el país. Lo cual puede aplicarse a todos los deportes y evaluar si alguno lo cumple. Se debería empezar por allí”.

Para el ingeniero, médico, estadístico, matemático e investigador deportivo Álvaro Villota Viveros (5): “es descabellado, si es por resultados, logros y número de practicantes hay muchos deportes por encima del fútbol en Colombia, como el ciclismo, el boxeo, el atletismo, el patinaje, las pesas, etc. A la luz de las estadísticas si se compara inversión contra resultados, el fútbol es uno de los peores librados, de allí que no hay justificación válida para proponerlo como patrimonio cultural, porque además la afición lo que fomenta es incultura y en buena medida violencia”.

Pero también hay algo inédito, Colombia oficialmente ya tiene su deporte nacional y no es el ciclismo como alguna vez lo propuso el polémico Miguel Ángel Bermúdez. El tejo fue declarado Deporte Nacional por el mismo Congreso de la República en junio del año 2000. Esto es absolutamente controversial, ya que el tejo no podría considerarse un deporte legítimo, es más un juego tradicional indígena muchas veces asociado al consumo de cerveza y otras bebidas alcohólicas. Los lugares para practicarlo son algunos clubes sociales y estaderos. Aunque también tiene su propia federación y un sector con gente comprometida con los valores deportivos.

Es evidente que esta propuesta del Congreso tiene un tufillo más demagógico que fundamentos técnicos, científicos, sociales y deportivos. Lo malo es que este tipo de proyectos de ley no tienen esos filtros para ser aprobados y a lo mejor por el amiguismo, contraprestaciones, lealtades, colegajes pasen sin mayor discusión válida.

Pero en esencia está suficientemente demostrado que no hay méritos evidentes para ello, es más un disparate populachero y demagógico, seguramente para cautivar sectores incautos. Por demás innecesario. Como lo acotó el periodista Galvis Ramírez, ‘debe ante todo precisarse cuáles son los requisitos para que una disciplina o actividad merezca ese reconocimiento’. ¿El fútbol colombiano los cumple?

Fuente: Libro, «Fútbol: pasión y contradicciones» (Fabio Arévalo Rosero MD y otros), en preparación para publicación

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Redacción Minuto30

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