Antes de referirme al tema de los animales maliciosos, por no decir drogadictos, quiero hacer una precisión, no es lo mismo hablar de drogas que de medicinas; generalmente las primeras son catalogadas como dañinas, mientras las segundas se consideran curativas. Frente a la dicotomía de los dos términos es común escuchar que alguien diga “voy a la farmacia por unas drogas para mi abuelito”, como si el abuelito fuera un drogadicto, lo mejor sería decir, “voy a la farmacia por unas medicinas”.

Debo admitir que el tema de los animales y las drogas es fascinante, quedé impactado al leer los artículos de Adriana Correa Velásquez, quien hace pocos días hizo referencia al tema en su columna semanal en el periódico El Colombiano. Pensando en reforzar el tema compré y leí el libro “Animales que se Drogan” del escritor italiano Giorgio Samorini, quien ha dedicado parte de su vida a investigar acerca de los animales que, voluntariamente, consumen alguna sustancia psicoactiva. Es de anotar que algunos animales se drogan porque quieren y buscan como hacerlo, otros porque los humanos les ofrecen drogas, eso es diferente.

Según el artículo de Adriana, y el libro en mención, a los gatos les gusta comer hojas y flores de valeriana, no para alimentarse sino para embriagarse, igualmente ocurre con los elefantes quienes son hábiles para comer frutos fermentados que rápidamente se convierten en alcohol. Un caso particular es el de las “vacas locas”, adictas a las semillas “locas” o hiervas que les producen cierta locura, pájaros drogodependientes que gustan de algunas semillas para trabarse. Algunos renos, en Siberia, se alimentan de un hongo alucinógeno llamado matamoscas, definida como una droga psicoactiva. Hasta los perros son viciosos, algunos de ellos lamen sapos para alterar su estado de ánimo.

Según pude leer las más “viciosas” de todos los animales son las cabras, a las que les gusta embriagarse con granos de café, fue gracias a ellas que se descubrió, hace miles de años en Etiopia, el café como bebida para los seres humanos, es una historia fascinante de como las cabras enloquecían cada vez que comían unas bolitas rojas y así se descubrió el café como bebida.

Dejando a un lado el tema de los animales que se drogan, pero, siguiendo con el tema de las sustancias prohibidas, me causa curiosidad que algo deja de ser malo cuando entra en el mundo de la legalidad. Es el caso del cigarrillo, por estar legalizado no significa que sea bueno, el aguardiente u otro tipo de licores por el hecho de pagar impuestos no quiere decir que sean saludables.

Ignorantemente estamos dados a satanizar todo aquello que sea prohibido por la ley y, cuando esto es aceptado legalmente se nos olvidan los prejuicios. En el siglo XIX, la chicha era algo artesanal y saludable al organismo, pero cuando esta se convirtió en contrapeso de la cerveza, la cual sí pagaba impuestos, entonces la chicha fue satanizada, perseguida y prohibida. ¿Será que la marihuana y otras sustancias dejarán de ser malas cuando las legalicen?, solo pregunto.

Para León Tolstoy, escritor ruso (1828-1910), la ingesta de sustancias psicoactivas, en los seres humanos, “no está en el placer, no está en la diversión, ni en la alegría, está solamente en la necesidad de esconderse de sí mismo”. No son pocos quienes contradicen lo dicho por Tolstoy aduciendo que el hombre va en busca del pacer y la felicidad cuando consume algo que altere su estado de conciencia ordinario.

Creo que estamos en mora de hacer foros, debates, conversatorios, y muchas cosas frente a un nuevo tema como lo es la “microdosis”. Dicen algunos estudios que ingerir del cinco al diez por ciento de una dosis de droga psicodélica, cada dos a tres días, incrementa la energía, mejora el estado de ánimo y, lo más sorprendente, aumenta la capacidad creativa en términos intelectuales.

Según el artículo de Adriana Correa Velásquez, la microdosis, “es una dosis tan pequeña que no permite llegar a un estado de alucinógeno, pero contiene la medida justa para alterar el estado de conciencia y aumentar la productividad. Esta pócima no solo se ha vuelto una práctica para profesionales de muchas disciplinas, sino también una fórmula que algunos psicólogos han empezado a recetar -clandestinamente o desde el territorio de la ilegalidad- para acompañar las terapias de sus pacientes”.

Al leer y preguntar acerca del tema, pude darme cuenta que existen muchos mitos con relación a las drogas, pero, también grandes estudios científicos que demuestran cosas que no se han dicho. No pretendo hacer apología a las drogas, o incentivar su consumo, no, mi intención es invitar a leer y leer y leer acerca del tema, lo digo porque muchos opinan, otros alegan sin saber lo que dicen. No niego que he asistido a foros convertidos en opinómetros, revueltos con cháchara. Así no es. Cosas serias por favor.

Para finalizar quiero decir que numerosas culturas ancestrales han utilizado algunas plantas para efectos curativos y rituales, es el caso de la hoja de coca, usada en la cordillera de los Andes por tribus indígenas. En cuanto a la marihuana, apenas estamos empezando a conocer sus bondades, recuerdo cuando era niño que mi padre ponía marihuana en una botella de alcohol para untarse en las coyunturas y así aliviar sus dolores después de largas jornadas laborales. Mi padre no fue drogadicto, era algo medicinal.

Coda; cada día aprendo más y más, dándome cuenta que uno no debe hablar de aquello que no sabe, de ahí la necesidad de leer y leer. A propósito, ¿cuál será la diferencia sustancial, entre farmacia, droguería y botica?, ahí les dejo…

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Redacción Minuto30

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