Ahora que estamos en campañas políticas, cuando muchos candidatos se esfuerzan, unos por convencer a los electores con palabrería insulsa, otros mediante una hoja de vida llena de cartones, otros con obras y realizaciones, reconozco que se hace más útil el poner a prueba la capacidad de leer. Leer es esencial para tener criterio de selección y elección.

Sin duda, leer las propuestas de los candidatos, es fundamental; leer adecuadamente sobre la vida del candidato, es muy útil; leer las obras que el candidato ha dejado a lo largo de su vida pública y privada, es esencial y necesario. Elegir bien, es un asunto de lectura.

Recuerdo que mi padre nos decía: “una sociedad que no lee, siempre será presa fácil de avivatos, más si esos avivatos quieren gobernar o tiene rango de gobernante; una comunidad lectora, siempre será la arquitecta de su futuro y de su bienestar o desgracia”. En buena parte, lo triste y explicativo de la pobreza y la violencia en la que nos movemos, está en que no somos una sociedad lectora.
Una Política de lectura (municipal o nacional), como sociedad, siempre será plenamente justificada, si nos detenemos en el análisis de los indicadores de lectura que hoy tenemos. No podemos perder de vista que los buenos comportamientos e índices apropiados de lectura, son asuntos fundamentales para el libre desarrollo de los pueblo y, claro está, el proceso exitoso de crecimiento personal y social: en Colombia, los indicadores e índices de lectura son lamentables. Algunos expertos reconocen que en esta materia, Colombia continúa por debajo de Argentina, México, Brasil y Chile. Según las estadísticas más benévolas, nuestro índice de lectura se encuentra por los lados de 0.70 libros por habitante al año. Si “la alegría de leer” está en manos de muy pocos colombianos, mucho me temo que las nuevas tecnologías agravan el problema, pues, como dice el Licenciado en filosofía y letras, historiador y columnista Jorge Orlando Melo, se “están produciendo individuo sin capacidad reflexiva, sin contactos sólidos, sin relación con la historia o el pasado, sujetos a emociones y solidaridades breves y fáciles de manipular”.
Para referirnos a uno solo de los elementos básicos de la lectura, como lo es su comprensión, y que afecta tremendamente el aprovechamiento escolar, podemos decir que en ella se identifican 3 niveles:

El primer nivel, denominado “comprensión lectora básica”, está caracterizado por la sola actividad decodificadora de palabras y oraciones, donde el lector apenas sí parafrasea y con dificultad puede reconstruir lo que está superficialmente en el texto. En un segundo nivel, el lector aporta sus saberes previos; lee lo que no está en el texto (lo que está entre líneas) y avanza hasta en un 50% de interpretación, haciendo inferencia con respecto a lo que no está explícito en el texto, y en alguna medida entra en el terreno de establecer relaciones entre el contenido y la realidad. El tercer nivel, necesario a un estudiante de mitad de la básica primaria en adelante para enfrentar con éxito la secundaria y la universidad, es aquel donde el lector comprende el texto de manera global, reconoce las intenciones del autor y la superestructura del texto; toma postura frente a lo que dice ese texto y lo integra con lo que sabe. Valora el contenido más allá de dar simples opiniones y convierte su lectura en posibilidades reales de proponer y argumentar ideas propias hasta construir un nuevo texto. En este punto, el lector está empezando a transitar el duro pero delicioso camino de la escritura. ¡Y aprende a leer como escritor!

Así pues, el saber leer implica, a la manera de Cairney, Brunner y Rogoff, teóricos de la lectura como proceso constructivo y social, un sujeto constructor de significados y transformador de sí mismo y de su sociedad.
Aquí nos explicamos por qué elegimos tan mal; por qué nuestro país, tan lleno de posibilidades, está tan mal gerenciado. En buena parte, nos explicamos ¡por qué votamos tan mal!
Para concluir estas notas, sueño con que llegue el día en que la mayoría de los colombianos podamos afirmar, bajo el influjo edificante y hermoso de la lectura: somos lectores, viajantes de biblioteca en biblioteca, de libro en libro, de imágenes en imágenes, buscadores de asombro, como en la primera noche cuando nuestra madre nos leyó Las mil y una noches, con la voz trémula de emoción y de sueño.

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Redacción Minuto30

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