Aunque parezca insulsa la discusión derecha-izquierda, sigue vigente y no solo en Colombia, sino en varios países del mundo, más aún, algunos países de Europa, con sucesivos gobiernos de centro izquierda o de izquierda, han virado a la derecha y han elegido gobiernos con propuestas de esta naturaleza. Debe, sin embargo, hacerse una aclaración: por norma general cuando se hace referencia en Europa a gobiernos de izquierda, se habla de gobiernos socialistas que han traído bienestar y buen nivel de vida a sus gobernados. En América Latina, y la realidad así lo ha mostrado, con una que otra excepción, cuando se habla de gobiernos de izquierda, casi siempre éstos han simpatizado con el comunismo y han adoptado políticas propias de esta forma de gobernar.

Dentro de pocos días se llevarán a cabo las elecciones para elegir congreso de la república y en menos de tres meses se harán otras para elegir presidente y vicepresidente y como están las cosas las orientaciones de los candidatos a la última de las mencionadas elecciones están bien marcadas: o son de derecha o son de izquierda, así ellos mismos lo quieran negar. Y la razón es clara, la conversión de la banda criminal de las Farc a grupo político Farc (Fuerza revolucionaria del común) ha hecho que los candidatos presenten propuestas que claramente los identifican con una u otra postura ideológica. Para nadie es un secreto que candidatos como Piedad Córdoba y Gustavo Petro comulgan con ideologías de izquierda al estilo latinoamericano, ambos han expresado sus simpatías con regímenes como el de Venezuela y hemos visto como la mencionada dama ha propuesto la abolición del IVA, o uno de los voceros de la guerrilla decir que una vez en el poder van a crear un salario mínimo vital para las clases sociales más desfavorecidas, que como sabemos son la mayoría en nuestro país; propuestas como éstas no salen de labios de un candidato de otra ideología. Por el contrario, candidatos como Germán Vargas Lleras, Iván Duque o Martha Lucía Ramírez están en el otro extremo del espectro ideológico-político, a los cuales es común escucharles propuestas como las de generación de empleo, combatir la corrupción, fomentar el acceso a vivienda de las familias, hacerle algunos ajustes al acuerdo con la guerrilla, entre otras. El señor Sergio Fajardo no sabemos de qué lado está, pues no se le escucha ninguna propuesta concreta, sin embargo, es relativamente fácil imaginar qué orilla lo seduce.

No se puede negar que una de las causas principales del auge de la izquierda en nuestro continente ha sido la corrupción, los malos manejos y el clientelismo de las castas políticas tradicionales, las cuales se suelen identificar como de derecha. Lo mejor sería que en Colombia el gobierno que suceda al actual se fuera de frente contra la corrupción y la redujera lo más posible, que diera soluciones reales y concretas a la salud, la administración de justicia, la educación, la vivienda, el empleo, etc., pero de ninguna manera son admisibles, no propuestas, porque los candidatos que simpatizan con la izquierda radical no lo harán público, cambios que van en contravía de nuestra tradición democrática, por ejemplo, coartar libertades básicas y fundamentales de los individuos, expropiar la propiedad privada (incluidas empresas y fábricas que producen bienes para el consumo y bienestar social), persecución a la oposición, entre otras muchas que le dan tintes a un gobernante de ser, en el mejor de los casos, un autócrata, lo que generalmente desemboca en otra forma de gobierno.

Lo que tiene claro la sociedad es que las clases dirigentes tradicionales en nuestro país han hecho lo que les da la gana, pero en ese hastío y cansancio, a todas luces entendible, su vuelcan por una solución nada recomendable, aunque no se vea de momento así. Ejemplos tenemos: en Argentina se eligió a los esposos Kirchner y vean cómo dejaron al país; lo de Venezuela es tan claro que no amerita ningún comentario; en Bolivia, Evo Morales hace lo que quiere por encima de la Constitución; Nicaragua está en manos de los corruptos e ineptos esposos Daniel Ortega y Rosario Murillo; en México hay sectores que claman por que no se vaya a elegir a Andrés Manuel López Obrador, quien pretende ser émulo de Maduro. Por el lado de la derecha sucede lo mismo, en países como Austria, Suiza e Italia, unos gobiernos radicales quieren cambiar las reglas de lo que han hecho sus antecesores de izquierda.

La ciudadanía conoce los candidatos a la presidencia, ojalá elijan bien y no tengamos que lamentarnos de lo que sucede en nuestro vecindario, requerimos un presidente que reafirme y refuerce la democracia y sus libertades y genere oportunidades para los que más las necesitan, no uno que llegue con ánimo revanchista a cambiar lo establecido.

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Redacción Minuto30

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