De mi parte considero que el llanto o pataleta del neonato es la primera expresión de protesta que hace el ser humano al llegar a este mundo. Ciertamente, al nacer, el bebé pierde todos sus privilegios, aquellos que mantuvo por nueve meses en el vientre materno haciéndolo amo y señor de un espacio que, aunque no era suyo, en él se fue acostumbrando a vivir bajo un clima adecuado, a tener comida constante, traslados a todos lados, a estar protegido del ruido y la contaminación ambiental, a mantener cuidados excesivos y muchas otras concesiones más.

Sin lugar a dudas, ese desalojo maternal lo incita a la protesta infantil mediante su primer llanto. Nacemos protestando y, lo hacemos cuando algo no nos gusta o no nos conviene, por ejemplo, si en un restaurante somos mal servidos, en un almacén mal atendidos o en una oficina pública mal tratados, tenemos todo el derecho a reclamar y, reclamar es una forma de protestar.

La sociedad no está diseñada en una sola dirección, no, vivimos bajo la sombra de las dicotomías, es decir, existe lo blanco y lo negro, lo alto y lo bajo, la claro y lo oscuro, los ricos y los pobres, los buenos y los malos, en fin, la vida nos muestra diferentes posibilidades y, es ahí donde radica la diferencia, en que los gustos son distintos.

El problema no es pensar diferente, sino atropellar o desconocer las diferencias de muchos en favor de unos pocos, ahí nace la protesta, la cual nunca debe ser sinónimo de violencia. “La protesta social es toda acción colectiva que expresa intencionalmente demandas o presiona soluciones ante el Estado, entidades privadas o individuos”. Manual para cubrir la guerra y la paz (Fescol página 20).

Como resultado de los atropellos o desconocimiento de los mínimos derechos o garantías, en el transcurso de la historia las protestas han sido la forma más elemental de levantar la voz pretendiendo ser escuchados, lo hizo, en su momento, Martín Lutero en el siglo XV en contra de la iglesia católica, apostólica y romana, produciendo un movimiento masivo conocido como el protestantismo. Mahatma Gandhi utilizó la protesta como forma de petición, suplicio y descontento contra el régimen inglés que oprimía el pueblo hindú.

No podemos dejar de recordar el “mayo francés” (1968), la “primavera árabe” (2010-2012), las protestas latinoamericanas y desde luego los reclamos que por años ha hecho la sociedad colombiana. La protesta como derecho al disenso es válida, siempre y cuando no se haga uso de la violencia en ninguna de sus formas.

Siempre se ha dicho que la fiebre es un síntoma de que algo anda mal en el organismo, a mayor temperatura peor es el mal. Haciendo una analogía con el Estado y las formas de gobierno, se puede decir que las señales o indicios para decir que las cosas no son como deberían ser son las manifestaciones que hacen los ciudadanos en forma de peticiones, quejas, desaprobaciones, disgustos, críticas y, muchas otras formas más, como señales de inconformidad social.

Con diferentes reclamos se ha vuelto común que protesten los profesores, los médicos, los estudiantes, los campesinos, los negros, los indígenas, la comunidad LGTBI y otros grupos sociales más. Lo cierto es que si la sociedad protesta es porque algo no está funcionando bien.

Tengo muy claro que la gente protesta por necesidad y no por necedad, y lo digo porque he vivido más de medio siglo y nunca he visto una protesta de congresistas, diputados o concejales reclamando mejores salarios o más prebendas. Lo triste es ver un número significativo de ciudadanos criticando a quienes salen a protestar, ojalá que aquellos que hoy tienen todo nunca tengan la necesidad de protestar, ya que no hay peor mal que un estómago vacío y sin esperanzas de alimento alguno.

Yo admito, y no soy tonto, que a las protestas están llegando infiltrados de parte y parte, eso es elemental saberlo, por eso lo digo en voz alta, las protestas no son sinónimo de violencia, son una forma de expresión social.

Teniendo en cuenta que mi abolengo es una mezcla de blancos, negros, indios, zambos, mestizos, mulatos y quién sabe quiénes más, siempre he sido y seré respetuoso de mis ancestros, lo digo porque hace pocos días se dio una “minga” y no fueron pocos los indignados ante los reclamos de los indígenas por el derecho a la vida y a no ser masacrados en sus territorios.

No se trata de defender a los indígenas por defenderlos, se trata de ser coherentes y respetuosos con el otro. Algunos están acostumbrados a descalificar las protestas desde una pantalla o un escritorio sin conocer a fondo la sintomatología de una enfermada social llamada desigualdad.

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Redacción Minuto30

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