Fabio Valencia Cossio

Ya salió algún periodista a decir que el libro que esta semana lanzará Fabio Valencia Cossio es un refrito, término que en nuestro argot significa “ya todo lo sabíamos”. Equivocado pronóstico, por el texto –ya listo para poner en librerías- y por las primicias que habrá de arrancarle en su presentación la presidenta de KienyKe, Adriana Bernal, que prepara artillería para ahondar en los asuntos más noticiosos del volumen anunciado.

Edgar Artunduaga

Edgar Artunduaga

Sin “chiviar” a Valencia y a Bernal, aquí hay algunos adelantos, fruto de una ojeada al libro y un diálogo radial reciente.

PABLO ESCOBAR ORDENA SU MUERTE

Nuestro presentimiento era cierto, las sospechas se confirmaron cuando un juez me llamó a declarar tras el allanamiento a la finca “El Bizcocho”, de Pablo Escobar. Me mostró una libreta en la que, en una página, había dibujada una cruz y debajo varios nombres:

William Jaramillo Gómez (entonces alcalde de Medellín).

Jaime Sanín Echeverri (periodista y papá de Noemí Sanín, excandidata presidencial).

Valencia Cossio, Ramiro, Sonia, Fabio.

Poco tiempo después, en la cárcel de Itagüí, un sicario confesó que, efectivamente, Pablo Escobar había ordenado asesinar a los tres hermanos Valencia Cossio, pero la orden no se cumplió por intervención de su mamá, doña Hermilda Gaviria.

Inicialmente, ni mis hermanos ni yo creímos aquel cuento: nadie en la familia tenía relación con Pablo Escobar, ni mucho menos con su mamá. Pero eso no era del todo cierto, y mi papá nos explicó el porqué. Nos contó algo que nunca habíamos sabido:

Cuando él era visitador escolar, recorría los centros educativos de los pueblos y las veredas, y en una de esas veredas del suroeste era maestra la mamá de Pablo Escobar. Embarazada y enferma, le pidió a mi papá el favor de que la trasladara a un lugar más cercano a Medellín, ya que le costaba mucho desplazarse cada día hasta la escuela. Mi papá, que la vio realmente mal, le hizo el favor y la trasladó a El Tablazo, en Rionegro. Era el año 1949, y allí nació uno de sus siete hijos. Posiblemente Pablo Emilio.

EL CAGUAN Y LA SILLA DE TIROFIJO

El presidente Pastrana no sabía qué hacer. La ausencia del jefe de la guerrilla, Manuel Marulanda Vélez, también conocido como “Tirofijo”, en la fotografía oficial era un golpe muy duro. Una descortesía muy grande hacia un gobierno que le ofrecía todo.

El presidente nos consultó si subía o no. Los que estábamos allí le aconsejamos que lo hiciera. Todos coincidimos en que, frente a la opinión pública, era mejor que la silla vacía fuese la de Marulanda, y no la del Gobierno. Él tenía dudas… pero finalmente subió. Y aquella imagen del presidente Pastrana en soledad inmortalizó el momento que ha pasado a la historia como “la silla vacía”.

Entonces no fuimos capaces de interpretarlo, pero aquel era un augurio del poco compromiso de la guerrilla con el proceso.

Hubo toda clase de excusas por parte de las FARC para justificar la ausencia de Marulanda en la mesa de negociación: que había francotiradores, que no estaba garantizada su seguridad… después nos dijeron que había sido un ataque de pánico escénico.

Lo que pasó siempre ha sido un enigma para mí. Creo que, en parte, fue una estrategia publicitaria. La guerrilla quería demostrar que estaba fuerte y aquel desaire fue un gran golpe ante la opinión internacional.

LO QUE SE PERDIO LA GUERRILLA

Muchas cosas se habrían podido negociar en el Caguán. Y el Estado estaba dispuesto a ello. Sus representantes teníamos la disposición de llegar a acuerdos amplios y generosos. Se habría podido integrar la guerrilla a la sociedad civil y en la estructura productiva del país. Se habría podido pactar una Constituyente que reformara la Carta Magna, habrían tenido la oportunidad de tener representación política, como ya había ocurrido en el pasado. Pero la ceguera de las FARC les hizo desaprovechar una oportunidad histórica.

El Gobierno tenía previstos indultos para los miembros de la guerrilla, igual que los había habido para el desmovilizado M-19. Ese fue el motivo por el que Colombia demoró su adhesión a la Corte Penal Internacional. Se creyó que podríamos llegar a un acuerdo previo. Pero ello no fue posible.

LA PAZ POR VENIR

La paz real, la que queremos, la que reclaman, la que necesitamos los colombianos, nace de una verdadera voluntad política de las partes, sin intereses mezquinos ni subalternos, la que sea incluyente con todos los sectores del país, una paz sobre bases reales, sin entregar principios ni compromisos internacionales, una paz duradera y estable, una paz que modifique, a través de una Asamblea Nacional Constituyente elegida popularmente, las instituciones en crisis, en la que no puedan presentarse los miembros del Congreso y donde se garantice la participación de minorías y regiones, donde surja un verdadero tratado de paz que nos obligue sin condiciones a todos los colombianos.

La paz justa nace de la transparencia en sus propósitos, y no de los intereses subalternos de coyuntura.

Una nueva Constitución, para un nuevo país. Reconciliación sí, impunidad no. Paz duradera, estable, justa y real.

Fabio Valencia Cossio

Fabio Valencia Cossio

EL ROLLO POLÍTICO…

¿Usted comparte las tesis del Procurador sobre el proceso de paz?

Hay enormes dudas sobre la impunidad que puede existir en el tratamiento de los delitos de lesa humanidad y los delitos de guerra, que no pueden ser indultados porque Colombia ha suscrito el Tratado de Roma.

Como está concebido el Marco Jurídico para la Paz habrá una impunidad muy grande. Este es un proceso más político y electoral, con muchos peligros, quizás más largo que el del Caguán.

¿Le llama la atención el liderazgo político del Procurador Ordóñez y una eventual candidatura suya?

El Procurador es un líder que interpreta a un gran sector de la opinión nacional. Es un hombre de carácter, de principios, que evidentemente está cumpliendo una función constitucional, como es la defensa de la sociedad y de la institucionalidad. Yo creo que es una gran reserva moral y política para el país.

¿Usted se casó definitivamente con el expresidente Uribe?

Conservadores de base hemos decidido acompañar al ex presidente Uribe en su propósito de una lista para el Senado.

¿Es posible derrotar a Santos en su propósito de reelección?

En política el cuento del gallo tapado existe. Y también que nunca sabe cuándo salta la liebre. Los hechos políticos abren muchas posibilidades. Este país va en un deterioro lamentable muy acelerado y eso puede hacer surgir liderazgos que permitan tener una opción real de poder.

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Redacción Minuto30

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