Foto: Todelar.

Por Edgar Artunduaga.

La Corte investiga sobre $200 millones que el senador Antonio José Correa Jiménez recibió de Enilse López, alias “la gata”. Esos dineros son una tontería, parte apenas del patrocinio que llevó al Congreso al hoy Senador de la República, con 57.140 votos y en representación del Partido de integración nacional, PIN.

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En la política, especialmente en Colombia, todos los días ocurren milagros. 
Jorge Luis Alfonso López, muerto políticamente por decisión de la Procuraduría, “reencarnó” en Antonio Correa, a quien impuso —con sus votos y su dinero— como nuevo congresista.

López es uno de los hijos de “la Gata”, la empresaria del chance y de juegos de índole más peligrosa.

El Ministerio Público destituyó a López y lo inhabilitó para ejercer cargos públicos por veinte años porque como alcalde de Magangué, Bolívar, no tuvo empacho en contratar con empresas de su madre. La Fiscalía lo investiga por presunto lavado de activos y por el supuesto desvío de millonarios recursos financieros del municipio.

También fue depuesto del cargo Orlando Sanguino Omaña, director del Hospital San Juan de Dios, “por comprometer recursos de la empresa social del Estado por más de mil seiscientos millones de pesos”.

Como en Colombia esos delitos y otros son “menores” para ejercer la política, López determinó reivindicar su nombre y el de su familia llevando al Congreso a un hombre de su confianza y bolsillo. Y para despejar cualquier duda, el predestinado es un antiguo colaborador suyo en la malhadada alcaldía que no le dejaron terminar, “por envidia”, según él.

La decisión de echarse al hombro la candidatura de Correa tenía también el propósito de emular la pretensión política de su hermano, Héctor Julio, a la postre elegido con una amplia votación y ahora prácticamente por fuera de la institución.

Disponer de una ficha en el Congreso —suya, de su autoría— fue un reto que le comentó a sus amigos el hoy periodista, “titulado” con la compra de un espacio de radio y otro en Internet.

Antonio José Correa, oriundo de Cereté, Córdoba, sin trayectoria política, quien se limitaba a sobrevivir con un sueldo de médico general —muy escaso para sostener cuatro hijos de dos matrimonios— goza hoy de las gabelas de congresista, sin que se conozcan los probables acuerdos que hayan podido realizar este par de socios.

Correa, quien prestó la cara para que López le metiera este gol a la falsa democracia colombiana, debió asimilar las condiciones felinas de su patrón y no se le conoce realización o desempeño importante en el Capitolio, distinto –me imagino- de hacerle mandatos a su elector principal, como suele ocurrir por la carga de compromisos y ataduras que se desprenden del patrocinio.

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Redacción Minuto30

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