El 7 de agosto del presente año extirparemos el cáncer que se localizó en la casa de Nariño desde el mismo día del 2010 y que se expandió durante 8 años en gran parte de las instituciones del estado colombiano, con consecuencias funestas para la viabilidad como nación de un pueblo cuyas tradiciones democráticas lo indujeron a soportar el desgobierno y la mentira de un individuo, cuyas capacidades de liderazgo se orientaron a favorecer a un grupo de terroristas con orígenes que se remontan a las guerras partidistas de 1940; un receso con la amnistía de 1953 y se convirtieron inicialmente en guerrillas comunistas a principios de1960 cuando Alias Manuel Marulanda Vélez decidió volver a las armas después del asesinato de Jacobo Prias Alape a manos de un paramilitar amigo de los liberales limpios.

Se llamó La Móvil a un grupo de aproximadamente 30 integrantes que usando la estrategia de guerra de guerrillas, se enfrentó al ejército y persistió hasta la fecha con diversos nombres y con ideología cambiante, hasta llegar a convertirse en el principal cartel de narcotraficantes y terroristas que en la actualidad opera en el país.
Los dirigentes de ese gran consorcio delictivo enfermos y entrados en años se vieron acosados desde el año 2002 hasta el 2010, como consecuencia de ello decidieron buscar la manera de jubilarse y encontraron el camino cubierto con pétalos de rosas, cuando el actual mandatario accedió al poder con unas banderas que traicionó a la semana de sus posesión y sacó su verdadera casta de simpatizante activo de la lucha armada, para instaurar en Colombia el régimen que su nuevo mejor amigo había instaurado en el Vecino del Oriente.

Ese cáncer del Socialismo del siglo XXI empezó a formar el tumor de corrupción, desgobierno, gigantismo del estado, el CVY desbordado, la mermelada para mantener fieles a congresistas, fiscales, jueces, magistrados, políticos, órganos de control, gobernadores, alcaldes y muchos otros funcionarios ligeros de principios y ávidos de dinero fácil, que como moscas acudían a esos platos llenos de mermelada corruptora para saciar su perverso apetito.
Así esquilmaron al erario público, se promovió la generación de carteles de testigos falsos, fiscales corruptos, contratos inútiles (Tocarruncho), desviación de recursos de la salud (Saludcoop), venta de activos del estado (Isagen), se permitió el ingreso indebido de dinero de contratistas extranjeros a la campaña de reelección del 2014 (Odebrecht), se construyeron puentes que se cayeron sin concluirse (Chirajara), se murieron niños desnutridos por el desvío de los recursos para la alimentación escolar, se violaron todas las disposiciones legales y constitucionales para dar indultos a criminales de lesa humanidad, convirtieron al narcotráfico, trata de personas, actos terroristas en delitos políticos, desconocieron la voluntad popular que el 2 de octubre de 2016 negó con su voto el acuerdo de impunidad que se hizo a espaladas del pueblo en la Habana.

En consecuencia la industria nacional decayó, el comercio se estancó, el empleo formal disminuyó, los valores fundantes desaparecieron dando origen a los carteles de: la toga, testigos falsos, los pañales, el cemento, los fiscales, la comunidad del anillo, contratistas y en fin una gran cantidad de modalidades delictivas todas orientadas a conseguir tajadas de los recursos del estado.

Es por eso que a partir de agosto de este año una vez extraído el tumor que representa el espurio en el poder, Colombia entra a la unidad de cuidados intensivos sometido a grandes dosis de quimioterapia para extirpar el cáncer cuya metástasis invadió a casi todo el territorio nacional.

Una de las grandes manifestaciones de la enfermedad se puede observar en la división promovida por el espurio entre los amigos y enemigos de la paz (sofisma mentiroso en materia grave) que llevó a los comunicadores, áulicos del ocupante de la casa de Nariño, a esparcir semillas de odio entre los colombianos hacia quienes no compartimos desde siempre lo que se estaba cocinando en La Habana. Esas semillas iban dirigidas a fomentar el odio hacia Uribe y todos sus seguidores.

8 años de ataques continuados hacia la figura del presidente germinaron en gran parte de los votantes del perdedor el 17 de junio de 2018.

Ahora al elegido le toca una labor de sanación generalizada para erradicar la polarización entre amigos y enemigos del acuerdo de impunidad; esas componendas nunca pueden llamarse acuerdos de paz y buscar a como dé lugar, que los colombianos emprendamos juntos el sendero de la reconciliación, el desarrollo, la generación masiva de oportunidades, el emprendimiento y la cultura de convivencia y la legalidad que nos catapultará a las grandes ligas de las naciones.

UCI: Unidad de Cuidados Intensivos.

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Redacción Minuto30

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