Los príncipes Alberto II y Charlene de Mónaco, convertidos ayer en marido y mujer, celebran a estas horas su enlace religioso, con la presencia de unos 850 invitados en el patio de honor y de 3.500 en la plaza del Palacio, incluidos jefes de Estado y representantes de las casas reales.

Ceremonia religiosa

La ceremonia será oficiada por el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, y está previsto que finalice una hora y media más tarde, frente los apenas quince minutos que duró el sobrio acto celebrado ayer, en el que la princesa Estefanía no pudo evitar emocionarse.

De cumplirse el programa al minuto, la pareja se dirigirá hasta la Iglesia de Santa Devota, patrona del Principado, para que la novia, como manda la tradición, deposite allí su ramo, tal y como hizo la fallecida princesa Gracia tras su boda con Rainiero III en 1956.

El príncipe Alberto II y Charlene, también princesa desde este viernes, se desplazarán hasta ese lugar en un descapotable, un Lexus LS 600h Landaulet, concebido especialmente para la ocasión, y en ese mismo coche volverán a Palacio.

Los invitados, algunos de los cuales comenzaron a llegar ayer y acudieron a una recepción en su honor, como los príncipes de Holanda o los de Dinamarca, serán agasajados en la Ópera Garnier con una cena preparada por el célebre chef francés Alain Ducasse, y con un espectáculo de fuegos artificiales que dará por cerradas las festividades.

En esta ocasión fuentes de Palacio han adelantado que irá vestida de Giorgio Armani, mientras que el novio portará el uniforme de verano, blanco, de la compañía de carabineros.

Boda Civil

 

Ceremonia Civil

Para su boda civil, Su Alteza Serenísima la princesa Charlene ha sorprendido con un elegante traje pantalón de gasa en color azul aguamarina que ha combinado con un cuerpo de encaje y una chaqueta de manga larga a pesar del calor que reinaba hoy en Mónaco.

Charlene ha recogido su pelo en un sencillo moño bajo, ha optado por un maquillaje muy suave y apenas llevaba joyas, sólo unos pendientes de brillantes, ni siquiera su anillo de prometida.

Las primeras informaciones aseguraban que Karl Lagerfeld, invitado a la boda, había diseñado el traje de Charlene.

Después, se llegó a pensar que se trataba de una creación de la propia princesa pero finalmente, todo apunta (aunque no está confirmado) que la soberana de los monegascos se ha decantado por un diseño de la casa suiza Akris, la misma que firmaba el vestido verde con el que posó oficialmente para anunciar su compromiso oficial con Alberto de Mónaco.

Últimamente, Akris se ha convertido en la firma de cabecera de la princesa y confió en ella para asistir a la boda de los duques de Cambridge el pasado 29 de abril.

Invitados

Princesas Estefanía y Carolina de Mónaco, en la Boda de su hermano

Las princesas Carolina y Estefanía de Mónaco, junto con sus respectivos hijos, hicieron hoy su entrada radiantes en la plaza del Palacio principesco.

Los hijos mayores de Carolina, Andrea, Pierre y Carlota, ésta última con el pelo recogido, un pequeño velo negro y un vestido rosa con escote barco, llegaron junto a sus respectivas parejas.

Desde los lujosos hoteles de París y Hermitage, que hospedaron al grueso de los invitados, se vieron desfilar las pamelas, tocados y vestidos de cóctel requeridos para la ocasión.

Los príncipes de Suecia, Noruega y Dinamarca fueron de los primeros en salir, y desde allí se pudo ver también a los herederos de Holanda y Bélgica, entre los cuales la princesa Máxima optó por un traje naranja adornado con una flor, y la princesa Matilde por uno azul.

Se pudo ver al presidente de la FIA, Jean Todt, a Luis Alfonso de Borbón y Margarita Vargas,así como a la exmodelo francesa Inés de la Fressange, acompañada de sus hijas, o al actor británico Roger Moore y a su mujer, matrimonio habitual del Principado, y al que los monegascos recibieron con aplausos.

El equipo encargado de organizar la ceremonia informó que para establecer el orden de entrada se ha mezclado «el protocolo monegasco, el real y el republicano, sin olvidar el de cortesía» y que las personalidades de alto rango iban a acudir en último lugar, entre ellos el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sin su mujer, Carla Bruni.

A diferencia de Rainiero III y la princesa Gracia, que en abril de 1956 se casaron en la catedral del Principado, Alberto II y su mujer optaron por celebrar su unión religiosa en Palacio, para dar cabida al mayor número de invitados posible.

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