Nada más oportuno, que traer a la memoria aquella frase del pedagogo brasilero Paulo Freire que dice: “Es necesario desarrollar una pedagogía de la pregunta. Siempre estamos escuchando una pedagogía de la respuesta. Los profesores contestan preguntas que los alumnos no han hecho.” Nada más cierto, a mi real saber y entender creo que son los estudiantes quienes deben preguntar, uno debe ir a la escuela cargado de preguntas y el profesor debe prepararse para responder y orientar toda explicación necesaria. En asuntos tan obvios, no debemos pretender tapar el sol con un dedo y menos negar que algunos profesores creyéndose dueños del saber no admiten equivocarse, de ahí que sólo sepan preguntar y no responder.

Pues bien, con relación al mundo de las preguntas, recuerdo un curso de investigación donde tratando de orientar a mis estudiantes en la construcción de la pregunta inicial de su proyecto, los motivé a que se preguntaran lo que quisieran de acuerdo con el tema que habían escogido para investigar. Uno de ellos, muy inquieto y extrovertido, se hizo varias preguntas sobre la muerte y, no puedo desconocer que la pregunta llamó la atención de todo el grupo al escucharla, ¿cuándo a uno le amputan una pierna y, al tiempo uno se muere, dónde lo espera la pierna, en el cielo, en el infierno, o no lo espera?

Pues bien, no se puede desconocer la importancia de saber preguntar, pero, debemos reconocer que una buena pregunta nace de enriquecedoras lecturas, esto porque los libros aumentan el deseo de querer saber más y más. Ahora, con relación a la lectura como fuente de inspiración de las preguntas, debo decir que se ha vuelto común en conferencias, foros, seminarios, talleres, y al interior de las diferentes instituciones educativas de la ciudad, escuchar que los estudiantes de escuelas, colegios y universidades, sean estas públicas o privadas, no saben leer.

El pasado domingo 29 de octubre, el periódico El Colombiano, publicó un especial sobre la lectura, del cual me llamó la atención que… “de cada 100 personas de 15 años (9° grado) que llevan 10 años en la escuela y ya han tenido 80 profesores, sólo el 0,9% lee, entiende y puede hacer interpretación…” Yo pregunto, ¿y, el resto qué… cómo se graduaron si no entendieron nada de lo que leían? Ahora, queda muy claro, que si no leen menos sabrán preguntar.

Dicen los que saben, que entre los tres y los cinco años, los niños suelen pasar por la etapa de las preguntas, aseguran los expertos que esa fase es normal e indica que el lenguaje y el pensamiento de los niños, en medio de tantos interrogantes se están desarrollando adecuadamente, pero algunas mamás de mal genio y muy ofuscadas, en no pocas ocasiones, responden mal o no lo hacen, ignorando al niño, ah, después quieren que sus hijos sean bien inteligentes, qué ironía. No debemos olvidar que la edad de las preguntas constituye uno de los momentos, sino el más importante, para desarrollar las habilidades comunicativas, en medio de esas preguntas infantiles es donde se puede potenciar o anular un futuro investigador. Sería interesante recordar nuestra niñez y las respuestas que nos dieron a las preguntas que hicimos.

Hace pocos días, en medio de tantas noticias trágicas que involucran a los niños, recuerdo una escena muy dramática de una madre sollozante y acongojada por la pérdida de su hija de cinco añitos, violada y asesinada, y, aparece la pregunta de una “periodista”, señora, ¿cómo se siente? Ridícula. ¡Qué pregunta y, qué periodista! La verdad, asombra el grado o mejor la capacidad intelectual de muchos de nuestros profesionales en todas las áreas, falta una verdadera academia y no ese mercado de títulos y títulos. Si queremos cambiar la sociedad, debemos preocuparnos por el conocimiento en todas sus formas, debemos prepararnos en lectoescritura, y a partir de ahí se harán fáciles las demás asignaturas. Ah… retomando mi idea inicial de la pierna embolatada, quiero reiterar que preguntar es un arte, preguntar es mirar el mundo con otros lentes, es tratar de entender las cosas simples y comunes en otra perspectiva.

Hace muchos años me han dicho que saber escuchar es una de las capacidades del ser humano y que uno tiene dos orejas y una sola boca, pero, pocas veces se hace referencia a una no menos importante, cual es la de saber preguntar. Tengo claro que una mente sin preguntas está fundida o exterminada intelectualmente, esto porque las preguntas ayudan a definir las tareas, a expresar y delimitar los problemas o conocer de nuevos asuntos y temas. Lo triste de todo esto es que el hombre está gastando sus días, meses y años en preguntas inútiles, preguntas que únicamente le ayudan a alimentar el chisme, el cuento y la murmuración. Deberíamos hacer una campaña en favor de las buenas preguntas, a propósito ¿cuándo a uno le amputan una pierna y, al tiempo uno se muere, dónde lo espera la pierna, en el cielo, en el infierno, o no lo espera?

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Redacción Minuto30

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