Hace tres años por esta época, todos los cuerpos de emergencia se encontraban en Salgar (Antioquia) atendiendo a las víctimas y damnificados por una avenida torrencial en la quebrada La Liboriana, que dejó a 93 personas muertas y cuyo cauce cambió tras ese fuerte evento.

El año pasado, también por cuenta de una avenida torrencial pero en abril, una buena parte de Mocoa fue arrasada, dejando a más de 300 personas muertas. Decían en ambos casos, que era un desastre natural por el tiempo de lluvias en Colombia, muchas veces son torrenciales y tienen la capacidad de aumentar aceleradamente el caudal de los ríos.

Días atrás ya se hablaba de otro posible desastre natural, uno de los peores que podría vivir el país, pues afecta a 12 municipios de Antioquia, Sucre, Córdoba y Bolívar. En esta ocasión, la alerta proviene de una posible “avalancha” generada por la falta de control total en Hidroituango, el proyecto energético más ambicioso que ha tenido el país y con el que se pretende proveer el 17% de la energía en el territorio nacional.

El común denominador en estos tres casos que ya todos sufrimos y lloramos bastante, es que ya habían sido anunciados por sectores académicos, autoridades ambientales u organizaciones sociales. Simplemente las administraciones o gerencias de turno hicieron caso omiso a las alertas, unos por politiqueros, y otros por sobrados, pero al fin y al cabo todos arrogantes e ignorantes del poder y la fuerza de la naturaleza y de esos ríos vivos que jamás olvidan su camino, que en cambio nos recuerdan qué insignificantes somos.

Ese desastre natural que amenaza a Colombia, no es la avalancha, la avenida torrencial o el “tsunami” que podría provocar el río Cauca, como lo expresó el alcalde Federico Gutiérrez. El desastre natural es la arrogancia del ser humano, el desastre han sido los líderes sociales asesinados por denunciar los impactos sociales y ambientales de un megaproyecto, el desastre natural es la indiferencia y el silencio ante los más de 200 desplazados que vivieron durante meses en la Universidad de Antioquia, el desastre natural es primero dar abrigo y fuerzas a nuestras Empresas Públicas y no a la comunidad afectada. El desastre natural es que nuestros cuerpos de emergencias y autoridades ambientales rescaten a la fauna silvestre, pero olviden evacuar y salvaguardar las vidas de perros, gatos, gallinas, cerdos y otros animales domésticos que convivían con las familias evacuadas de las riberas del río.

El verdadero desastre ha sido que la ingeniería colombiana está supeditada a decisiones políticas y administrativas, y no a los conceptos técnicos, diseños y planes bien hechos, porque prima más el cumplimiento de cronogramas, el corte de la cinta a tiempo o la designación de recursos a componentes más importantes que la gestión del riesgo y la prevención.

Este desastre en la naturaleza humana, no sé cómo se sana. Aunque algunos dan esperanza… nuevamente, ante la falta de despliegue del Gobierno Nacional en una calamidad pública para proteger a los animales, serán los ciudadanos valientes quienes acudirán a su rescate. Así fue en 2015 en Salgar, en 2017 en Mocoa y en los próximos días viajará una comisión de veterinarios del CES y defensores de animales a la zona ribereña del Cauca a rescatar a aquellos que fueron olvidados, víctimas de la violencia institucional colombiana.

@habitanteanimal

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Redacción Minuto30

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