Algún día – el cultivador de la campaña de Donald Trump – el gran Roger Stone dijo: “Siempre jugaras sometido a las reglas, pero cuándo las reglas cambien tendrás que cambiar la forma de jugar. Es por eso que cuándo descubran algo perturbador de ti, no te asustes; se descarado y sínico. Lo único peor a que hablen de ti, es que no hablen te ti; es mejor ser infame, que nunca ser famoso.”

El presidente venezolano Nicolas Maduro siempre había jugado sometido a las reglas de su caudillo, sometido a la constitución de 1999, una constitución cultivada por el chavismo. Pero las reglas cambiaron. La oposición empezó a florecer y su popularidad a desvanecer, sin embargo, Maduro no se asustó, fue infame y audaz. Cambio su forma de jugar y de interactuar, ya su interacción no era democrática, ahora era autoritaria.

En la actualidad quiere implantar una Asamblea Constituyente ilegal, antidemocrática y autoritaria. Un acto inconstitucional que va en contra de los derechos fundamentales de la constitución, la constitución de su indigno caudillo – el difunto Hugo Chávez.

Bajo las condiciones del filósofo alemán – Lüwenstein – el gobierno de Maduro ha sido un régimen autoritario, un régimen caracterizado por excluir a los destinatarios del poder, pero sin la necesidad de alterar el orden jerárquico de la nación. Para E. Fraenkel – matemático y filósofo alemán – un régimen autoritario posee una ideología, sin embargo, dado su carácter, su contenido material e intelectual es vago, aunque sea teñido por un gran maquillaje de emocionalidad nacionalista. El régimen de Maduro es autoritario, aunque él diga que la crisis es culpa del imperialismo yannkee.

Esta situación no solo es reflejada bajo un argumento teórico, sino además fundamentada bajo un argumento histórico. Ya lo demostraba el gran Napoleon Bonaparte, quien forjaba un imperio bajo los ideales burgueses de la revolución o que decir del mismo Adolf Hitler, quien legitimo la guerra bajo el discurso nacionalista del Fascismo – aunque en sus inicios sus palabras tuvieran algo de Socialismo.

El paralelo entre ambos es que juntos comenzaron por fortalecer un régimen autoritario, un régimen que no afectaba a las instituciones, un régimen en parte legítimo; pero antidemocrático. Sin embargo, fue cuándo conocieron la segunda fase de sus convicciones que decidieron transformar el Estado en su totalidad. Transformaron la constitución democrática, en una dictadura constitucional. Un poder autoritario o totalitario que no reconoce los poderes ejecutivos, legislativos y jurídicos de una nación.

Aunque existan muchos caudillos latinoamericanos funcionales para poner de ejemplos o aunque Venezuela no tenga las mismas pretensiones y capacidades de la Francia o la Alemania de dichos tiempos, es importante reconocer que si se le permite a Maduro imponer dicha Asamblea Constituyente estaríamos hablando del nacimiento de una nueva Dictadura Constitucional.

El punto de quiebre En el gobierno de Maduro es la fuerza pública venezolana – Tanto ejercito como policía. No se deberá negociar con el caudillo, se deberá negociar con el punto de quiebre; divide y vencerás. Como ya lo escribía Sun Tzu en su texto El arte de la guerra : “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”.

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Redacción Minuto30

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