Interpretando el sentir de muchos antioqueños, en general de la comunidad (como es el deber de todo periodista que sepa de su quehacer y tenga al día su ética), el pasado miércoles 10 de marzo de 2021, uno de los periodistas más queridos y respetados de nuestro departamento, el doctor Alberto Velázquez Martínez, escribió el artículo que pocos se atrevían a escribir, vaya usted a saber por qué.

En el artículo (publicado en las páginas de opinión de nuestro querido diario leer de los antioqueños, El Colombiano) titulado ¿Un paso al costado?, plantea nuestro admirado Cervantino, experto en Don Quijote de la Mancha y otras aventuras de las caballerías de Castilla y León, que:

“Por segunda vez en lo que va de su cuatrienio, se vuelve a dictar medida de aseguramiento contra el gobernador Aníbal Gaviria. Vuelve a confinamiento obligado por los mismos cargos que desde hace algún tiempo se le formularon, que lo llevaron a su primera detención domiciliaria de la que se libró por un habeas corpus concedido por el Tribunal Superior de Medellín. Ahora la Fiscalía encontró méritos suficientes para acusarlo y pasarlo a etapa de juicio ante la Corte Suprema de Justicia. Comienza otro calvario para Gaviria Correa”.

Lo cierto es que el calvario no es solamente para Gaviria Correa; es para toda Antioquia, que hoy se ve abocada a la falta de gobernabilidad, a la incapacidad financiera y administrativa para atenderla, y a la ausencia de la mano fiscal para el acompañamiento y la gobernanza que un departamento con la historia e importancia económica, política, social y cultural de Antioquia, exige. Hace poco, ante una disertación en nuestra Academia Antioqueña de Historia, hablábamos de la grandeza de Antioquia, llevada sin mácula en cabeza de ilustres e impecables gobernantes como el doctor Pedro Justo Berrío. La presentación, la misma que me di en llamar Pedro Justo Berrío o la grandeza de Antioquia, habla de la dimensión intelectual, ética y administrativa que se le exige a un gobernante de un departamento como el nuestro.

Y prosigue en su columna, el doctor Alberto:

“La mujer del César no solo debe ser honesta sino parecerlo. Cuando quedan dudas, se presentan esta clase de bochornos y enredos, de acusaciones y detenciones reiterativas, que van dejando una estela de mal sabor, que deslegitima la transparencia en las funciones del gobernante. Todos los escándalos, así se conserve la presunción de inocencia, la que esperamos que Aníbal Gaviria ratifique ante los jueces para evitar el fallo condenatorio, perturba la tradición de los gobernantes antioqueños de ejercer en completa libertad, sin sobresalto alguno, los destinos paisas”.

Sin duda, el gobierno de Antioquia exige total transparencia y tranquilidad jurídica y personal, pues las riendas que se llevan no es el dogal de un rocinante; es del pura sangre que ha sabido jalonar la vida económica, social y política de Colombia por muchos años, desde el más grande de nuestros gobernantes, a mi juicio, el citado Pedro Justo Berrío, hasta el doctor Luis Pérez Gutiérrez, en el próximo pasado y exitoso gobierno. Sobra decir que, no en vano, un gran estadista colombiano afirmó en buena hora y de forma atinada que “el meridiano político y económico de Colombia, pasa por Antioquia.

Pregunta el doctor Alberto Velásquez Martínez, en el cuarto párrafo de su artículo:

“¿Habrá pensado el gobernador Gaviria, en su deber ser, dar un paso al costado para que se normalice en democracia la gobernabilidad en la región? ¿Ha meditado que hacerlo con desprendimiento y valentía, invocando los supremos intereses de Antioquia por encima de las conveniencias personales, le darían la transparencia al proceso y la dignidad a su comportamiento, constituyendo un ejemplo con el que se deben manejar en momentos de enredos éticos los destinos de esta región? Libre de ataduras burocráticas, sin ejercer poderes a la sombra para afrontar su proceso, sería un acto ejemplarizante para imitar por futuros mandatarios”.

Me parece que a tono con los interrogantes del doctor Alberto Velásquez Martínez, el gobernador Aníbal debe meditar con responsabilidad “en su deber ser”, en Antioquia, a la que no dudamos que quiere, como lo ha dicho en reiteradas ocasiones, y dar un paso al costado.

En esta situación de crisis, cuando la raquítica gobernanza (representada en la forma como el gobernante y los gobernados se relacionan para la toma de decisiones) está absolutamente rota, se pide una respuesta asertiva. Lo mejor para Antioquia es citar a elecciones.

Lo mejor para el gobernador Gaviria es demostrar “desprendimiento y valentía, invocando los supremos intereses de Antioquia por encima de las conveniencias personales”; lo mejor es quedar libre de la responsabilidad que conlleva ocupar el sillón de nuestro gran Pedro Justo Berrío, y demostrar su inocencia ante los jueces, sin lesionar aún más la grandeza de Antioquia.

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Redacción Minuto30

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