Esta semana llegó a cartelera el remake de la icónica película de Disney: Dumbo; la conmovedora historia del elefante nacido al interior de un circo donde los animales eran protagonistas; Un elefantito muy particular que se hizo famoso por tener unas orejas grandes las cuales en el filme, son la delicia de los espectadores que generar burlas a su alrededor; Dumbo, se debate en una serie de situaciones lamentables que son abolidas en el momento en que los entrenadores del mismo se dan cuenta de su capacidad de volar. Si, una inverosímil historia de humanos, generada para humanos; de esas mismas que logran conmover pero que como tal siempre pensamos son historias de ficción que dejamos en el olvido cuando regresamos a la realidad.

En esta nueva historia, aparecen dos elementos muy particulares que pienso yo, dan un giro diferente a la situación; un explícita demostración de la crueldad que albergan los circos para los animales y un premio indescriptible como lo es la libertad para estos grandes mamíferos protagonistas. Al interior de la historia, hay un hermoso argumento esgrimido por el director del circo que invoca la conmiseración, afirmando que los Circos no son hogares para los animales y que en el suyo, no hay cabida para ellos. Curiosamente, este nueva enseñanza, acorde a la dinámica animalista que ha ido recorriendo al mundo, hizo enfurecer a la sociedad circense en España, que vetó esta película y dio una perentoria alarma enardecida acerca “del lamentable mensaje de la misma”; mensaje, que los defensores de la vida aplaudimos con entusiasmo.

En Colombia, gracias a una Ley proferida en el 2013, cesaron los permisos para la utilización de animales silvestres y exóticos en los espectáculos circenses, generando esto el nacimiento de la creatividad de los empresarios en aras de buscar alternativas de entretenimiento que a la fecha, han resultado ser muy positivas y con una gran gama de expositores al frente de ellas.

Pero vamos al tema de los Elefantes y la crueldad a la cual han sido sometidos por años, me gustaría que gracias a estas líneas, lográramos evitar al cruzarnos con espectáculos de este tipo en otros países, apoyar con la asistencia o en caso de tener la oportunidad de recorrer países con presencia de estas nobles criaturas, evitemos aplaudir las distracciones que con ellos se generan.

Hablemos de Jumbo un hermoso ejemplar del orden Proboscidea (ya no se conocen como paquidermos), en memoria de quien, se gestó la idea de la película: Dumbo.
Jumbo, fue un elefante que comenzó su vida de sufrimiento en 1861 tras ser capturado en África alejándolo de sus planicies y su hábitat natural; fue trasladado a Europa, propiamente a Londres, donde fue catapultado como el animal más raro allí observado, fama que fue soportada también por su gran tamaño. Jumbo, medía 5 metros de alto (más de lo que otros elefantes de este tipo, han sido registrados) y pesaba 6 toneladas.
Jumbo, fue totalmente explotado por la sociedad Londinense que se ufanaba al visitarlo, y se deleitaba paseándose en su lomo, donde amarraban especies de silletas para que muchas personas pudieran “disfrutar” de este curioso paseo. Sin embargo Jumbo, no era un elefante feliz y se cuenta que en las noches presentaba repentinos ataques de furia, con resultados cuantiosos del orden material, lo curioso, nunca atacó a sus entrenadores; Dada esta situación, fue vendido al Circo Barnum y Baily en Estados Unidos, allí recorrió muchos lugares del país donde era la admiración de todos; En 1885 Jumbo tuvo un trágico final, murió embestido por una locomotora en Ontario a sus escasos 40 años de edad (Un elefante Africano puede vivir hasta los 70 años aproximadamente).

La historia, no termina allí; dada la fama que tuvo este ejemplar, sus restos fueron donados al Museo de Historia natural de New York; Años más tarde se hizo un estudio de su esqueleto y de la cola, única parte anatómica preservada por disecación y sobreviviente a un incendio en el museo. Los datos que arrojó la misma fueron deprimentes: Jumbo fue un elefante con muchos dolores y malos cuidados, indicios de nitrógeno en su cuerpo indicaban que había una mala alimentación que se reflejaría en su estado general; malformaciones en sus colmillos (consecuencia de la alimentación malsana), afectarían la tranquilidad del mismo generándole dolores insoportables que traían como consecuencia sus “ataques de ira”, de igual forma, traumas múltiples a nivel de las caderas demuestran lesiones continuas sin reparación adecuada, como consecuencia del sobrepeso que debió asumir durante su vida entera. Jumbo, no fue un elefante feliz, solo fue un triste actor de circo, donde la función debía continuar.

Muchos elefantes que han sido recuperados de circos y posteriormente llevados en santuarios comparten con Jumbo sus mismas afecciones físicas, todo a causa del excesivo esfuerzo con el cual son sobrecargados durante toda su vida. Las dolencias físicas los aquejan gracias al maltrato en aras del entrenamiento el cual es cruento; Este comienza con una enajenación de sus comportamientos naturales, se inicia una separación temprana de las crías aproximadamente a los 18 meses (las que normalmente viven con sus madres hasta la adolescencia o más); Las crías son arrastradas del calor materno y una madre clamando por su hijo es amarrada y esclavizada en aras de evitar el contacto con su cria.
El entrenamiento de los pequeños incluye la necesidad de menguar su entusiasmo através de prácticas de privaciones continuas que logran anodinos presa fácil del domador; Cuando ya su estado es ajeno a sus impulsos, comienza la tortura del entrenamiento, el cual los lleva a realizar actividades que no son propias de su especie y se usa para “educarlos” los denominados bullhooks, o aguijones punzantes con los cuales se lastima la sensible piel de los elefantes causando obediencia basada en el dolor. Cabe anotar que para los elefantes, la sola visión del bullhook, provoca pánico y temor.
A sabiendas de esto, pensamos que es justo que ¿el espectáculo deba continuar?

Un elefante en un circo, es un ser totalmente enajenado y triste. De igual forma, muchos animales que viven en medio de esos espectaculos, son seres que deberían vivir en la tranquilidad de sus hogares naturales y no a expensas de torturas, desplazamientos, alojamientos frívolos y de pequeño espacio, mancillados, amarrados, adoloridos y esclavos de la industria del entretenimiento y de aquellos que pagan por ver.

Jumbo dejó un legado cinematográfico y esta nueva versión de la película DUMBO, trae un hálito de esperanza a las futuras generaciones, que podrán entender el sufrimiento que los animales acarrean al interior de los espectáculos circenses y la necesidad perentoria de garantizar la libertad y la vida digna de las especies. Trae un mensaje de esperanza para que poco a poco las situaciones tan tristes y que atenta con la dignidad de la vida de estos nobles seres terminen extinguiéndose de un mundo que debería ser cada vez más conciente.

Un aplauso por el nuevo film de la compañía Disney y su nuevo concepto de libertad animal.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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