La pandemia por el Covid 19 tiene efectos catastróficos en todo el mundo. Es el peor desastre sanitario de los últimos 50 años, además de la mayor debacle económica sin ser materialmente una guerra. Este germen el Sars Cov 2 (Síndrome Agudo Respiratorio Severo Coronavirus 2), vino para quedarse largo tiempo. Sus características bioquímicas lo convierten en uno de los virus con el más alto poder de contagio conocido, con una trasmisibilidad extraordinaria. Su gran afinidad son las células de las vías respiratorias.

El Sars 1 (apareció en el 2002) tenía bajo poder de contagio, pero gran letalidad, su presencia activa duró al menos año y medio. El Covid 19, uno de los siete coronavirus conocidos, por sus características específicas y poder patógeno infeccioso, se calcula podría perdurar al menos unos dos años, causando estragos sanitarios en el mundo. La esperanza es una vacuna, que pueda estar disponible en meses. Los avances por ahora son positivos.

Pero debe entenderse que son necesarias o indispensables las pruebas en humanos, esperando medir su nivel de eficacia, tolerancia y efectos secundarios. Esto lleva meses y a veces años. En esa etapa estamos, ya que no es diseñar una fórmula, empacar una vacuna en un laboratorio y ponerla a disposición del público. Se requieren miles de pruebas en humanos, por lo tanto, no va a llegar tan rápido como se espera.

Esto significa que las medidas a tomar para evitar una catástrofe mayor que la que hoy imaginamos, son radicales. Y también vinieron para quedarse. La vida del mundo que conocíamos, debemos aceptarlo de una vez, ya no volverá a ser la misma. Se deben replantear tantos hábitos y costumbres. Los cambios serán fundamentales. La gran mayoría de secuelas o efectos colaterales, lamentablemente son desastrosos, tanto en lo sanitario (gran pérdida de vidas humanas, incapacidades, costes de atención, etc.), en lo económico (una debacle) en lo social y en lo mental (tragedias personales).

Hoy todos estamos ante una severa amenaza, bajo una “Espada de Damocles”. Aquí nadie se salva por más ilustre, potentado, poderoso y ostentosos sea. Hoy buena parte de los más ricos del mundo están convertidos en mendigos… de la salud. Aquí no sirven títulos, posiciones, política, ni todo el oro y dinero del mundo (son más de 150 miembros de la realeza árabe afectados y al menos un príncipe en cuidados intensivos). Sin salud nada tiene sentido.

Es indispensable la unión y convergencia de todos. Debemos liberarnos de forma generosa de los intereses ocultos y sesgados. Son tiempos de sacar lo más valioso y sabio de un ser humano, deponiendo orgullos y soberbias, desarmando los espíritus y obrando con magnificencia. Sin una alianza integrada, sin ataduras, totalmente libre, no será posible dar una adecuada batalla contra la pandemia, seremos derrotados y reducidos.

Es por ello que iniciativas como la planteada por el exministro David Luna Sánchez, sobre una “Tregua política” son valiosas y bienvenidas. Pero la tregua no solo debe ser política, sino mucho más misericordiosa, que trascienda totalmente lo humano. Nos unimos a esta propuesta para que haya una enorme pausa en nuestras diarias competiciones, que hagamos parte del mismo equipo, por la salud y la vida, por la gente. Vamos por la tregua total y ojalá por siempre.

Que la batalla contra el Covid 19, sea la oportunidad de la tregua por el reencuentro y la reconciliación, en todos los niveles. Nos unimos y aceptamos el reto. Solo un mundo convergente, podrá superar la pandemia.

Apostilla: Aquí está el mensaje, vía Twitter del exministro David Luna, hoy acogido por muchas personas de distintas ideologías y corrientes políticas.

David Luna @lunadavid

Las rencillas políticas del pasado dejémoslas allá. ¡Es tiempo de unirnos para superar la crisis que vivimos! #100DíasXElFuturo es una tregua política, pero sobre todo, una invitación a reconciliarnos, a juntarnos en la diferencia, a trabajar unidos. ¿Se le miden?

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Redacción Minuto30

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