El 13 de marzo de 1988, fue la primera elección de alcaldes por el sufragio popular, otros lo llaman democrático y otros más osados le dicen el voto popular del ciudadano. En estos 30 años de elecciones de alcaldes el país ha pasado de tener 11 mil cédulas inscritas a tener 38 mil según el último censo electoral donde no alcanzaron los tarjetones para una consulta. Un crecimiento demográfico que se siente en las ciudades capitales, ya que muchos pueblos siguen quedando sin habitantes por falta de cubrir sus necesidades básicas de trabajo, salud, educación y vivienda.

30 años de elecciones locales dan resultados contradictorios, especialmente no superar el centralismo y la distribución de las regalías, que se han venido enredando en debates entre la gestión de alcaldes o en su defecto con el senador que hace las veces de doliente del pueblo. El debate de la descentralización versus centralismo siempre vuelve en las campañas electorales para el capitolio nacional.

La elección de alcaldes fue producto de los diálogos con las FARC, entre los años 1982 y 1983, las que para ese entonces contaron con la participación de Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, la participación activa de Álvaro Gómez Hurtado desde el senado, el acto legislativo 01 de enero de 1986 de Belisario y la decisión de Virgilio Barco para desarrollar elecciones en marzo de 1988 con amenazas de grupos armados que luego conocimos como paramilitares.

Los primeros alcaldes elegidos popularmente ejercieron por 2 años, siendo electos Andrés Pastrana en Bogotá, Carlos Holmes Trujillo en Cali, Juan Gómez en Medellín, Alberto Montoya Puyana en Bucaramanga, Jaime Pumarejo en Barranquilla, Germán Guerrero López en Pasto, por nombrar algunos de los 1.099 de la época de 1988, dónde según cifras acabaron con los pocos de la unión patriótica.

Las respuestas a muchos vacíos constitucionales, por la elección de alcaldes, siguen en debates que poco se entra a cuestionar la participación de la ciudadanía, entre ellos las revocatorias de los mandatos, siguen en el entramado de una sociedad que no madruga a tiempo a registrar su cédula para ejercer el derecho al voto y tampoco refuta en una revocatoria.

Los desafíos siguen siendo los mismos de cómo empezaron las primeras elecciones. Parecieran tenían una bola de cristal para proyectar el futuro. Todos alertaban de cómo podrían apoderarse de los presupuestos municipales, la contratación y los pagos de favores para los colaboradores en las campañas. Los escándalos siguen populando como las propias campañas, que sin terminar el uno ya se postula el que quedo de segundo en la votación, como premio de consolación. Algunos han repetido en estos 30 años hasta 4 periodos en 10 elecciones. Otros más, han terminado de alcaldes a diputados y hasta han llegado al capitolio nacional como representantes a la Cámara. Esa es la apertura democrática más significativa en estos 30 años de poder local.

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Redacción Minuto30

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