Hace pocos días mi hijo, que ha sido un amante por herencia o por convicción de los animales, me preguntaba acerca de la función que ejercían en el mundo algunos de ellos, e intentando entregarle respuestas veraces, pensaba que el mundo, tal como lo conocemos, es un engranaje que funciona perfectamente, donde cada integrante del mismo cumple lineamientos que mantienen un equilibrio adecuado para la continuidad de la vida en el orbe, sin embargo, el antropocentrismo llegó a socavar ese ordenamiento, alterando tantas normas que ha llevado al mundo a cambios que de no asumir un control pronto, desencadenará una hecatombe de escalas inimaginables.

Desconocimiento, ignorancia o simplemente apatía, son las causas que han pugnado contra el planeta, los ecosistemas, las especies animales y sin lugar a dudas contra la vida. Esta introducción para hablar de una de las víctimas silentes de la ignorancia humana: Didelphis marsupialis o mejor conocida como: Zarigüeya.

Las Zarigüeyas pertenecen a la especie de los marsupiales, son “primas” de los canguros que vemos tan simpáticos, gracias al marsupio o bolsa donde las crías se acogen con candor al seno materno.

Las Zarigüeyas pertenecen a un antiquísimo grupo que se ha mantenido presente en la tierra por muchísimos años, considerados como un remanente evolutivo que vale la pena preservar, no solo por el favor que le aporta a los ecosistemas sino también por la historia que llevan consigo frente a toda la cadena evolutiva en la tierra. Existen alrededor de 92 especies, diseminadas por vastas zonas desde el sur de México hasta el extremo sur Sudamericano. Colombia goza de la presencia de 38 especies de ellas, aportando a la riqueza biológica de nuestro territorio. Entre las cosas más llamativas de estos bellos especímenes, se encuentra la ubicación de las crías en marsupios y, en algunos casos, la forma como estos se aferran a su madre, observándose como si fueran un racimo encima de ella (un embarazo de una zarigüeya dura dos semanas y puede tener de 6 a 12 crías).

Son animales inofensivos que tienen consigo una labor muy importante en la preservación de la biodiversidad. Como muchos otros animales silvestres, se encargan de diseminar semillas, participan en la reforestación, movilizan la tierra e incluso, hacen control de algunos roedores e insectos. De igual forma, dentro de su rol en el ciclo biológico, son especies que sirven de alimento para algunos animales carnívoros que los incluyen como parte de su menú al interior de la cadena alimenticia.

Las zarigüeyas, últimamente, han adquirido una particular relevancia por los lastimosos atentados contra su vida, el desprecio que se les ha generado y el rechazo por encontrarse cercanos al hábitat humano, pero no hemos entendido que realmente somos nosotros quienes hemos usurpado su hábitat, desplazándolas a causa de la deforestación, la urbanización desmedida y la construcción de vías en medio de los bosques que han generado un alto número de atropellamientos de estos animales.
Los humanos, fuera de arrinconarlas, generamos desechos que se convierte atrayentes para ellas en el afán de conseguir alimentos que puedan ser brindados a sus crías y a ellas mismas.

Su aspecto ha generado rechazo, muchas personas les temen y las agreden; se han hecho virales videos donde estos nobles animales son arrastrados en vehículos, apedreados hasta morir e incluso imágenes desgarradoras de las madres muertas y las crías pegadas a sus pezones.

Queridos lectores, las zarigüeyas son animales inofensivos, en el miedo a ser agredidos, abren su boca y emiten un sonido fuerte e incluso pueden expeler un olor fétido intentando ahuyentar el peligro, pero no es una especie que pueda hacer daño; su aspecto que a algunos les genera rechazo, a otros (me incluyo) nos parece agradable, y ni hablar de sus colores y su pelaje que ha sido brindado por la naturaleza que la vistió con hermosos atuendos.

Más que enemigos, son gestores de vida, su aporte a evitar los estragos del cambio climático son importantes, en la recolonización del bosque y muchos otros aspectos que los hacen animales totalmente beneficiosos para este planeta. Las zarigüeyas, mal llamadas chuchas o confundidas con ratas, son seres benéficos para el mundo, víctimas silentes de una sociedad que ha consumido a pasos agigantados todos los terrenos, olvidando la importancia de pequeños seres que se encargan de mantener el equilibrio biológico en los ecosistemas.

No solo su servicio al planeta debería ser razón para su respeto, sino también el hecho de ser seres vivos, que debería hacer que nuestra conmiseración aflorara, permaneciendo siempre presente para dar al mundo la armonía y el respeto entre seres vivos e interespecie que deberíamos exponer siempre.

Resalto los trabajos realizados por las autoridades ambientales que luchan por la preservación de estas especies, donde entidades como el Área Metropolitana se encargan de salvaguardar estos seres. En Medellín existe la Fundación Zarigüeya y gracias al esfuerzo de ellos, del profesor Solari y el apoyo de otras entidades, existe una cartilla que habla acerca del cuidado de las zarigüeyas en estado de indefensión y sus primeros auxilios en caso de ser encontradas. Hermoso documento que permite acercarnos a lo desconocido para aislar la ignorancia y poder ayudar a quienes silentemente nos ayudan.

Los invito a conocer más acerca de estos seres y otros tantos que existen en la naturaleza y que son víctimas de nuestro afán por apropiarnos del planeta, sin pensar en las consecuencias a largo plazo para la vida al interior del mismo y así, devolverle en algo, parte de las buenas acciones que la naturaleza nos brinda, al medio ambiente y a nuestro lacerado planeta tierra.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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