Esta semana, de manera inesperada, el expresidente Álvaro Uribe propuso “tomar el control “de EPM solo porque el alcalde ha dicho que para garantizar la terminación de ser necesario se cambian los contratistas de la obra en hidro Ituango. Aunque los ataques del expresidente son comunes sobre todo en época preelectoral, esta propuesta es inusual viniendo de un “defensor” de las empresas como dice ser él y su organización política.

Esta declaración, expresada por el líder del gobierno, es más bien una amenaza, teniendo en cuenta que la superintendencia de servicios públicos domiciliarios la que puede realizar esta toma de posesión y esta depende que el dirige intermedia persona. Es importante establecer que esta medida, cuando ocurre, tiene el propósito de garantizar el funcionamiento de las empresas de servicios cuando su administración pone en riesgo la garantía de los derechos asociados a la prestación de servicios públicos domiciliarios.

Lo que quieren Uribe y sus amigos es proteger, sin más, a los contratistas, pero ¿Que significa para la estabilidad financiera de EPM darle gusto al establecimiento político, a los medios de ese establecimiento y a todo lo que representa Uribe? Significa precisamente poner el grave peligro la solvencia de la empresa y, por tanto, entrar en riesgo de no poder prestar el servicio.

Es un asunto lógico, que los amigos de los contratistas y de Uribe nos han enredado, pero es mucho más sencillo: si los sobrecostos que no son cubiertos totalmente  por las aseguradoras y no son asumidos por quienes causaron el daño, será el patrimonio de EPM, es decir, el de todos, el que asuma esos daños. Lo que quiere el alcalde es proteger ese patrimonio. Cualquier asunto que se diga más allá de eso busca, hacernos creer que mientras protegen el patrimonio de un privado con los recursos públicos hacen el bien. La demagogia de Uribe y los suyos.

EPM es una empresa pública, un Perogrullo, pero eso significa que la rentabilidad y solvencia de esta se convierten en recursos para cumplir con las políticas establecidas en los planes de desarrollo. Es decir, esos recursos tienen el propósito de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, desear, por mera vanidad, como dice el expresidente que se intervenga es, precisamente, añorar que esa empresa no tenga las condiciones económicas suficientes para seguir haciendo su trabajo. Es, como hicieron con le proceso de paz, esperar que todo se destruya por el mero gusto de “tener la razón”.

Esta semana también, el concejal fajardista de la ciudad dijo que ese debate entre Uribe y el alcalde estaban sometiendo a la empresa a una crisis reputacional, otros lo han dicho frente a la ingeniería. Lo que ha afectado la reputación de la empresa y su eventual calificación de riesgo y la incapacidad de cumplir con sus obligaciones, que provienen de la intención concreta de todo el establecimiento de meter bajo el mantel la responsabilidad de los privados que han capturado la institucionalidad y pusieron el riesgo la estabilidad de la obra y la vida de la comunidad.

Uribe y sus pares fajarsitas luchan si cuartel contra la simple lógica, será el tiempo el que con su sabiduría los pondrá a todos en su lugar ¡Que paguen!

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Redacción Minuto30

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