Edgar Artunduaga

Una cama doble, una mesa de noche. La silla donde está sentado y un tanque de oxígeno. Hay un sofá. No hay cuadros, ni flores, ni adornos. Tampoco santos, aunque a la entrada de la casa la Virgen María da la bienvenida.

Edgar Artunduaga

Edgar Artunduaga

Lo acompaña una enfermera. Su hijo Alan ha regresado del exterior para cuidarlo. También Inti, su otro hijo que anda en campaña. Quiere ser Representante a la Cámara. La madre falleció hace cuatro años. Un cáncer se la llevó en pocos meses, tras la aparición de una tos seca y fuerte. Sobriedad es la nota predominante.

Está prácticamente impedido para moverse por su cuenta. Aunque ha sido delgado, ha perdido por lo menos 20 kilos. Guillermo Asprilla, escudero del alcalde Gustavo Petro, describe su situación sin alarmismos:

Tengo una enfermedad neurológica delicada para utilizar un término un poco drástico. Desafortunadamente en el último mes me ha progresado de una manera muy rápida, al punto de limitarme la fonación.

Nunca he creído que deba hablar de esos temas en público. Tengo pudor de hablar de mi enfermedad. Nunca lo hice. Gustavo Petro lo hizo, quizás por un sentimiento de amistad. Yo hubiera preferido que la cosa se mantuviera más privadamente. No es que me vaya a morir ya, ni que esté en cuidados intensivos ni en estado terminal, pero sí tengo gravísimas dificultades de movilidad, de fonación, que han ido progresando. Esa es la realidad de mi situación de salud.

¿Qué limitaciones físicas tiene?

Este tema de la voz sí me ha afectado psicológicamente de manera fuerte, porque me limita la actividad básica que es la vida política. Dentro de esta coyuntura en la que se juega el proyecto nuestro, mi actividad es supremamente limitada. A mí me duele no poder acompañar a mi hijo en su campaña, no estar en los barrios, en el trabajo político.

Yo no sé cuáles son sus creencias religiosas pero ¿piensa que la vida se está ensañando contra su familia?

Nunca me hago esos cuestionamientos, porque no conducen a nada. Pienso que el azar existe. No puedo quejarme de la vida que me ha tocado. Tuve una circunstancia muy feliz con mi familia, con mi esposa, en la vida política, y esta circunstancia que me sobreviene ahora puede sucederle a cualquiera. Son temas del azar, de la genética, de la salud, de la lotería de la vida. Pero yo no me considero mal tratado por la vida.

Creo que hay que hacer el esfuerzo por mantener el equilibrio mental y el amor por la vida hasta donde sea posible, porque además en la vida uno no está solo. Uno se debe a los allegados, a la familia, a los amigos, entonces no puede convertirse digamos, en una carga continua de melancolía y de dolor para la gente. Esa es la circunstancia de la vida.

¿Se aferra a la vida, o a Dios o a quién para sobrevivir?

No soy un hombre religioso, pero a partir de la circunstancia de mi esposa yo percibí, de manera directa, la importancia que tiene la vida del ser humano, esa creencia en cosas superiores.

Digamos que creo en Dios, en una noción elaborada, en esa fuerza creadora, y que existen fenómenos adicionales a la simple materia. Creo que el espíritu existe, el alma humana, eso que es tan indefinible y es lo que nos mantiene en esta circunstancia de crear comunidades en las cuales existe el afecto, el amor, el odio, las pasiones, la historia. No creo que sea suficiente la explicación puramente materialista.

¿Qué es la vida para usted, doctor Asprilla?

Es una pregunta filosófica difícil.

La vida es la razón de ser de la existencia humana. Yo coincido con los que creen que vida y muerte son caras de la misma moneda. Entonces tenemos que honrar la vida como la propiedad más pura del universo.

Todo lo que atente contra la vida debe ser rechazado. Por eso somos ecologistas, por eso somos anticapitalistas, porque el capitalismo es bueno porque el comercio es una fuerza productiva grande, pero es malo cuando priva el derecho a vivir a quienes no tienen dinero, y el capitalismo es malo para la naturaleza, como lo fue el socialismo también, supremamente depredador.

La Unión Soviética y China en su deseo de un progreso acelerado, en la lucha contra occidente fueron supremamente depredadores. Entonces yo me acercaría más a esa visión holística de que hay que preservar la vida en su totalidad. Y la vida implica también la diferencia. Por eso nosotros profesamos esa concepción intrínseca de la tolerancia política, del derecho de todo el mundo a ser distinto.

¿Le teme a la muerte?

No tanto como a una vida difícil. La circunstancia mía es más dura en una agonía en términos de vida que la propia muerte.

No soy un obsesionado con la muerte, no me angustia. Creo que uno vive hasta cuando le toca. Sí le temo, como te digo, a condiciones terribles de vida que yo sé cuáles son.

Hay momentos en que la vida se vuelve una carga terrible con la persona que sufre determinadas patologías. En estos casos estoy de acuerdo con la muerte digna. Yo lo he visto, lo viví en el caso de mi esposa, por ejemplo. La gente que no ha vivido eso no lo entiende. Creen que el tema de la muerte es más filosófico, es más caprichoso, pero cuando  para un ser humano cada actividad vital se vuelve dolorosa, respirar, comer, moverse, es mejor una salida digna. He conocido a muchas personas en esa circunstancia.

¿Usted mismo presiente que se le vienen días muy complicados?

Siempre me levanto con la idea de que habrá mejoramiento, y hago el esfuerzo para que sea así. Hago fisioterapia todos los días. Si estuviera echado a morir no hacía nada. Trato de seguir las prescripciones médicas, dedicado a alternativas… Yo no creo que sea justo ni que sea sano mentalmente tener esa perspectiva de que todo va a irse deteriorando a pasos agigantados.

¿Podemos decirle a sus amigos y a la gente que usted no se va a morir pronto?

Eso no lo puede decir nadie, ni la persona más sana. Yo conozco casos sorprendentes.

Hay casos de muerte súbita de personas absolutamente sanas, con hábitos de vida en deporte, en cultura, todo, que de la noche a la mañana se van. Y conozco casos de personas de muy mal pronóstico que persisten durante años.

¿Qué escribiría hoy en su testamento, qué le deja a sus hijos?

Les pido que sean buenas personas, que tengan amor por la humanidad. Eso significa que tú no puedes convertir a las personas en cosas, que es lo que hace el capitalismo, convertir a un ser en materia de lucro, volverlo un objeto. Hay que ser buena persona en la vida.

Segundo, en mi caso, yo siempre quise asumir grandes retos, no hay que ser mezquino ni pequeño ante los propósitos. Grandes retos en todo. El que caza peleas pequeñas en eso se queda. Los grandes retos le dan un sentido a tu vida. Hay gente que se impone el reto de ser rico. Yo siempre rechacé esa alternativa. Me parece pequeño.

En tercer lugar, hay que preocuparse por el conocimiento. Lo que distingue al ser humano es el conocimiento, en el área que tú quieras pero hay que conocer, hay que estudiar.

En cuarto lugar, hay que persistir. Si pudiera recuperar algo del tiempo, iría más rápido, sería menos pausado, menos calmado de lo que fui durante muchos años. Muchos me han criticado, puedo ser muy impulsivo pero yo pienso que debí haber hecho cosas en menos tiempo.

¿Quiere enviarle un saludo a la gente que lo sigue, que lo quiere, y a la que no lo quiere también?

Sí, sobre todo que sintamos que ser distintos no nos obliga a matarnos. Que podemos y debemos convivir sin renunciar a lo que somos. Nosotros no le pedimos a (Álvaro) Uribe que deje de ser Uribe, lo que le pedimos es que admita que nosotros somos otros, que podemos convivir en el mismo espacio con proyectos distintos sin tener que exterminarlos.

Ese es el gran drama de este país, esa idea equivocada de que ser distinto es ser enemigo y que hay que liquidar al distinto. Esa es una idea equivocada de la democracia. La democracia no es el gobierno de las mayorías, es una noción simple, incluso equivocada de la democracia.

La democracia, dice (John) Rawls, que es un filósofo norteamericano, es el único sistema que permite que coexistan con reglas comunes personas o grupos que profesan concepciones opuestas o incompatibles, esa es la democracia, distinta del comunismo o del fascismo que eran tesis diferentes, derecha e izquierda, pero de partido único. No permitían el disenso.

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Redacción Minuto30

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