“Apague y Vámonos”

El pasado domingo se realizó la consulta anti corrupción con el resultado esperado en cuanto a que no superó el umbral requerido para que tuviese alguna significación simbólica.

Se dieron hechos muy extraños; que parece que la gente salió masivamente a votarla en las horas de la tarde pues en el mediodía a duras penas llegaba a los 2.5 millones de votos depositados y para las 4 PM., esta cifra llegó a los 11.6 millones. 9.1 millones en 4 horas es una cifra muy alta para cualquier votación y máxime cuando la apatía que se percibía era patente.

Puestos de votación vacíos pero las urnas llenas, muy parecido a los eventos electorales del vecino país en donde siempre hay una votación abrumadora para mantener el régimen dictatorial, dando a entender que el pueblo venezolano es masoquista y le gusta pasar hambre, sufrir enfermedades sin tratamiento y salir de huida del país puesto que no hay libertad para nada.

El resultado de esa consulta es una demostración de la fragilidad en la confianza de nuestro sistema electoral y es que como no hubo testigos electorales ni personas interesadas en los resultados diferentes a los promotores, la confiabilidad es débil y muy fácilmente se pudieron contabilizar votos que no fueron depositados por el elector.
En las redes se ven denuncias de personas que dicen aparecer como votantes y no se presentaron en los puestos y si uno busca los formularios E-14 encuentra que según parece, no se rompieron o incineraron votos y el N° de sufragantes es igual al N° de inscritos en la misma. No sabe uno si interpretar esto como si hubiesen votado todos.
No tengo información si los jurados tienen una procedencia similar en su gran mayoría, pero si su comportamiento no está acorde con la pulcritud que deben tener, no es muy confiable ese resultado y en verdad el contrasentido de que en una consulta anticorrupción se actúe corruptamente si es para decir: Apague y vámonos.

El propósito de la tal consulta fue muy loable, inclusive vendedor por aquello de apelar al sentimiento de la envidia para que el pueblo manifestase el deseo de bajarle el sueldo a los congresistas. Una falacia impracticable y engañosa pues el ganar más o menos no define la mentalidad del corrupto pues este es, independiente de sus ingresos.

La proclividad hacia la corrupción se manifiesta de muchas maneras, las más notorias son aquellas en donde la melifluidad, el comportamiento obsequioso, la marrulla propuesta, el chisme y el libelo y todas esos comportamientos postizos de amabilidad mentirosa que hacen que los individuos no te miren a los ojos cuando te saludan o se despiden son síntomas muy recurrentes en personas que poca confianza inspiran. Y esto no se ve solo entre los políticos y personajes de influencia en la vida nacional.

La ética, el decoro, la honestidad son principios que se inculcan en los hogares, se refuerzan en las escuelas y se vive en las empresas o en la vida laboral y estos si tienen fuertes raíces, acompañaran al individuo durante su vida sin necesidad de leyes ni decretos que prohíban la corrupción.

Pero si durante la etapa de formación encontramos que se alaba al vivo, se admira al audaz que infringe la ley, se elogia al tramposo y se tolera la mentira, esos antivalores primarán y se convertirán en forma de vida, independiente si el individuo es labrador o senador.

En conclusión ni la consulta agrega ni las leyes sirven mientras no tengamos una cultura honesta, honrada, solidaria, generosa y de respeto de los derechos de los demás, arraigados en la masa crítica del pueblo colombiano y eso no se conseguirá de un día para otro.

Para lograr esto se requiere una educación en valores que deben ser trasmitidos desde la infancia, reiterados durante generaciones y por lo que se vivió entre los jurados de esta consulta, quienes allí participaron no son los indicados para esto; parece ser que un gran porcentaje de los profesores afiliados al sindicato, tienen intereses diferentes al primordial y único que debe signar su labor de educar. A ellos les interesa más propiciar el desorden que el respeto y como tal inducen a sus educandos a comportamientos equívocos.