Para empezar, dejémonos de cuentos. El único partido político que se ha plantado en una férrea oposición al desaprobado gobierno de Santos ha sido el Centro Democrático, los demás están sometidos a la burocracia y otros cuantos se limitan a un respaldo solapado, vergonzante y oportunista.

La Constitución Política en el artículo 112 concibió que por vía de una ley se implementara un estatuto de la oposición con el fin de brindar garantías en el ejercicio a los partidos y movimientos políticos que, se declararan en oposición al gobierno en funciones, hubo varios intentos para alcanzar un texto pero al final sin mucho éxito.
Pues bien, en el derrumbe institucional que vive Colombia producto del proceso de La Habana y la perversa figura del “Fast Track”- lo pretenden extender seis meses más- fueron la tormenta perfecta y la oportunidad precisa para que los arquitectos del descalabro que hoy existe aprobaran un estatuto de la oposición, -óigase bien- sin la oposición. En cuestión: Las Farc, el Gobierno y las mayorías sometidas por la burocracia y la corrupción, que han sido quienes han arremetido contra el único partido de oposición en Colombia, aprobaron de manera vergonzosa una figura que era de trascendencia vital para el equilibrio de la democracia.

Veamos, el Gobierno y los partidos que aprobaron contra la oposición aspectos tan graves como: El marco jurídico para la paz, el referendo, la reducción del umbral del 50 al 13% en el plebiscito, la no financiación de la opción del NO por parte del estado; los mismos que se financiaron ilegalmente durante campaña plebiscito con recursos públicos y de gobiernos del extranjero, los de la reforma tributaria que impuso el 19% del IVA; los mismos que suplantaron ilegítimamente al pueblo colombiano después de haberse pronunciado en el plebiscito y mal refrendaron el acuerdo de la Habana contra la voluntad popular del 2 de octubre con un simple pupitrazo, ese Gobierno y ese Congreso con el visto bueno de las Farc se impusieron de nuevo, esta vez con el viciado estatuto de la oposición. Una muestra de lujo de lo que ha sido este proceso de paradojas, atropellos e ilegitimidad.

Las reglas que bridarán la garantía a la oposición no deben, ni pueden ser definidas en un negociado lleno trampas con un grupo dedicado al terror, a la masacre, al narcotráfico. ¿Qué puede esperar el único partido de oposición si son los sujetos a quienes ha enfrentado los que definieron este estatuto?

Otra herida más a la democracia de Colombia, otra que se suma al estado de sitio disfrazado con el que destrozaron la estructura de las instituciones en Colombia que por años, con errores y aciertos pudo lograr una estabilidad destacada comparada con otros países de américa latina.

Ya tienen la justicia, la participación política y la impunidad, ahora van por el poder electoral y si no nos sembramos firmes en el 2018, poco margen habrá para remediar este descalabro.

Nota: El Gobierno de transición empezó el 7 de agosto de 2010

@hernancadavidma

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Redacción Minuto30

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