No creo que el título de asesino se pueda borrar como se borra un tatuaje.

Creo mejor que quien por cualquier circunstancia comete un homicidio cargará el resto de su vida con ese carácter y en algunos casos o mejor en muchos, purgará condena, existiendo la posibilidad de que la sociedad lo perdone y lo acoja nuevamente debido a que fue objeto de la justicia pagando por su delito y se arrepintió de su acción que le quitó la vida al congénere.

Aun así el individuo de marras seguirá con ese lastre y en más de una ocasión sino es él, lo harán otros y le recordarán esa dolorosa situación y el olvido será parcial aunque el perdón sea total.

Cosa distinta es lo que pretenden conseguir aquellos individuos que durante más de 50 años se dedicaron a todo tipo de tropelías y llenaron de víctimas el territorio nacional para unas supuestas reivindicaciones sociales que al paso que van se convertirán en unas prebendas para unos pocos que fungían como los jefes, puesto que el acuerdo los beneficiará a ellos. De ahí las llamadas disidencias y el abandono de las zonas de muchos de los sicarios rasos o la carne de cañón como se conocen a los que van de primeros a las acciones con el riesgo de perder su vida o que los capturen.

De hecho esas “disidencias” tienen de todo menos de eso puesto que indudablemente son el brazo armado del nuevo partido político que supuestamente han creado para acceder a los beneficios que este espurio presidente les ha entregado a cambio de que supuestamente cesen su accionar delictivo. En vez de una pena proporcional a sus delitos que los introduzca de nuevo a un perdón social existe para esos delincuentes comprobados e inconfesos un premio como es la libertad y la posibilidad de acceder a las dignidades que el Estado tiene reservadas para sus ciudadanos más ilustres. Claro que esto último es un decir puesto que esos cargos están llenos de corruptos que se enriquecen haciendo nada y discutiendo tonterías cuando no se dedican a insultar a quienes si trabajan por el país.

Basta mirar a la gritona enfebrecida echando babaza de manera abundante y enfermiza atacando y lanzando epítetos ofensivos, sin argumentos y olvidando que desde hace rato hace parte del entuerto que se armó para sacar de la selva a esos jefes narcoterroristas y asesinos que ahora se mueven con toda libertad por nuestras ciudades y acceden a sitios vedados para el común de los ciudadanos sin reato y sin permiso.

Fueron, son y seguirán siendo asesinos hasta que su cuerpo expire. Formaron más asesinos, destrozaron familias, desmembraron congéneres con sus minas, aterrorizaron poblaciones enteras, se dedicaron a todo tipo de negocios ilícitos, atentaron contra la preservación de la vida al contaminar fuentes de agua necesaria para la sobrevivencia de los habitantes de muchos territorios; el listado es inmenso e inacabable para que ahora se atrevan a amenazar a quien los llama lo que son y, para colmo, sale el espurio a solicitar mesura en el trato.

Es indeleble esa marca y la sociedad no lo olvidará; entrarán a hacer parte de la historia de violencia del país como tantos otros que aun recordamos. Están y sin posibilidades de salir de ahí en el mismo lugar que los pájaros, la chusma cuando nos matábamos por colores políticos, los de los diversos carteles de la droga cuando nuestra violencia se centró en eso, y los asesinos irredentos o seriales que han surgido por diversas circunstancias.
Y una cosa más. Hacen parte de todas las categorías de asesinos y no hay acto repudiable por la sociedad que no hayan cometido.

Postre. Es infamante que los más odiados delincuentes sean sostenidos con el dinero de todos sin purgar condena. Aunque en la cárcel también los sostenemos las condiciones son muy diferentes: Nada de premios y libertad y mucha disciplina y restricciones.

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Redacción Minuto30

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