La erradicación de la inseguridad alimentaria, el hambre y todas las formas de malnutrición han sido una apuesta imperiosa de los ODS. Sin embargo, el número de personas que sufren de hambre en el mundo se mantiene en ascenso, según cifras de Naciones Unidas alrededor de 828 millones de personas padecen de limitaciones para adquirir recursos alimenticios. Las acciones nacionales, departamentales y municipales han sido insuficientes.

Ante este fenómeno Colombia no es la excepción, entre 2019 y 2020 la pobreza y pobreza extrema aumentaron de manera significativa (Pulso Social del DANE), la pandemia COVID 19 agravó aún más esta situación. Los recientes informes de la FAO  mencionan a Colombia como uno de los 20 países en riesgo de enfrentar hambre aguda durante el año 2022 y 2023, pues formula como el único país de Suramérica y uno de los tres de América Latina, que tiene una alerta por riesgo de incremento del hambre. 

En Antioquia, según el Índice de Desnutrición Crónica (DNC) 2020 desarrollado por la Fundación Éxito, la cifras parecen mínimas en comparación con otros departamentos del país, sin embargo, si hacemos un análisis descentralizado en las subregiones y municipios, podemos hallar una brecha notable, es decir, mientras que el 100% de los municipios del Valle de Aburrá y el 69% de los de Oriente están en la categoría sobresaliente, el 66% del Bajo Cauca y el 44% de Urabá están en la categoría baja municipios bajos y sobresalientes, asimismo, «mientras Envigado, Sabaneta o La Estrella pueden sentirse orgullosos al ocupar los primeros puestos del Índice a nivel nacional; Cáceres, Mutatá y Zaragoza deben estar preocupados por estar en los últimos lugares de Antioquia. ¿Y qué decir de Murindó y Vigía del Fuerte que no pudieron ser medidos por no tener disponible toda la información? Con seguridad su debilidad se puede reflejar en la situación nutricional de sus niños.», (Escobar, 2020) Una situación preocupante sin voluntad de solución por el gobierno departamental.

En la actualidad Antioquia se halla en una situación problemática en términos de pobreza y seguridad alimentaria en el territorio, de sus 6.845.093 habitantes, la Ensin afirma que siete de cada diez hogares se encuentran en inseguridad alimentaria, lo que equivale al 67 % de los hogares del departamento, que en términos porcentuales se constituye como 12,8 % más alto que el promedio nacional. En el caso específico del porcentaje de familias con Inseguridad Alimentaria en el Hogar, según el Perfil Alimentario y Nutricional de Antioquia 2019, cerca del 87,6% se hallan en el Bajo Cauca y un 86% en Urabá, cifras que dejan en evidencia la priorización y desigualdad de acceso a oportunidades entre las 9 subregiones.

Ese contexto departamental, permite evidenciar que algunas decisiones favorecen a unas subregiones más que a otras, y pese a los esfuerzos institucionales por garantizar el desarrollo social, hay una carencia generalizada de acciones gubernamentales que permitan el bienestar alimentario de los antioqueños.

Este es el momento de encender las alarmas frente a los índices de hambre presentes en las regiones del departamento, evaluar las medidas que se han tomado alrededor de este tema, y tomar cartas sobre el asunto en aras de mitigar los efectos de la inseguridad alimentaria y el hambre de la poblaciones más vulnerables de Antioquia, es necesario profundizar en los programas gubernamentales de alimentación y nutrición para que no se limiten solo a los menores de cinco años y mujeres gestantes, pues según la docente Lorena Mancilla López «Hay población en alto riesgo, como los adultos mayores y las mujeres en general, no solo las que están en embarazo. Por esto se deben extender esas políticas a otros grupos vulnerables», y es apenas razonable asumir según el panorama actual que las medidas tomadas, si bien han identificado una población vulnerable, demuestran que es imprescindible que se dispongan apoyos más fuertes de los gobiernos nacional y regional para hallar mejores y eficaces resultados para la población en riesgo.

Por ejemplo, he propuesto, ampliar el Programa de Alimentación Escolar PAE a los 365 días al año, hoy solo cubre el calendario escolar, el hambre no tiene vacaciones y, en un alfa a omega, extenderlo a todas las personas mayores caracterizadas como vulnerables. Antioquia sin hambre.

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Redacción Minuto30

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