La discapacidad más que un desafío individual y colectivo, es un inmenso valor agregado en la sociedad.

El conde Philipe Pozzo di Borgo, ahora tetrapléjico por un accidente de parapente, contrata como cuidador a Abdel Sellow, un inmigrante de un barrio marginal recién salido de la cárcel.

Poco a poco, la relación entre el empleado, sumido en  la desorientación y el empleador, harto de lidiar con cuidadores que sentían piedad de él, se va convirtiendo en la amistad de dos personas que se ayudan mutuamente a enfrentar y superar las dificultades de sus mundos.

Esta historia real ha basado Intouchables, película francesa más exitosa de todos los tiempos estrenada en 2011, que ilustra elocuentemente varias de las cuestiones más complejas de la discapacidad. La primera de ellas, ¿qué debemos entender exactamente por ese término?

Cuando se habla de discapacidad, mucha gente piensa en una condición física como la del conde o una condición intelectual. Estas visiones eran propias del denominado modelo biomédico – rehabilitador ya superado, al menos en los desarrollos teóricos.

Sin embargo, y de acuerdo con la comprensión actual acogida por la Organización Mundial de la Salud, la discapacidad es un fenómeno mucho más complejo y dinámico que refleja la interacción entre las características del organismo humano y las características de la sociedad en la que se vive (denominado modelo social).

Efectivamente en nuestra sociedad hay diferencias evidentes en el diario vivir, como los videos sin descripción de ceñas para una persona sorda, los obstáculos imprevisibles en las aceras para personas invidentes o la falta de rampas para usuarios de silla de ruedas.

Pero muchas otras personas como Abdul en la película, presentan alguna condición que afecta su forma de interactuar y participar plenamente en la sociedad, tales como el analfabetismo o la discriminación. ¿Dónde está el límite?

Es una cuestión difícil, incluso para las oficinas de estadística, que cuando se interesan por indagar al respecto, actúan bajo diferentes conceptualizaciones y, por ende, llegan a resultados dispares, a veces casi contrapuestos, que impiden la formulación, implementación y evaluación de políticas públicas realistas y satisfactorias. Yendo un paso atrás, les impide caracterizar, tener una dimensión concreta y acertada de los problemas a resolver.

Así, el reto más inmediato parece radicar en la falta de conocimiento de esta realidad por parte de los gobiernos y de las sociedades y en la consecuente imposibilidad de tomar acciones concretas, adecuadas y efectivas para transformarla.

Se estima que más de mil millones de personas en el mundo y 140 millones en América Latina y el Caribe tiene algún tipo de discapacidad. Esto representa cerca del 15% de la población total, proporción que ha ido en aumento debido al envejecimiento de la población, a la mayor prevalencia de enfermedades crónicas, entre otros factores.

Pero por ejemplo en Colombia, mientras que el Censo del 2005 arrojó que el porcentaje de población en condición de discapacidad es del 6.3%, 7,1% en 2018, el Registro de localización y Caracterización de Personas con Discapacidad (RLCPD) a 2019 exhibe un subregistro mucho mayor al reportar 1.539.750, lo que correspondería al 3.05% de la población total del país.

La caracterización es el primer punto en que se debe trabajar con ahínco.

Adicionalmente, la población con discapacidad la mayoría de las veces suele encontrarse en tal desventaja que, en todo el mundo, tiene los peores resultados sanitarios, peores resultados académicos, una menor participación económica y unas tasas de pobreza e informalidad más altas.

Ello en parte, es consecuencia de los obstáculos que entorpecen el acceso de las personas con discapacidad a derechos como la salud, la educación y el empleo, a servicios como el transporte, a entornos físicos y virtuales y a la información.

Por otra parte, a muchas personas que deben ejercer el rol de cuidado permanente se les deja en una terrible disyuntiva: O su ser querido o el digno sustento del núcleo familiar.

La mayoría de las barreras que existen, nacen de la misma sociedad diseñada con el horizonte de una normalidad restringida, que invisibiliza a quienes no se pueden acoplar y dificulta su incorporación a los procesos normales de educación e integración.

Además, se ha demostrado que los niños con discapacidad tienen cuatro veces más posibilidades de ser víctimas de actos violentos, igual que los adultos con problemas mentales.

La ignorancia es una de las mayores causas de la discriminación y del rezago en materia de derechos, ya que está totalmente demostrado que, una vez eliminadas las barreras y obstáculos a la integración, las personas con discapacidad pueden colaborar activa y productivamente en la sociedad.

Esto es fundamental: La discapacidad más que un desafío, individual y colectivo, es un inmenso valor agregado en la sociedad. La diversidad es riqueza, nos ayuda a ser mejores personas y contribuye de manera significativa al desarrollo social y a la formación humana integral.

Por eso la discapacidad atañe en primer lugar a la sociedad, pero también a las personas, a las familias y al Estado.  Debe ser abordada dinámica e integralmente, tanto en su carácter de desafío como en el de oportunidad, a fin de lograr que se implemente el diseño universal y demás paradigmas de inclusión en todos los ámbitos, conseguir el mayor desarrollo de todas las personas como seres sociales y que la sociedad obtenga tantas contribuciones que la población con discapacidad puede hacer.

Solo por ejemplificar, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las pérdidas económicas de la exclusión de estas personas oscilan entre 3% y 7% del PIB, una cifra que evidencia que hay un talento que la sociedad puede y debe aprovechar.

Escatimar en esfuerzos al respecto es mantener una situación de pierde-pierde.

El próximo 3 de diciembre se conmemorará como viene haciéndose desde 1992, el Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Conmemoración que se hará de manera ampliada, abarcando la semana de la discapacidad del 30 de noviembre al 4 de diciembre, en conjunto con la decimotercera sesión de la Conferencia de Estados Partes de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, bajo el lema “Reconstruir mejor: hacia un mundo post-covid-19 inclusivo, accesible y sostenible para las personas con discapacidad”.

El objetivo es promover los derechos y el bienestar de las personas con discapacidades en todos los ámbitos de la sociedad y el desarrollo, así como concienciar sobre su situación en todos los aspectos de la vida política, social, económica y cultural.

La mencionada Convención, aprobada en 2006, firmada por 180 países y adoptada en Colombia mediante la ley 1346 de2009, está fuertemente relacionada con la Agenda 2030 para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se compromete a «no dejar a nadie atrás.

según este instrumento internacional: “” La accesibilidad y la inclusión de las personas con discapacidad son derechos fundamentales”. Solicita a los Estados que tomen las medidas apropiadas para darles pleno acceso a la actividad cotidiana y eliminar todos los obstáculos que impiden llevar una vida independiente y participar de forma activa en el desarrollo.

Será un día no solo dedicado a las personas con discapacidad y a sus familias, sino a todas aquellas personas que contribuyen a un mundo más inclusivo promoviendo cambios que sin duda empiezan por lo cultural.

Por ejemplo, algunos han propuesto con buena intención en el marco de esta contingencia sanitaria, que toda la población con discapacidad quede incluida en el registro de ayudas sociales del Estado para población vulnerable.

Pero esos son paños de agua tibia y, sobre todo, replican de manera automática la concepción de carga.

Mejor sería generar medidas afirmativas como mínimos de contratación establecidos en Chile, Portugal, Ecuador, República Dominicana y muchos otros países, enfatizar en el valor agregado que tiene la contratación de personas con discapacidad, desarrollar procesos de inclusión laboral dentro de las organizaciones públicas y privadas y fortalecer la formación en habilidades de emprendimiento y autonomía.

A propósito de lo anterior, se deben eliminar los prejuicios asociados a la discapacidad, que hacen creer que existen ciertos cargos y roles específicos para personas con cierto tipo de características. En general, las personas con discapacidad podemos realizar cualquier actividad que nos imaginemos, con los ajustes necesarios y la formación adecuada.

Insisto, como sociedad debemos aprovechar los talentos de las personas con discapacidad y generar las oportunidades para que puedan ser desarrollados en igualdad de condiciones. También las personas con discapacidad debemos tener un rol más activo en la construcción de las propias políticas de discapacidad y otras políticas públicas.

Al respecto, debe pensarse desde lo público además de caracterizar bien, en la necesidad de unificar estrategias para fomentar el desarrollo integral de las Personas con Discapacidad.

La discapacidad forma parte de la condición humana. Toda persona, en algún momento de la vida, puede experimentar una discapacidad temporal o permanente; y la sociedad tiene que estar preparada para ello.

Todos podemos cumplir nuestras metas, ser autónomos y contribuir de manera real y verificable a nuestros semejantes, en los diferentes escenarios deportivos, formativos, culturales, sociales, laborales, espirituales, políticos, de emprendimiento y todas las demás, a elección de cada persona y en determinados casos, de sus familiares.

Los que se requieren son esfuerzos decididos, sostenidos y trasformadores, bajo un enfoque de empatías y corresponsabilidad, que incluye remplazar el pesimismo por el realismo.

. Se reclama más compromiso y menos mitos. Y claro que se necesita más compromiso, pero basado en reflexiones serias y sistemáticas que permitan avanzar en condiciones materiales de desarrollo personal y comunitario en torno a la discapacidad.

Por eso, es un compromiso con muchísimas personas y con sus familias, pero, sobre todo, un compromiso con la sociedad.

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Redacción Minuto30

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