Lo ocurrido con Jesús Santrich, cabecilla de las FARC, es la demostración palmaria, acerca de que para el marxismo el narcotráfico hace parte de la “combinación de todas las formas de lucha” para la toma del poder, o sea que el término acuñado por el embajador de EE.UU en Colombia en 1985, Lewis Tambs, sobre la existencia de una narcoguerrilla ha sido una realidad inocultable, Resaltando que para el comunismo totalitario no importa que su teoría sea lo más perverso, lo que interesa es que se cumpla en la práctica, valiéndose de métodos inescrupulosos para alcanzar sus objetivos.

El dictador comunista cubano Fidel Castro, que prestó la isla para llevar droga a USA, hizo una exaltación al narcotráfico cuando dijo: “que así como el opio sirvió para las guerras coloniales en Asia. Entonces nada más justo que los pueblos devolvamos esa acción con venganza histórica” desde luego usando el tráfico de cocaína, por ello en la década de los ochenta del siglo pasado, estuvo el gobierno de Cuba fuertemente involucrado en el narcotráfico hacia EE.UU con el Cartel de Medellín, pero de manera torcida siendo un asunto de los principales jefes de la camarilla comunista cubana, tomaron como chivos expiatorios al general Arnaldo Ochoa “héroe de Angola” y a otros tres militares quienes fueron fusilados el 14 de julio de 1989,como trapisonda para no tener problemas mayores con USA.

En materia de narcotráfico la pandilla comunista venezolana que maneja a ese país, no se queda atrás y tiene el Cartel de los Soles, conformado por miembros corruptos de la Fuerzas Armadas de Venezuela con el beneplácito del régimen de Maduro, en donde las actividades criminales no solo son de narcotráfico, sino de minería ilegal y contrabando de combustible, siendo el principal capo de estas actividades Diosdado Cabello, quien por estos días organiza el encuentro XXV de la internacional comunista del foro de Sao Pablo en Caracas del 24 al 28 de Julio; ese aquelarre marxista es la expresión más sucia de la depravación, pues lo que busca es mostrar el respaldo de los cipayos comunistas de diferente partes del mundo a la dictadura genocida de Nicolás Maduro.

El marxismo en sus actividades terroristas ha ido de la mano con el narcotráfico, como ocurrió con el Palacio de Justicia en Colombia en 1985, cuando el M-19 una agrupación salida del partido comunista y las FARC, que infiltró a la ANAPO del general Rojas Pinilla a principios de los años 70 del siglo pasado, se tomó a sangre y fuego la Casa de la Justicia en Bogotá, para impedir la extradición hacia EE.UU de los narcotraficantes quienes eran socios del grupo terrorista.

Como resultado de los acuerdos de La Habana entre el gobierno de Santos y las FARC, los cultivos de coca se multiplicaron por 5, lo que constituye una calamidad nacional, que incrementa la violencia, la deforestación, la contaminación de los ríos por la minería ilegal y diferentes formas de ecocidios, que dentro de la lógica marxista no interesan, pues lo que les concierne a las elites comunistas es llegar al poder, no importa que toque gobernar en un desierto.

Queda bastante claro, que la “combinación de todas las formas de lucha” como vía estrategia para la toma del poder que proclamó el PCC en el noveno Congreso de 1961, ha seguido su rumbo con los recientes acontecimientos en donde indiscutiblemente el narcotráfico hace parte de una conspiración en contra de la democracia y la libertad no solo en Colombia sino en diferentes países de Latinoamérica, impulsado por la doctrina leninista que promueve las tareas más abyectas con miras a alcanzar sus viles objetivos, que son fundamentales para el comunismo totalitario y así llevar a las masas a la esclavitud política.

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Redacción Minuto30

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