Los últimos indicadores sobre los niveles de contaminación en el aire en ciudades como Medellín y Bogotá, o algunas medidas adoptadas recientemente en países como Francia, Alemania o Reino Unido; que han dado muestras de estar preocupados, y de estar actuando frente a la problemática ambiental causada por el combustible de los vehículos, sientan precedentes para el inicio inminente de la transición hacia nuevas fuentes de energía para el transporte, especialmente, hacia la movilidad eléctrica.

Desde mi punto de vista, como humanista, pero también como ingeniera electrónica, la energía eléctrica para la movilidad de vehículos constituye hoy en día la opción técnicamente más viable para reemplazar masivamente las fuentes de combustibles fósiles en el segmento de la movilidad urbana, y este hecho trae consigo no solamente muchos cambios, sino también grandes desafíos; algunos de ellos, la adaptación de las leyes vigentes, la diversificación de los modelos energéticos de los países, el cambio de mentalidad de la ciudadana, el desarrollo de nuevos segmentos de negocios, entre otros.

Algunas medidas adoptadas por países pioneros en movilidad eléctrica son, por ejemplo, las metas fijadas para París y Londres de tener un parque automotor totalmente eléctrico para 2040 o la reciente decisión del gobierno alemán de prohibir la fabricación de nuevos vehículos a Diesel.

En el último caso, estas medidas conllevan un impacto indudable para la industria automotriz, sin embargo, y sorprendentemente, dicha medida sobre el Diesel ha sido analizada y acogida por los fabricantes de la industria automotriz alemana, incluyendo a los gigantes de Stuttgart, Porsche y Mercedez-Daimler y a otros como VW y BMW. Estas compañías están haciendo grandes inversiones en sus departamentos de investigación y desarrollo para ofrecer alternativas híbridas y modelos totalmente eléctricos. En su modelo de negocio se cuenta en este momento con el hecho que esta es la tendencia mundial a nivel energético y están empezando a actuar con relación a esa ineludible realidad. Algo similar debe plantearse en la industria petrolera, por lo menos, para el segmento del consumo vehicular de hidrocarburos; lo digo, ya que los hidrocarburos se seguirían usando para el transporte aéreo y otras aplicaciones que requieran altos niveles de potencia por lo menos, hasta que la tecnología nuclear controlada o de celdas de combustible puedan reemplazarlos.

En Colombia la cosa se está moviendo como bien se ha publicado ya en recientes artículos, y vale la pena mencionar 3 casos concretos, a saber: 1. La puesta en marcha del primer bus 100% eléctrico de Metroplús en Medellín con capacidad para cerca de 150 personas con la expectativa de que toda la flota nueva sea eléctrica 2. La iniciativa llevada a cabo por el representante a la cámara Federico Hoyos con la colaboración de Iván Duque sobre el proyecto de ley 075 de 2017 que permitiría entre otras cosas, que los usuarios de vehículos eléctricos obtengan descuentos en obligaciones como el impuesto al vehículo, el registro vehicular y la revisión técnico-mecánica, o que tengan beneficios como tasas rebajadas en estacionamientos (máximo el 50% de lo habitual para un carro convencional), la ratificación del no pico y placa, la construcción de un número mínimo de estaciones carga rápida en las ciudades o la inclusión de una norma para que todo edificio nuevo incluya la acometida eléctrica para proporcionar puntos de carga para vehículos y 3. La operación piloto realizada en Bogotá por el grupo Enel, almacenes Éxito-Carulla y Car-B con la que se puede, a través de una aplicación para celular alquilar por horas o kilómetros un carro eléctrico, con la facilidad de acceder al vehículo en uno de los puntos autorizados (8 sucursales de Éxito y Carulla hasta ahora) y volverlo a dejar en otro punto autorizado diferente.

Ahora bien, los dos principales obstáculos que se suelen presentar en el proceso de proliferación de la movilidad eléctrica son la insuficiencia de puntos de carga en las ciudades y el costo de los vehículos eléctricos en las primeras etapas. En ciudades como Hong Kong, por ejemplo, algunos usuarios de estaciones eléctricas subsidiadas afirman que las filas para carga llegan a ser, en sus propias palabras, ¨ridículas¨ pero por otra parte existe la necesidad de educar al usuario para programe los momentos de carga de su vehículo y lo haga también en su casa o a costo propio teniendo en cuenta que el costo suele ser un 45% menos que el del combustible para un carro convencional.

Finalmente, en todo proyecto pionero que implique un cambio de paradigma, surgen obstáculos y cosas a ser cambiadas, hasta que todo se hace más fácil. Hay que ponerse la mano en el corazón, esto implica un esfuerzo colaborativo de legisladores, inversores con visión y ciudadanos, pero al final los beneficios los percibiremos todos.

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Redacción Minuto30

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