Sin darnos cuenta, las redes sociales se han ido convirtiendo en ese frankenstein, que poco a poco ha ido acabando con lo poco que queda de la democracia haciendo más tortuoso el camino de lo político, hablo de Facebook, porque es lo único que sé manejar en redes sociales sin necesidad de estar gritando y pidiendo auxilio a mis hijos cuando estoy sentado frente al computador. Como el peor de los monstruos, los teclados de los computadores y de algunos celulares, se han ido convirtiendo en un arma letal en contra de la opinión ajena, la verdad parecen ametralladoras disparando palabras cargadas de odio y veneno.

No puedo negarlo, cada que prendo el computador siento miedo de lo que pueda encontrar en mis bandejas de mensajes, puede resultar muy fantasioso de mi parte pero así como hay quienes estén inventando la tecnología de punta para dentro de dos o tres años, también puede haber malvados inventando las “minas anti opinión”, ¡uy!… me asalta el temor que, un día no muy lejano, llegue a dar me gusta en una aplicación equivocada y, mi vetusto computador vuele en mil pedazos. Todo es posible en medio de tanto odio virtual.

En la violencia de 1946, los liberales (manzanillos), se mataban a machete con los conservadores (godos) por el color de sus partidos, hoy lo hacen por defender unas ideas que algunos ni saben definir. Por todo lo anterior, cada vez reafirmo más y más lo que he dicho en algunos escenarios, la política, al igual que la religión y el fútbol, se convierten en esos discursos pasionales que en no pocas ocasiones se revisten de irracionalidad. Tengo claro que con algunas personas no se puede hablar de ninguno de estos temas porque se vuelven irascibles. No logro entender de donde y desde cuando algunos compatriotas, hasta por los poros de su piel, respiran odio hacia sus conciudadanos y, todo por no estar de acuerdo en términos de lo político. Otrora, cada quien podía decir de forma tranquila y desprevenida cual era el candidato de su preferencia, hoy “es mejor callar que locamente hablar”, no sea que me den una buena cachetada por un desacuerdo político.

Acéptese o no, como juego de lo político, es obvio que los candidatos ponen a pelear a sus potenciales votantes mientras ellos descansan bajo las cálidas aguas de un yacuzzi o pernotan en la tranquilidad de una finca de recreo. Qué contraste, ellos bien tranquilos y seguros que nada perderán y los otros peleando en Facebook, Twitter, Instagram y otras redes más, con insultos de grueso calibre a diestra y siniestra, mientras el futuro presidente de los colombianos, sea quien sea, lo tiene sin cuidado lo que puede pasar por la mente de aquel humilde ciudadano que no logra conciliar el sueño ante tantos problemas.

Lo gracioso o mejor triste del asunto, es que mientras algunos se despellejan por las redes sociales, los candidatos están tranquilos, porque la verdad ganan por punta y punta, les reponen el dinero de los votos y, los cuatro quedan bien colocados, los ganadores a la casa de Nariño y los perdedores al congreso de la república. No nos llamemos a engaños, bien sabemos que los que hoy fungen de enemigos políticos, mañana sin lugar a dudas estarán posando para las fotos bien abrazados en sendos puestos públicos. De mi parte soy consciente, muy consciente, que ninguno de los dos candidatos sabe quién soy yo, bueno… y si supieran poco les importarían mis necesidades. Que puede importarle a estos señores que Juan, Pedro, Camilo, Bertha, María u otros ciudadanos más ganen un salario mínimo, sólo mínimo, nunca máximo, tampoco creo que les conmueva e importe que muchos de mis amigos y familiares están desempleados, enfermos o con deudas en los bancos.

Sin rabias ni ironías quiero dejar claro que la realidad de lo político solo la podrá entender aquel que viva y sienta las necesidades reales de los ciudadanos, los candidatos hoy andan por todas partes, pero ninguno de ellos padece los problemas cotidianos de la gente del común, creo no equivocarme pero, ninguno de ellos monta en Metro en horas pico, o le toca buscar un Transmilenio para llegar a su casa. Tal vez no tengan las afujías de muchos de nosotros completando el pasaje para el bus con moneditas. La verdad, muy bonito los discursos, pero…
A mis “amigos” de Facebook y de las demás redes sociales los invito a dejar la pelea, no es con ofensas, improperios, vulgaridades o memes insultantes que este país va a cambiar, no, el cambio empieza por cada uno de nosotros, yo sé que suena a libro de autoayuda, pero es cierto, si no cambiamos la actitud, este país seguirá igual, ah, voten por quien mejor les parezca, pero no insulten ni traten mal a nadie.

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Redacción Minuto30

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