Investigadores españoles han puesto a punto en el norte de Marruecos un método para detectar cultivos ilegales de marihuana. Los científicos actúan como policías atmosféricos. Gracias a un captador de partículas del aire colocado en la azotea de la Facultad de Ciencias de la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuán, los científicos han cazado multitud de granos de polen de cannabis que evidencian la existencia de plantaciones próximas.
“En Tetuán hemos detectado concentraciones importantes, que no proceden precisamente de la maceta de un vecino”, explica María del Mar Trigo, bióloga de la Universidad de Málaga. La marihuana es una planta que transfiere su polen gracias al viento. Cada una de sus flores produce unos 350.000 granos de polen. Con un aparato como el empleado en Tetuán es pan comido detectar plantaciones de cannabis.
“El objetivo de este trabajo es determinar si la vigilancia atmosférica del polen de cannabis puede desempeñar un papel, desde un punto de vista criminológico, en la vigilancia del cultivo de cannabis, no sólo en el área de Tetuán, sino en el ámbito global, en otras áreas en las que se cultiva cannabis”, detallan los autores en su estudio, que se publica en la revista Science of the Total Environment.
Marruecos es uno de los primeros productores mundiales de hachís, la resina del cannabis, principalmente destinado a satisfacer la demanda del voraz mercado europeo. En los últimos 20 años, el cultivo de marihuana se ha expandido desde las zonas tradicionales del Rif, la región montañosa del norte de Marruecos, hacia nuevas áreas. “Esta expansión es a menudo a costa de áreas forestales, así como de las mejores tierras de cultivo y de regadío, lo que contribuye a la erosión del suelo y a la desaparición de la agricultura lícita”, lamentan los autores.
Marruecos cuenta con 47.400 hectáreas de cultivos de cannabis, según los últimos datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. La misma fuente habla de 16.500 hectáreas en México, entre 9.000 y 24.000 en Afganistán, 920 en Ucrania y 552 en India. El sistema de la Universidad de Málaga, aplicado con voluntad por los Gobiernos de estos países, podría destrozar estos centros de abastecimiento para las mafias de la droga.
“Podemos confirmar si la política de control de drogas ha puesto fin al cultivo de cannabis o, si la respuesta es negativa, identificar el origen geográfico de los cultivos”, señalan los autores, que incluyen a cuatro biólogos de la Universidad Abdelmalek Essaâdi de Tetuán. El proyecto ha sido financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid), perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores español.
El aparato utilizado es un clásico captador de partículas, una máquina que succiona 10 litros de aire por minuto, como una persona en reposo, y cuenta con un adhesivo en el que se quedan pegadas las partículas. Posteriormente se analizan en el microscopio. Es un método muy utilizado en el estudio del polen atmosférico y las alergias.
El equipo de Trigo ha observado que el polen de cannabis es el quinto más habitual en la atmósfera de Tetuán, representando el 4% del total. La trampa de los científicos estuvo funcionando ininterrumpidamente entre el 1 de enero de 2008 y el 31 de diciembre de 2010. En 2008, el índice polínico anual —un estándar empleado por los investigadores como indicador de la carga alergénica del aire— alcanzó los 2.841 granos, reduciéndose más de un 50% en 2010.
Según datos todavía no publicados, en 2011 el índice regresó a niveles de 2008. “Se puede deber a un menor número de campañas de la Policía de Marruecos para desmantelar cultivos de cannabis”, hipotetiza Trigo, que recuerda que muchas familias dependen de esta actividad y la permisividad de las autoridades.
En la actualidad, el aparato de Tetuán sigue succionando aire, pero nadie estudia las concentraciones de polen, ya que la Aecid retiró la financiación a todos sus proyectos científicos en abril de 2012. “Debido al recorte que ha sufrido nuestro presupuesto se tiene que interrumpir, por el momento, el Programa de Cooperación Interuniversitaria y Científica (PCI)”, comunicó entonces la Aecid. “Vuestro trabajo es de gran calado y por ello confiamos en poder reanudar el PCI cuando la coyuntura económica del país así lo permita, puesto que la ciencia y la tecnología constituyen vectores fundamentales con gran potencial en el mundo de la cooperación al desarrollo”, finalizaba la carta.
Con información de esmateria.com
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