Hasta hace un tiempo, casi que, al unísono, decíamos sin dudar, que el único camino para garantizar el desarrollo de un país era la educación, y vaya que no era discutible, cuando por regla general las carencias sociales y económicas de algunas de las familias más pobres, están correlativamente caracterizadas porque quienes las conforman, no cuentan con acceso a educación secundaria y mucho menos superior.

Muchos elementos llegan para nutrir la discusión, cuando se lee, el índice de desempleo en población especialmente joven y profesionalizada y se plantea la cuestión, sobre si el Estado debe concentrarse únicamente en oportunidades de educación o reinventarse sobre sus apuestas por el emprendimiento, la reflexión de la actualidad, impulsa la premisa, de que es equivalente, una beca a una herramienta para emprender: formar para el emprendimiento.

Las prioridades de los gobiernos, cada día demandan nuevos planteamientos, pues; ¿de qué sirve la formación profesional sin oportunidades de empleo? Finalmente diría cualquier desprevenido, que ningún título en Colombia, garantiza acceso ni continuidad en el mercado laboral, y eso lo llevaría al círculo casi vicioso de concluir, que hay que fundar empresa.

Entre estudiar y emprender, más que un dilema, se presenta una obligación y reto para los gobiernos, que tiene que ver con garantizar cobertura educativa de calidad, pública y gratuita, mientras purifica el ambiente hostil para el emprendimiento, hostil en la medida, en que algunos sectores, trazan como política el acaparamiento, que significa naturalmente crecimiento para algunos y decrecer para otros, y a su vez, propiciar un ambiente de emprendimiento desde la gestión pública, que implica no atropellar con requisitos a los pequeños emprendedores, ni pretender gravarlos con impuestos, formalidades o exigencias para el ejercicio de sus actividades comerciales.

Mientras estudiar puede ser una decisión, sobrevivir es una necesidad, podrían discutirlo los defensores a ultranza de la educación como camino, y aunque la educación tenga un valor fundamental en las sociedades, lo que es cierto, es que la capacidad productiva, el autoabastecimiento y la innovación, terminan siendo mucho más vitales, para el desarrollo económico de familias y ciudades enteras.

Si se suman las tasas de desempleo qué arrojan los entes oficiales, con los subregistros sobre el tema, más el voz a voz ciudadano, la conclusión obligada, sería que, más que estudiar, la mayoría de las personas necesitan trabajar, pero vale la pena plantear, lo que puede ser una diferencia apenas sana si se quiere, y es que trabajar, no es equivalente a emprender, aunque todo emprendimiento sugiera esencialmente una fuerza laboral.

En un mundo ideal, todo ciudadano debería tener la posibilidad de emprender y de estudiar, y no la necesidad de decidir entre lo uno o lo otro como es casi generalizado, o lo que es peor, no tener si quiera la oportunidad de decidirlo.

La ecuación se vuelve casi lógica: impulsar el emprendimiento es mucho mejor, que decirle al profesional que no hay empleo.

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio