La Universidad de Antioquia, que en su momento fuera símbolo de progreso en inventiva, tiene hoy su alma desgarrada por perniciosos juegos de poder que hoy se asemejan más a un oligopolio mafioso buscando satisfacer sus intereses que a un grupo técnico cuyo fin es administrar con diligencia la institución con mayor valor patrimonial para los antioqueños.

Pablo Andrés Loaiza

La pretensión del señor Alberto Uribe Correa de hacerse reelegir por quinta vez en la rectoría para ajustar ya tres lustros atornillado en el tercer piso del bloque 16 de la Ciudad Universitaria, necesariamente debe suscitar una gran reflexión.

A la administración Uribe Correa hay que abonarle la expansión de la regionalización de la universidad. Pero sobre este punto es un deber preguntarse si la oferta académica de regionalización está acorde a las particularidades y vocación de cada territorio, porque, ¿De qué otra manera podría explicarse que la deserción en las sedes regionales llegue al 50%?

Las grandes presiones de las que habla el rector para que siga allí son la señal inequívoca de la gran maraña poder que se ha tejido entorno a su cargo y la administración del Alma Máter de La Raza.

Y ante estos abusos de poder, el gran ausente es el movimiento estudiantil que se ufana de combativo e insurrecto. Obnubilados en su entelequia socialista, prefieren protestar cuando la policía entra a cortar el suministro de cierta herbácea y ciertos polvos, a protestar por lo que sí es menester.

No hay quién proteste por los hurtos o agresiones contra miembros de la comunidad de la universitaria dentro del mismo campus. No hay quién levante la voz por las amenazas sistemáticas que milicianos farianos y elenos realizan contra estudiantes y profesores mientras se pavonean horondos por sus pasillos. Incluso los directores del periódico “De La Urbe”, generalmente profesores de comunicación que cumplían con grandes atributos técnicos, fueron víctimas de esas intimidaciones con el objeto de cambiar la línea editorial de ese medio impreso: Hoy más cercano a un panfleto adoctrinador que a un periódico universitario.

A nadie se le ocurre tomar medidas de hecho –ni al movimiento estudiantil, ni a la administración de Uribe Correa- contra la extorsiones que hoy Bandas Criminales cobran a los locales comerciales al interior de la ciudadela, más sí protestan ante la pretensión de reformar el reglamento estudiantil para evitar que sigan los tristemente célebres gamonales que llevan décadas –y no exagero- brincando de carrera en carrera arrebatándole la oportunidad a jóvenes que sí desean estudiar.

Hoy la comunidad universitaria está frente a una gran diatriba: Presionar para un cambio real para rescatar a la moribunda Alma Máter o seguir profundizando una crisis por la que atraviesan desde hace años gracias a la ineptitud administrativa que hoy impera. Ojalá que entre los otros 6 candidatos que pujan por la rectoría conformen una coalición para hacer contrapeso a las marañas de poder que rodean al actual rector y representar a las mayorías silenciosas que claman por un cambio. @PabloAndresLB

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Redacción Minuto30

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