A hoy, 21 de agosto de 2023, los logros en materia de calidad educativa, en Medellín y Antioquia (en Colombia, son lamentables) siguen siendo para vergüenza propia y ajena; en ningún período de nuestra historia, fueron tan lamentables. Lo más triste es que en época de elecciones, los candidatos se montan en este caballo, a sabiendas que ni las riendas saben sujetar y, entendiendo que a buena parte de los electores se les engaña fácilmente, prometiendo que seremos la ciudad y el departamento modelo en educación, lo hacen reiterativamente. Para no levantar enjalmas, y evitar sonrojarnos de vergüenza, no cito esas frases de campañas que sirvieron para que buena parte de la canalla política regional que ahora nos gobierna (y nos ha gobernado), engañara al elector y, de paso, se llenara los bolsillos.

Hace 29 años, el 12 de julio de 1994, diez compatriotas de alto nivel social y profesional, encabezados por Gabriel García Márquez, entregó al presidente de la época, César Gaviria, el Informe Conjunto de la entonces denominada Misión de Sabios, consistente en una propuesta integral para la educación, con el fin de sacar a Colombia de la pobreza educativa que ostentaba a nivel mundial, y que buscaba poner a la Patria en la urgente línea del desarrollo.

Hoy, 21 de agosto de 2023, la realidad dice que, definitivamente, el informe se quedó en el papel; que no contó con voluntad política, y menos aún se convirtió en política  pública de Estado. Hoy, 29 años después, la postración del país en materia educativa no puede ser peor: Colombia está en los baremos más bajos, entre el conjunto de países del mundo, en pruebas como Lenguaje y Matemáticas (el segundo idioma, inglés, ha sido una estafa nacional), y las pruebas de solución creativa de problemas, es para palidecer. Y para qué recordar la vergüenza mundial  en las Pruebas Pisa de años anteriores, para lo cual las distintas ministras de educación de los últimos cuatrienios, han ofrecido explicaciones que pasaron de banales a tontas.

Lo más lamentable es que hoy, 29 años después de que Gabo, Marco Palacio, Luis Fernando Chaparro, Carlos Vasco, Rodolfo Llinás, Manuel Elkin Patarroyo, Ángela Restrepo, Eduardo Aldana, Rodrigo Gutiérrez y Eduardo Posada, presentaran su informe, ni siquiera atendimos al exrector de la Universidad Nacional de Colombia, Marco Palacio, cuando afirmaba que “si tuviéramos que volver a reunirnos, presentaríamos el mismo informe”, prueba inequívoca de que ¡no se ha avanzado nada! Y el plan era correcto. A hoy, por el contrario, la “locomotora”, se nos ha ido, sin siquiera subirnos a ella.

En el aspecto educativo -como en cualquier asunto importante de la vida nacional-, lo primero que necesitamos es voluntad política: Singapur necesitó 15 años para pasar de una educación “Aceptable” a “Excelente” y lleva 14 años conservando ese logro. Corea precisó de 12 años para migrar de “Bueno” a “Excelente”; Canadá consiguió esta misma categoría, en 3 años; Eslovenia pasó de “Aceptable” a “Bueno”, en 8 años, y Polonia necesitó únicamente de 3 años para hacer el mismo tránsito. ¡Para qué referenciar a Japón y a otras potencias, si no es más que hurgar en nuestra propia llaga!

Ante el desastre educativo que ancla indefectiblemente al país en el subdesarrollo, es imprescindible despolitizar la educación; no seguir convirtiéndola en el “Rocinante” de la política, para con ella –que a mi modo de ver es sagrada y es un derecho constitucional y natural- engañar a comunidades enteras, en especial a padres de familia, niños y jóvenes, que tienen en ella la única vía para salir de la pobreza y el abandono.

Esperemos que la decisión que tomó Singapur, Corea, Canadá, Eslovenia y Polonia, por recordar únicamente a los ya citados, también la tome Antioquia y Colombia, aunque la realidad política del país, nos diga que es esperanza vana. ¡Soñada quimera!

Por favor señores políticos y candidatos:

No monten discursos imposibles, sin futuro, simples globos soltados en campaña. La Linea Educación, debe estar claramente estipulado en el plan de desarrollo respectivo, como asunto de honor y respeto por la comunidad,  no como material de politiquería.

¡La educación no es caballo de campaña; es un derecho natural y constitucional!

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Redacción Minuto30

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