El reino de la improvisación. Transcurridos más de seis meses de la administración Petro, Bogotá se ha convertido en el reino de las improvisaciones. Las políticas erráticas cunden por doquier. Al inicio de su gestión, sin posesionarse, el ex alcalde Paul Bromberg se olió el tocino y llegó a la sabia conclusión de que lo mejor era no aceptarle ningún cargo. Otro que le dio un no rotundo fue “El Puche” González, quien no quiso estar en la alineación del equipo petrista para el saque inicial, en el Palacio Liévano. Lo propio le sucedió a la morocha medallista María Isabel Urrutia, quien prefirió hacerse a un lado. Luego vino el experimento en el tema de la seguridad capitalina designando y posesionando a un personaje sin reunir las condiciones necesarias para ello.

Ni con Navarro. El ex alcalde, ex gobernador y ex constituyente Antonio Navarro Wolf, antiguo camarada de Petro, prefirió renunciar a la Secretaría de Gobierno del Distrito Capital para no seguir luchando con la vanidad y la autosuficiencia del ex senador costeño, ya que todo su trabajo, que realizaba con diligencia, capacidad y esmero profesional, tampoco encontró afinidad en la megalomanía invencible del omnipotente mandatario local. Un día después de su renuncia al cargo, Navarro dijo por Twitter: “Uno no conoce bien a las personas hasta cuando trabaja con ellas”.

Otras dimisiones. Después vienen las renuncias de William Camargo, de los tres directivos de Transmilenio y del matrimonio conformado por dos viejos amigos de toda la vida de Petro: Daniel García-Peña, ex miembro de la comisión de paz samperista, periodista de quilates, que asumió la jefatura de comunicaciones durante la campaña a la Alcaldía, y de María Claudia, esposa del comunicador, quien se despidió de Petro con una carta  en la que hace profundas reflexiones al amigo, dejando en el ambiente la sensación de que hubo una despedida definitiva, sin reversa, entre los dos.

Por radio. La esposa de Daniel contó por radio, el viernes, que se enteró de su relevo en la Secretaría del Hábitat a través de las emisoras y de llamadas que le hicieron algunos periodistas amigos. Se dolió de que el Alcalde no le hubiera dado la cara para decirle que no iba más en un puesto que ella aceptó ante la insistencia de su nominador. Dijo que no entiende las razones del arrepentimiento del burgomaestre

Muchos problemas. Petro tiene, además, problemas de índole judicial. Tendrá que responder  por el delito de pánico económico cuando en unas declaraciones, antes de su posesión, provocó una caída en el precio de las acciones de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá.

En el tema de la movilidad ha sido todo un desastre. Primero le dijo no a la Avenida ALO, para terminar seis meses después haciendo lo contrario. También ha estado desacertado en el manejo de los cuellos de botella de la circunvalar con la 94 y de la 98 con 11.  Prometió reabrir el puente de la Séptima con 26. Y nada. Todo un despelote.

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