¿Quién de ustedes ha tenido la posibilidad de cuidar un perrito o un gatito hasta los últimos días de su vida? ¿Cuántos de ustedes han disfrutado de una vida entera al lado de un ser tan maravilloso como ellos, han crecido a su lado y han madurado juntos?

Por mis manos han pasado un total de 13 animales de compañía entre perros y gatos, no han sido más pues la fortuna de hacerlos parte de mi hogar solo vino a presentarse en mi adultez. Uno de ellos creció conmigo, no literal, pero si me ayudó a forjarme en muchos aspectos de mi vida, pues llegó a casa a mi veintena. Ya he hablado de él en columnas pasadas, es imposible ignorar lo que se ama.

Así pues llegó a mi vida un cachorro que cambió mi vida, la llenó de emociones, aventuras y nuevas vivencias; durante años fue mi compañero fiel y afortunadamente, a pesar del poco tiempo que ellos tienen destinado de vida; mi amigo alcanzó a completar 16 años lleno de amor. Paco envejeció, su pelito negro comenzó a perder sus matices, el brillo que lo caracterizaba se cubrió de nieve y así mismo la intensidad de sus movimientos se fue menguando; nubes opacaron su vista y el sueño constante se hizo dueño de él. Fueron unos años donde las añoranzas inevitablemente dominan el pensamiento, los mismos donde el temor cobraba vida ante la inminencia de la proximidad de su fin.
Previo a los días de su liberación mi perro, Paco, comenzó a padecer de dolores en sus articulaciones lo que hacía que no fuera tan ávido de abrazos como los que solía darle y en muchas ocasiones anegó su cuerpecito a causa de micciones no voluntarias, lo que hacía que el que otrora fuera un orgulloso can, se convirtiera paulatinamente en un deteriorado manojo de huesos y pelos que solo dormitaba en su cuna durante el transcurso del día.
En esos momentos sabía que necesitaba más de mi, por ello vigilábamos constantemente sus signos vitales y presurosos asistíamos a cualquier tipo de requerimiento que mi perrito tuviera consigo.
Fueron meses duros; Un día al recogerlo en su veterinaria donde estaba en búsqueda de alivio para sus padecimientos; caminó altivo como lo recuerdo en su juventud hacia mi y en mis brazos amorosos lanzó su último suspiro recordándome que fui su todo y solo aguardaba mi presencia para decirme hasta luego.

Si, fue mi viejo y murió en mis brazos que era lo mínimo que merecía y yo podía darle.

Así debiera ser la historia de todos esos perros y gatos que nos acompañan en la vida; que nos prestan su alegría, sus saltos entusiastas y juveniles con los que nos enseñan a disfrutar cada minuto de nuestras vidas, su desinterés frente a las nimiedades a las cuales entregamos tanta importancia y sobre todo el amor desinteresado y noble que solo ellos saben dar. Ellos, los mejores seres del mundo, nos enseñan día a día acerca de la lealtad. Me acongoja saber cómo hay personas que son capaces de darle la espalda a un peludo que estuvo con ellos en sus mejores momentos; Cómo hay personas que se rinden fácilmente ante los obstáculos que se pueden presentar en la vida para tener a los perritos o gatitos en casa y los dejan sumido en el abandono sin las mismas posibilidades que tuvieron cuando fueron sus animales de “mostrar”.

Casos como el de Pedro José, figura icónica de nuestra Fundación, quien con sus 12 años aproximados de vida no tiene reparo en detener por momentos el descanso que su cuerpo añoso solicita, para jugar con quienes lo visitan o servir de ejemplo de lo que significa ser un BUEN PERRO, en cada una de las charlas y capacitaciones que brindamos en la búsqueda del respeto por los animales. Pedro José; canoso, cansado, con afecciones físicas unas por una patología oncológica que lo acompaña, otras por su edad, jamás se ha negado a un paseo, a una caricia a un juego; Lo justo es que él reciba de nosotros su recompensa por ser tan leal y generoso con los seres humanos y por ello lo cuidamos y lo haremos hasta el fin de sus días, aún sin lograr comprender las razones que llevaron a que nos encontráramos a un perro como Pedro a más de sus diez años de vida, merced de las calles y la buena voluntad de aquellos con quien se topara en el abandono proferido por quienes fueron su familia.

Así mismo cursa la historia de DANTE, nuestro grandulón de más de diez años, quien durante toda su vida trajinó en la inclemencia del asfalto, siendo en vez de acogido, presa de seres sórdidos que “azuzaban” a sus perros de pelea con la nobleza de nuestro viejo. Enfermo renal, con necesidades especiales de alimentación y dolores articulares, DANTE, permanece con nosotros viendo cómo pasan los días esperando una familia que se acuerde de él y quizás remembrando aquellos que no le permitieron gozar del calor de un hogar.

y son muchos casos que día a día vemos, esta semana ingresaron con nosotros Gru y Lucy, dos border collie abandonados luego de 10 años de compañía. ¿Cómo podemos llegar a estas situaciones? ¿Qué sentirá un animal de estos al verse en esa situación tan desconsoladora?

Berto, un perro noble, todo un “señor” como lo califica su hogar de paso, sumido en la indiferencia explorando basuras en búsqueda de un bocado de comida que calmara su agonía y con una lágrima en sus ojitos quizás ante el recuerdo agobiante e inquietante del ¿Qué pude hacer mal para que ya no me quisieran en casa? y seguramente respondería a sí mismo: “Si pudiera no envejecer, lo haría para poder seguir contigo”.

Queremos hacer un homenaje a los animales mayores que al igual que los cachorros y los de mediana edad, merecen la posibilidad de contar con un techo, alimento, salud y sobre todo, el amor y calor de un hogar; Queremos invitar a todos los lectores y amigos a tocar un poco su corazón y entender que lo mínimo que podemos hacer frente a aquel ser amoroso que nos lo dio todo, es brindarle cuidado, cobijo y amor en los últimos días de su vida, es la gratitud que la vida espera que tengamos con las bendiciones que ella nos da y también quisiéramos invitarlos a no negarle una oportunidad a un viejo, entre sus canas y cataratas, pueden ser igual a un cachorro y entregan con más madurez todo lo hermoso que su experiencia alberga al servicio de quienes aman.

Los invitamos a seguir nuestras redes, para que conozcan a nuestros viejos: Dante, Vladimir, Berto, Gru, Lucy, Friday y todos los demás que esperan con paciencia la llegada de un hogar.

Fundación O.R.C.A
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Redacción Minuto30

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