El coronavirus ha obligado a las empresas italianas a reinventarse para reanudar su actividad en la fase de desconfinamiento, que el país comenzará el próximo 4 de mayo, sin poner en riesgo la salud de sus trabajadores.

Ese día reabrirán el sector de la manufactura, la construcción, el comercio mayorista y la mayoría de las actividades productivas no esenciales suspendidas hasta ahora por el confinamiento decretado por el Gobierno para intentar frenar el coronavirus.

Pero ya desde esta semana las empresas consideradas estratégicas y que demuestren que pueden garantizar la seguridad de su plantilla retomarán su producción con autorizaciones gubernamentales.

«Diversos organismos hablan de que la economía italiana se contraerá en 2020» entre un 8 % y un 10 %. «La recuperación es fundamental, las empresas deben retomar su actividad, pero tienen que hacerlo sin propagar la pandemia. La economía ahora depende del coronavirus», explica a EFE el economista y docente de la Universidad LUISS Giuseppe Di Taranto.

Coronavirus impone protocolos a las empresas

«La pandemia tiene que dejar de influir en la economía, y para eso hay que adoptar protocolos que eviten que los trabajadores se enfermen», añade.

Turnos para sortear aglomeraciones, aforos limitados en las salas comunes, obligación de mantener la distancia de al menos un metro entre las personas o usar mascarillas si no se puede, entradas y salidas escalonadas.

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Instalación de cámaras térmicas para controlar la temperatura corporal de los trabajadores, utilización de termómetros remotos y sobre todo planes de saneamiento e higiene continuos son solo algunas de las iniciativas que en los últimos días empresas como Fiat Chrysler, Ferrari, Brembo o Autostrade per l’Italia, filial de Atlantia, han puesto en marcha para adecuarse a la llamada en Italia «Fase 2».

Fiat Chrysler, por ejemplo, acaba de abrir su planta en Sevel, en la región de los Abruzos, y para proteger a sus más de 6.000 trabajadores ha desinfectado 300.000 metros cuadrados de superficie, colocado dispensadores de gel desinfectante e instalado cámaras de control térmico para medir la temperatura corporal en los accesos.

Las áreas comunes tendrán aforo limitado y todos los trabajadores recibirán cada día mascarillas, guantes y gafas nuevas.

La automovilística Ferrari mantendrá cerradas sus instalaciones en Maranello y Modena hasta el 4 de mayo, cuando pondrá en marcha un plan desarrollado con científicos y virólogos que ofrecerá análisis de sangre voluntarios a empleados para comprobar continuamente su estado de salud.

La fabricante de discos de freno para la industria automovilística Brembo ha desinfectado todas sus factorías desde el 16 de marzo, cuando se vio obligada a cerrar, y desde hoy abre tres centros en la región de Lombardía (norte), la más penalizada por la pandemia.

Su plan es que los empleados usen mascarillas en todo momento, se limpien las manos con frecuencia y se midan la temperatura corporal con termómetros a distancia.

La fabricante de electrodomésticos Whirlpool ha abierto su fábrica en Nápoles (sur), después de que en el mes de abril haya dado cursos a sus empleados sobre prevención de infecciones.

En su fábrica, señales en el suelo y barreras físicas indican la distancia mínima a respetar, los empleados llevarán mascarillas y se las cambiarán a media jornada, y solo podrán entrar de uno en uno a las áreas comunes.

En el caso de Autostrade per l’Italia, filial de la concesionaria Atlantia -socia de ACS en la española Abertis-, está retomando las obras no esenciales suspendidas en las últimas semanas, asegurando en todo momento la ausencia de contacto entre los obreros.

Muchas otras empresas, como la propia Atlantia, el grupo energético Enel, el audiovisual Mediaset o los bancos UniCredit e Intesa optaron desde el inicio del confinamiento por el teletrabajo y ahora esperan poder conocer más detalles del plan del Gobierno para ver si podrán reabrir sus oficinas.

«Las empresas deben abrir con seguridad. El Estado tiene que hacer más pruebas para ver si la gente está contagiada o no, pero las empresas también podrían invertir en test para sus empleados. Si yo fuera empresario no querría que mis trabajadores enfermaran», comenta a EFE el investigador en el Instituto alemán de Desarrollo Regional y Urbano y miembro del Instituto italiano Bruno Leoni Stefano Cozzolino.

El economista y docente en la Universidad Milano-Bicocca Andrea Giuricin subraya que otro de los sectores más expuestos será el transporte, «esencial para la recuperación de la economía» y para que Italia no sufra «una dura recesión», y apuesta por primar la seguridad.

En este sentido, las empresas públicas que gestionan el transporte en Italia están ya analizando la posibilidad de rediseñar el interior de los autobuses para que haya más espacio entre asientos.

EFE

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