Para nadie es un secreto que la mayor fuente de ingresos de cualquier país radica en los impuestos que de distinta naturaleza recauda de ciudadanos y empresas y que, por lo menos en teoría, esos impuestos son los que financian las obras de las cuales se beneficia la gran mayoría. En los estados más avanzados que el colombiano existen normas estrictas en cuanto a esta materia y quienes tienen que pagarlos se exponen a fuertes sanciones, incluyendo la penal, caso de no cumplir con sus obligaciones tributarias; pero aparte de la posibilidad de coerción, en el imaginario colectivo existe la clara idea del deber y la responsabilidad por pagar los tributos, lo que gustosamente se hace, pues todo el mundo sabe que los mismos son bien administrados y sobre todo se revierten en programas sociales de calidad de los que se beneficia la gran mayoría de la ciudadanía.

Sobresalen países como Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia, Australia, entre otros, que tienen programas de salud, educación, vivienda, seguros temporales frente al desempleo, vías de infraestructura de calidad, niveles que llegan casi a cero en materia de corrupción, entre otros aspectos.

En Colombia, parte de esos recaudos que realiza el estado se dirige a obras sociales, pero parte de ellos, es vox populi, van a parar al bolsillo de los corruptos, son descomunales las cifras que según distintos organismos nacionales e internacionales van para las arcas de los corruptos y la persecución a estas personas es muy baja por lo que los niveles de impunidad frente a este tipo de delincuencia es muy alta; es esta y no otra la razón por lo que se presenta la evasión de impuestos, se declara menos de lo que se debe, se van capitales para el exterior o sencillamente quienes tienen que pagar impuestos se valen de cuanta manera haya para pagar menos de lo que legalmente les corresponde, mientras que en otras latitudes gustosa y presurosamente acuden los ciudadanos a pagarlos.

Otra cosa es que en países como Estados Unidos existe una tarifa única sobre prácticamente todos los productos y es la misma desde hace muchos años. Entre nosotros no, existen varias tarifas y unos cuantos productos que no tienen impuesto y cada dos años aproximadamente se lleva a cabo una reforma tributaria para aumentar impuestos, parte de los cuales ya sabemos dónde termina.

Mucho se ha hablado de la reforma tributaria presentada por el gobierno al congreso, rebautizada ley de financiamiento, con la que se pretendían recaudar 14 billones de pesos, finalmente se acordó conseguir 7. Lo cierto es que al principio se quiso gravar la canasta familiar y las pensiones, al final los partidos no respaldaron semejante propuesta y se están buscando los recursos que faltan por otras vías, por fortuna así fue, porque si a millones de personas se les dificulta comprar alimentos porque el dinero no les alcanza, con precios más altos sería más complejo.

El problema, para los que pueden, no es tributar ni pagar impuestos, es sabido que se debe aportar para generar bienestar general y para que lleguen a los más desprotegidos programas que les satisfagan necesidades básicas, lo que da piedra es que los corruptos se roben tanto dinero de los impuestos y en lugar de emprender verdaderas cruzadas contra ellos, se busquen más tributos, se ha dicho por expertos que si se controlara la corrupción se evitarían no sé cuántas reformas tributarias, a esto es a lo que hay que apuntarle de unas vez por todas.

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Redacción Minuto30

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