Cuando se entienda en Colombia que es la política y que la diferencia de la politiquería, habremos evolucionado, mientras tanto seguiremos cuesta abajo y en la total ignominia.

Nuestro país es un espectáculo diario de lo más despreciable de la politiquería. Solo escándalos de corrupción, violación a la constitución y las leyes, robos al erario público, coimas, suplantaciones, vulneración de la voluntad popular, delincuencia, narcotráfico.

Sobornos, tráfico de influencias, nepotismo, ineficiencia, ineficacia, ineptitud, nombramiento de corruptos, beneficios personales, demagogia, incumplimiento de los programas prometidos en campaña, incoherencia ideológica.

Falsas promesas, falacias, omisiones, falsos dilemas, demonización o la ideología de la desinformación, favorecimiento en la contratación pública, estadísticas fuera de contexto, estrategias de despiste, manipulación del lenguaje, la compra de votos, el abuso de poder, entre otras muchas detestables costumbres, se han vuelto formas de actuación aceptadas en nuestro modus vivendi.

Convivimos con eso y hacen parte intrínseca de nuestra idiosincrasia esos malévolos conceptos. Todo eso es lo normal y no lo anormal. Ya nada nos asombra de lo malo. La politiquería sin duda gano la batalla y hace parte de nuestra cultura.

La politiquería es la degeneración de la política y todos los propósitos turbios que tengan como finalidad el favorecimiento personal o grupal sobre la base del aprovechamiento del poder o la posición pública.

Desde la época de Platón y Aristóteles se concibe el estado desde la visión de lo justo para satisfacer las necesidades humanas, determinadas por un ordenamiento necesario que es la constitución y las leyes, para poder convivir en comunidad con estándares dignos. Ese gran postulado que debiera ser la directriz para que el estado funcione bien, solo se tiene en cuenta, en nuestro entorno delincuencial, para ver cómo se puede violar con todas las artimañas posibles y en consecuencia poder lograr objetivos específicos.

Desgraciadamente en ese paradigma contradictorio y delictivo se ha fraguado la historia de nuestro país y pocos comparativamente son los ejemplos de política que podamos resaltar con orgullo.
Hacer política debería ser el gran legado y el gran objetivo de las nuevas generaciones para darle desarrollo al país, porque, a decir verdad, de mi generación para atrás solo se le ha incumplido a la patria.

Es hora de resaltar la necesidad de hacer política, es hora de exaltar la política como la única gran posibilidad de beneficiar el bien común, es necesario que hoy se indique y se denuncie que ningún partido político en nuestro país está haciendo política y que todos deben y tienen la necesidad de auto reformarse para cumplir su función.

Hoy más que nunca se necesita una gran ciudadanía empoderada, que al unísono denuncie todos los actos de politiquería que se suceden a diario en las alcaldías, gobernaciones, presidencia, concejos municipales, asambleas departamentales, institutos descentralizados, ministerios, etc. y en todas las ramas de los poderes Ejecutivo, legislativo y judicial. Nuestro país atraviesa hoy por la crisis ética y moral más grande de toda su historia.

Cambiar las costumbres politiqueras de nuestro país no es cuestión de poca monta y debe ser un gran propósito nacional. El funcionario público solo debe tener el objetivo de servir, pero además debe hacerlo de forma eficiente y eficaz y si no lo logra debe ser reemplazado inmediatamente.

Si el funcionario público se quiere enriquecer debe buscar otros campos de acción diferentes a las entidades del estado.
El único objetivo de la política debe ser el bien común y cualquier asomo de favoritismo grupal o personal en este sentido debe ser sancionado y penalizado. La política pública debe ser transparente y sin tintes politiqueros, no debe hacerse para favorecer imágenes de partidos e ideologías. Los logros deben saltar a la vista para que sea la misma ciudadanía la que la exalte.

Tampoco incluso deberían publicitarse. La función de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial jamás se puede ejercer con tintes ideológicos o partidistas. Las obras, las leyes y la justicia es para todos y de todos.

No es lo mismo hacer política, que ser político. La política es toda acción que se realiza en beneficio de la sociedad y el político es todo aquel individuo que, con principios, con honestidad a toda prueba e intrínseca, con idoneidad, eficiencia, eficacia, con respeto, sin revanchismos y pisoteos, saca adelante todos esos proyectos útiles y necesarios para los ciudadanos, en el contexto de cooperación y de beneficio social.

La responsabilidad de un político integral es enorme, además de hacer política, debe dar ejemplo de rectitud en todos sus actos de la vida, debe ser un ejemplo de la sociedad y no un ejemplo de la anti política y de todas sus costumbres delictivas y mal sanas.

Se aproximan las elecciones para Alcaldías, gobernaciones, concejos, asambleas y ediles y su resultado será la caricatura o la imagen del país.

En sus manos esta dignificar la política para el beneficio colectivo. Investigue por quién vota, averigüe cuál es su formación, cuáles son sus antecedentes judiciales, cuáles son sus compañías y a que ideología o partido pertenece. Compruebe su bagaje intelectual, su trayectoria, ejecuciones, su don de gentes. Vote bien, así sea criticado. Anteponga los valores patrióticos y el amor a su país, para ejercer su derecho al voto.

Deje atrás las malas costumbres políticas, mande al carajo y denuncie a todo aquel que le quiera comprar el voto. Un tamal lo puede someter al más profundo irrespeto e indignidad por cuatro años.

Salvemos a COLOMBIA.

@PoliticaPuntual

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Redacción Minuto30

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