Se cumplen 50 años de la guerra del Yom Kippur y los comandos de las brigadas Al Aqsa de Hamás entran por tierra y por aire, con misiles y con camionetas en territorio israelí, llevándose secuestrados a militares, destruyendo tanques de guerra y derribando las murallas de hierros y alambres de púas que separan a Gaza, de una frontera hecha a sangre y fuego por más de setenta años de guerra contra Palestina.

Hamas ha llamado a su operación la “Tormenta de Al-Aqsa”, es decir, una operación sustentada en una ofensiva de militar que centra la tensión en torno a Jerusalén y el carácter mesiánico religioso para Israel de construir el Tercer Templo en el Monte del Templo, amenazando la Mezquita de Al-Aqsa, un importante santuario musulmán, que se considera como un objetivo fundamental de los musulmanes en el corazón del conflicto.

No se debe perder de vista la dimensión escatológica de los acontecimientos. Hamas está tratando de encender la sensibilidad religiosa de los musulmanes, tanto los chiítas, cada vez más sensibles a esta cuestión, como los suníes, que, pese a todo, no son ajenos a las razones a la idea de la recuperación del islam en territorios, según ellos ocupados por Israel y el sionismo, que son el “Dajjal” o los falsos profetas y mesías contra los musulmanes.

Sin embargo, el escalamiento del conflicto a raíz del asalto a Israel por cuenta de Hamas no tiene una excusa estrictamente religiosa, allí también están en juego factores de la geopolítica regional, sobre todo por el pronunciamiento de Arabia Saudita de crear su alianza con el gobierno de Tel Aviv y cercar cada vez más enemigos inmediatos como es el caso de Irán. Un alineamiento árabe- israelí sería demasiado decisivo para el fortalecimiento de la ofensiva contra Palestina. No obstante, el factor de reciprocidad y reconocimiento y la coexistencia pacifica entre el mundo árabe y judío pasa un profundo respeto que, hasta ahora, Israel no ha sabido mantener entre los árabes de origen palestino que se encuentran en la Franja de Gaza.

Pese a ello, es inadmisible pensar que el cálculo de Hamas ignorara la ofensiva inmediata de una respuesta agresiva y desmedida de Israel sobre Gaza, por unas pocas horas de demostración de fuerza intempestiva en el marco del aniversario del Yom Kippur. Extrañamente, desde 1973, Israel no sufría una incursión directa sobre su territorio, burlando la fuerte muralla armada con sensores que rastrean a kilómetros ondas de calor sobre sus áreas de protección, con escudos antimisiles inteligentes, capaces de destruir en segundos la presencia enemiga.

Justamente un ataque directo a la médula de la sociedad, en fechas  sensibles para la memoria colectiva y en una coyuntura política interna en que los índices de aprobación del gobierno ultraconservador y fascista de Benjamín Netanyahu, están indicando un bajo nivel de aceptación a su gestión, ahora reeditan el símbolo de unión nacional radical contra el pueblo palestino y se extiende a un llamado a guerra que se ha hecho transfronterizo que escala a nivel regional e internacional, acusando a Irán de apoyar las acciones de Hamas contra Israel.

 

 

¿Reeditando “La solución final”?

El Ejército israelí emitió un comunicado este sábado en el cual informó que se declaró «el estado de alerta de guerra» y han aprobado el reclutamiento de las reservas. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu expresó que «el enemigo pagará un precio que nunca ha visto» y lanzó la Operación Espada de Hierro, enviando una docena de aviones a atacar Gaza.

La respuesta israelí, en forma del bombardeo de objetivos en Gaza ha dejado más cerca de 200 palestinos muertos y 1.600 heridos, tan solo transcurridos las primeras diez horas después del asalto de Hamas. Netanyahu conocido por sus guerras rápidas contra Palestina, parece estar decidido a resolver militarmente el conflicto que durante más de 70 años ha permanecido sin solución. Desde 1967 Israel ha ido progresivamente ocupando territorio palestino y al parecer esta no será la excepción para tomar definitivamente a Gaza, al menos físicamente, puesto que lo queda de ella, ya está prácticamente tomado entre la devastación y el genocidio.

Al parecer el primer ministro de Israel, intenta darle una “solución final” al conflicto, desatando una guerra intensificada por tierra, mar y aire, contra la población civil palestina en Gaza. Reeditando la idea nazi de la “solución final”, Israel incita al asesinato de todos los palestinos mediante métodos de guerra, justificando el legítimo derecho al uso de la fuerza contra una población sometida a los más cruentos vejámenes, mientras apela al apoyo internacional bajo la idea de que es un Estado defendiéndose del terrorismo.

El 80% de la población de Gaza depende de la ayuda humanitaria. Sin embargo, la Unión Europea ha decido suspenderla debido al ataque de Hamas. La ONU y su Consejo de Seguridad ni siquiera se han tomado una posición para respetar los corredores humanitarios, evitar que se cortes suministros de alimentos, agua y gasolina. No basta que Gaza siga bloqueada, sino que ahora la someten a su destrucción total.

Israel es el único Estado del mundo sin fronteras definidas, porque son redibujadas cada año por la colonización forzosa de colonos judíos. Han convertido la Franja de Gaza en una inmensa prisión al aire libre, donde detiene a niños, lleva a cabo operaciones policiales arrasando edificios con bombardeos aéreos y cañones de tanques.

El Estado israelí, está exento de la obligación de respetar las normas y tratados que construyen los instrumentos jurídicos de la comunidad de naciones. Junto con su principal socio, Estados Unidos, viola en hecho y derecho todas las decisiones de Naciones Unidas, impide el acuerdo sobre el principio de dos pueblos y dos Estados porque no reconoce a Palestina, y mucho menos la soberanía sobre su territorio y cree que la solución al problema palestino es su extinción gradual.

La nueva guerra no cambiará mucho los alineamientos internacionales, y menos aún las vidas de los palestinos obligados bajo un régimen humillante y opresivo a sobrevivir en un territorio que ahora está destinado a un papel de encierro.

Es necesario un cambio de ritmo, es imperativo poner bajo la salvaguardia de un organismo internacional un plan de paz equilibrado y razonable, dando un alto a la violencia y que ponga con el manto protector de la comunidad internacional los derechos y deberes de cada actor en el conflicto. Estamos a tiempo de evitar que escale un nuevo genocidio con la complicidad de todos.

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Redacción Minuto30

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