A diferencia de sus antecesores, el alcalde Samuel Moreno no tuvo luna de miel con el electorado bogotano. Desde el momento mismo de su elección algunos sectores del Polo Democrático —el partido que lo llevó al poder— se le fueron encima por las alianzas con sectores que muchos consideran clientelistas.

Los principales escuderos de Antanas Mockus, Enrique Peñalosa y Lucho Garzón —arquitectos de los exitosos gobiernos que lo precedieron—, también lo atacaron políticamente y ni qué decir de los sectores uribistas, que desde el principio vaticinaron que su gobierno sería un fracaso.

Pero la andanada de las últimas semanas no tiene precedentes. Definida la elección presidencial, la artillería de los partidos políticos está dirigida contra el alcalde de la capital y tanto en el Concejo como en el Congreso se sabe que la principal intención del uribismo (ahora santismo) será quitarle el deseado cargo al Polo en las elecciones del año próximo.

Por eso ya salió todo tipo de candidatos para sucederlo. Congresistas, concejales, ex candidatos presidenciales y, como para que no quede duda de que la idea va en serio, hasta el nombre del presidente Álvaro Uribe, ambientado especialmente por uribistas que se quemaron en las elecciones de este año.

Además del atractivo que representa la posibilidad de manejar un presupuesto de $16 billones y de lo interesante que resulta la Alcaldía en términos de poder político, existe otra razón por la cual todos los políticos le están tirando al Alcalde: la turbulencia por la que navega.

Los retrasos en obras prioritarias, como la tercera fase de Transmilenio, los escándalos de corrupción en torno a la contratación en el IDU, la caída en la percepción de seguridad y la sensación de que el metro no arranca han ayudado a animar a los opositores del Burgomaestre.

Las respuestas de Moreno no han logrado frenar a sus contradictores. Dice que retrasos hay en toda obra de gran magnitud, que las denuncias sobre corrupción en el IDU son una pelea de particulares, que la “percepción” de seguridad es discutible y que, de todas maneras, no es un problema exclusivo de la capital (Medellín y Cali padecen problemáticas similares).

Y, muy en voz baja, algunos de sus asesores comienzan a reconocer que parte de los problemas con el metro pueden deberse a falta de compromiso real con la iniciativa por parte del Gobierno Nacional.

Este último argumento, discutible si se tiene en cuenta que esta semana el presidente Uribe se comprometió con las vigencias futuras para el sistema de transporte de Bogotá (por $300 mil millones anuales desde 2016 hasta 2032), podría certificar la tesis que ya circula en el Congreso, según la cual la idea es que Moreno no alcance a poner la primera piedra de la obra.

Es decir, que el proyecto avance, pero a paso lento para que sea el próximo alcalde quien dé la largada a la millonaria licitación (U$2.600 millones). Es decir, 2.600 millones de razones más para pelearse el puesto de Moreno.

Author Signature
Redacción Minuto30

Lo que leas hoy en Minuto30... Mañana será noticia.

  • Compartir:
  • Comentarios

  • Anuncio