La política de expropiación en la Venezuela de Hugo Chávez fue bien conocida por todos. Bajo la excusa de «interés social», el entonces presidente, caminaba por las calles señalando edificios y diciendo: «exprópiese, exprópiese, exprópiese». También solía salir en televisión Nacional, en su programa Aló Presidente, llamando a los empresarios para amenazarlos con expropiar sus empresas. Ese fue el principio de la crisis política, económica y social que hoy vive la hermana República.

Y aunque muchos dicen que en Colombia esa historia no se puede repetir, lo cierto es que el peligro está latente, y cada día gana más fuerza.

La semana pasada, el candidato presidencial Gustavo Petro, en su gira por el Cauca y el Valle, «invitó» al Grupo Ardila Lülle a «vender» el Ingenio Incauca, para repartirlo a los campesinos. Esta «invitación» no pasó desapercibida, dada su ideología de izquierda, igual a la venezolana.

Pero, está clara amenaza a la industria vallecaucana tiene un antecedente. En diciembre de 2016, después de firmado el acuerdo de paz entre Juan Manuel Santos y las Farc, alias Tanja hizo un trino en el que, viajando a una ZVTN en el Cauca en un helicóptero, sobrevolaba los cañaduzales del Valle del Cauca y advertía que estos pertenecían a solo 7 familias. En su entonces, este trino también fue visto como una amenaza, pues reflejaba el odio que las Farc sienten por la industria privada.

Para nadie es un secreto la afinidad ideológica de Gustavo Petro con las Farc. Incluso, miembros del grupo narcoterrorista han acompañado celebraciones políticas del candidato presidencial, el más reciente: Alias Joaquín Gómez en La Guajira.

De ahí el peligro de la amenaza de Petro a la industria, que no sólo es la azucarera, sino una amenaza a todos los empresarios, sea cual sea su actividad economía. Quitarle a los ricos para repartir su riqueza entre los menos beneficiados es lo que hizo Chávez en Venezuela, pero terminó repartiendo miseria.

El odio de clases que fomenta Petro, se alimenta de una creciente decepción de los ciudadanos con las ramas del poder público. Los escándalos de corrupción en el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, hacen que muchos colombianos vean en las palabras «bonitas» de Petro, una opción de cambio. Nada más alejado de la realidad.

El empresario no debe ser visto como un enemigo, por el contrario, es un aliado del ciudadano y del Estado. Son generadores de empleos dignos y son el motor de la economía del país. El gobierno debe incentivar el emprendimiento y la inversión, no frenarlos.

Petro es igual de peligroso a Chávez, con el mismo don de la palabra para engañar incautos y con la misma capacidad de acabar con el país, tal como acabó con Bogotá. Que la decepción con la clase política tradicional no nos lleve a elegir el populismo que acabó con Venezuela y Cuba. Elegir a Petro es abrir la puerta de Colombia al socialismo del S.XXI. El ejemplo está en Venezuela, no lo repitamos.

@andresportillo_

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Redacción Minuto30

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