Quizás, ante las deficiencias éticas, lingüísticas e investigativas el señor Daniel Mendoza Leal, para lograr protagonismo en la vida pública nacional, acudió como periodista al odio social para convertirlo en un espectáculo, y el 22 de mayo de 2020, dio rienda suelta a sus prejuicios con una serie videográfica denominada “Matarife, un genocida innombrable”. En esta clase de periodismo desaparecen objetivos primordiales de esa noble profesión como son, entre otros, el de la armonía y la tolerancia, para dar paso a los intereses personales.

Así, en diez capítulos iniciales, trasladó su animadversión, rencor, y resentimiento contra el Club el Nogal, como símbolo de una élite colombiana. En dichos capítulos no dudo por un instante en señalar al Nogal como un centro de acopio de narcotraficantes y paramilitares que negociaban el destino del país en los 13 pisos del icónico edificio que hasta la sazón de hoy se ubica en la localidad de Chapinero, afirmaciones irreales, tendenciosas y sin fundamento, que hasta el día de hoy son utilizadas malintencionada e injustificadamente como argumento para paliar el lamentable atentado perpetuado por alias el paisa, el 7 de febrero de 2003 con un carro bomba, personaje que, como se encuentra sentenciado, concibió y ordenó el ataque sangriento contra el Nogal, guerrillero perteneciente a la columna móvil Teófilo Forero de las hoy presentes Farc.

La precedente introducción no tiene como finalidad juzgar la serie amateur en YouTube, sino mostrar a Daniel Mendoza Leal como uno de los personajes más asolapados y pendencieros de la vida nacional, no para sus contradictores, sino para los mismos seguidores de su causa.

Esta serie lejos de representar una denuncia pública y fundamentada en pruebas, solo destila saña, pretendiendo engrandecer a sus creadores con su versión emocional para incitar a la opinión pública a manejar una adaptación tergiversada de  nuestra realidad, de esa manera cuestiona al club y a sus miembros con la expresión de cajón de siempre “la oligarquía“ allí reunida, pero a propósito omite hacer una sola mención acerca del vil atentado terrorista donde fallecieron adultos mayores, niños inocentes, otros gravemente lesionados, todos por cuenta de las Farc, acción para la cual no se encuentra reproche alguno, de donde surge la visión de país que tienen sus autores, sentarse a compartir en familia en un club es reprochable, según se desprende de la serie Matarife, pero alevosamente atacarlo, con pérdida de vidas humanas, no merece ni siquiera mencionarlo, debe dejarse en el olvido.

Daniel Mendoza Leal fue miembro del Club el Nogal durante 16 años, hasta el 06 de diciembre de 2016, fecha en la que fuera expulsado. Hasta allí, podrían asegurar de que se trata de una vil estrategia de la ultraderecha colombiana para desprestigiar la reputación periodística e investigativa de quien se precia de haber develado la verdadera cara de la alta clase colombiana y que su salida del Club El Nogal se ocasionó por un acto de rebeldía e insumisión que lo cualifica moralmente para denunciar los excesos de la oligarquía colombiana.

Pero, si ese es su honesto sentir, cabe preguntarse ¿No debe considerársele como traidor de sus convicciones a alguien que de frente dice atacar la élite colombiana, pero a sus espaldas, por todos los medios, intenta de manera desesperada volver a pertenecer al Club que dice reúne a esa élite que públicamente critica? La respuesta, sin ningún atisbo de duda, es afirmativa. Daniel Mendoza Leal es un traidor de su propio pensamiento y de la posición que comunica a sus lectores.

Afirmación que encuentra fundamento objetivo y real desde el año 2017, época para la cual el señor Daniel Emilio Mendoza Leal demandó al Club el Nogal pretendiendo ser reintegrado a dicha entidad, a la que calificara en el primer capítulo de la serie Matarife de “la nueva élite rural y centro de recolección de fondos para las AUC”.

Todo parece indicar que era sólo hacía el exterior, para captar incautos, que realizaba esos calificativos, pues, en dicha demanda, que se identificó con el número 2017-00253 y cursó en el Juzgado 4 Civil del Circuito de Bogotá, el señor Mendoza peticionó lo siguiente:

“1. Un acto de reconocimiento de responsabilidad por la vulneración de sus derechos fundamentales” en las instalaciones del Club, previa convocatoria a todos los socios, así como su divulgación, y la de la parte resolutiva de la sentencia que se profiriera, en un lugar visible, y por los canales internos de comunicación de la Corporación.

  1. Condenarla a pagar los perjuicios de todo orden que padeció por razón de la destitución como asociado, tanto patrimoniales como extrapatrimoniales, los que fueron estimados bajo juramento, incluso los causados a sus garantías supralegales; previniéndose al Club de que no vuelva a adelantar “investigaciones disciplinarias, persecución o cualquier otro tipo de hostigamientos” en contra del accionante por hacer uso de sus derechos fundamentales.”

Lo variopinto del asunto es que Mendoza Leal perdió en primera y segunda instancia. En primera instancia, el Juzgado Cuarto Civil del Circuito lo condenó a pagar a favor del Club el Nogal la suma de dieciséis millones de pesos ($16.000.000) M/cte., valor que fuera revocado por la Sala Civil del Tribunal Superior de Bogotá en sentencia del 12 de enero de 2021.

Sin embargo, a más de condenarlo a pagar costas por un millón de pesos ($1.000.000) M/cte., el Tribunal le recordó las obligaciones que le asiste a todo socio y que deben ser respetadas, independientemente del modelo ideológico que profese, “conservar intachable conducta fuera y dentro del club”“guardar el respeto debido a los demás socios, a sus familiares e invitados, a los ejecutivos y empleados”, y reflejar dentro y fuera de EL CLUB sentido de pertenencia y lealtad hacia éste, y abstenerse de perjudicar su imagen y prestigio”, entre otros deberes que, ciertamente, el creador de matarife con su conducta desviada, había incumplido. Para las dos instancias judiciales fue claro que este demandante tenía una conducta extraña y extravagante, colmada de defectos y ausente de virtudes.

¿Fue entonces Matarife una serie que buscó generar presión para ganar un pleito judicial?, ¿Qué perseguía Daniel Mendoza Leal al enlodar al Club el Nogal con una serie de diez capítulos?, y, finalmente, ¿instrumentalizó este señor a los adictos de Matarife para conseguir intereses mezquinos, y volver a integrar las filas del Club que representa todo lo que dice aborrecer?

Cada pregunta se plantea para la reflexión del lector, empero, la deliberación que debe traerse a cuenta involucra a quienes dicen seguirlo y apoyarlo. Nada más pusilánime y rastrero que alguien que no sabe a qué orilla arrimarse, sentado en el barrial de la crítica sin sentido, le haga guiños a la élite colombiana que cuestiona y espere que le boten un hueso de entrada al Club el Nogal. Inconcebible la doble perspectiva que hoy representa Daniel Mendoza Leal.

Para concluir, vale referir que la cuestionada serie Matarife acaba de recibir dos premios India Catalina a ‘mejor producción online’ y ‘mejor producción de serie documental”, quien creyera que en nuestro país se aplaude a quienes su merecimiento es desprestigiar a un Club, sin prueba alguna, y a un expresidente colombiano frente al cual se conoce su animadversión.

Click acá: Link donde se encuentra el fallo proferido en segunda instancia

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Redacción Minuto30

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