Por Edgar Artunduaga

Están circulando en las cárceles colombianas invitaciones a una protesta general, en día no determinado. La situación preocupa a las autoridades. Es muy vulnerable. Los presos pueden desde crear desórdenes hasta producir incendios, como ha ocurrido en otras ciudades del mundo.

Por Edgar Artunduaga

El Director del INPEC, General Gustavo Adolfo Ricaurte, resume la situación:

-Hace unos 45 días vienen repartiendo panfletos donde incitan al desorden en las cárceles. Estamos investigando una posible consignación de dineros a internos que nunca recibían un peso, lo mismo que la circulación de plata en la parte externa de los penales. Presumimos que están pagando para que subviertan el orden al interior de los centros carcelarios.

¿Presume que las FARC están promoviendo algo en las cárceles?

Uno tiene que presumir muchas cosas, porque los presos que están por rebelión constituyen una población importante, pasamos de los 3300. Lo que no tengo cuantificado son los presos políticos.

¿Hay entonces gente pagando, patrocinando, a unos presos para que fomenten disturbios internos?

Le hemos entregado a las autoridades competentes los panfletos decomisados para que los analicen. También les hemos informado de las diferentes especies que circulan al interior de las cárceles.

PROBLEMAS DE NUNCA ACABAR

La corrupción y el hacinamiento, los grandes males del sistema carcelario colombiano, no tienen soluciones en corto tiempo. Es lo que queda claro, después de entrevistar al General de la Policía Gustavo Adolfo Ricaurte, director del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, INPEC.

La entidad fue dividida en dos, desde noviembre de 2011: una que se encarga de la custodia, vigilancia y administración al interior de los centros penitenciarios. La otra, dedicada a la infraestructura, mantenimiento, tecnología y soporte administrativo y financiero.

En Colombia hay (por lo menos hasta esta mañana) 131.900 presos, “internos y externos”. El crecimiento es tenebroso: cada año el número crece en un dos por ciento. Y en un año los presos podrían ser 160 mil, por el trabajo que adelanta la Policía Judicial.

El hacinamiento es agobiante (un 41.2 por ciento, unos 35 mil presidiarios) y tratan de reducirlo con las llamadas cárceles abiertas, o presos “a domicilio”, en sus casas. En 2010 fueron catorce mil; en el 2011, tres mil más. Este año son 22.300. El Ministerio de Justicia busca que sea más fácil esa opción.

La situación es la siguiente, según el General Ricaurte: “De las 142 cárceles que tenemos, las últimas 10 cárceles aglutinan el 80% de la población. El 20% está en cárceles viejas, que fueron conventos, colegios, estaciones de tren etc.

Uno de los problemas más complicados es el de los reclusos con problemas siquiátricos, unos dos mil cuatrocientos. No los quieren sus familiares y la sociedad no los quiere en la calle. Son, entonces, nuestro problema y responsabilidad.

¿Cómo se maneja el incremento o la cantidad de internos que consumen sustancias alucinógenas?

Es un mal de muchos años atrás. Todos los días se decomisan grandes cantidades de marihuana y estupefacientes. Con Policía, el año pasado hicimos más de 7800 operativos y otros muchos con la guardia penitenciaria.

¿Es cierto que presos que cumplieron su pena siguen en las cárceles?

Le quiero contar algo que me da pena. Recién llegado al INPEC hice un trabajo de cuántas órdenes de libertad estaban pendientes por ejecutar y me encontré penas de internos que tenían orden de libertad hace año y medio.

Hay negligencia y se investiga a los funcionarios que no cumplieron diligentemente con su trabajo. “Hoy en día, cada vez que nos desocupan una cama, para nosotros es muy importante porque es la calidad de vida de los internos”.

¿Qué tan grave es la situación locativa de algunas cárceles?

Yo no puedo tapar el sol con una mano. Hay cárceles del país que fueron construidas sin tener en cuenta el agua, por ejemplo Guaduas, con capacidad para 2.500 personas y agua para 600. Estamos buscando por lo menos seis mil cupos.

¿Cómo funciona la prisión por fuera de los muros con los dispositivos electrónicos?

La domiciliaria pienso que ha sido una ventaja. Cada vez que se da la domiciliaria, para mí es un descanso, es un alivio. Uno confía que se comporten bien.

Solamente tengo vigilados 3500 por dispositivo electrónico, partimos de la buena fe de que esos 17 mil o 18 mil que están por fuera…también se estén comportando bien. El año pasado fueron revocadas 400 autorizaciones.

¿Cuál es el grado de solidaridad de las familias con los prisioneros?

Tenemos reclusos a los que nunca los visita su familia; internas que las visita el esposo una vez y las abandona. Pero cuando un interno fallece al interior de los centros carcelarios, los abogados corren a buscar cómo demandar al Instituto, porque se afectó moralmente la familia y resulta que nunca los han visitado.

¿Las visitas constituyen para el INPEC un dolor de cabeza?

Tenemos grandes problemas de infraestructura. Usted no sabe cuánto sufrimiento tenemos en los centros carcelarios en un día de visitas. A La Picota en el día del padre entran más de 14 mil personas.

Debemos humanizar la entrada y por eso en Antioquia, el gobierno departamental decidió notificar la hora de la visita para que no estén haciendo cola desde la 1 de la mañana. Tendremos que lograrlo en Bogotá.

La convivencia en una cárcel es muy complicada pero hay que trabajar para que los internos soporten la carga que tienen al interior.

¿Siguen teniendo privilegios algunos detenidos?

No ha sido posible acabar con el mal de los televisores en los penales. Esta prohibido tener televisor cada uno en su celda, pero vaya y saque todos esos televisores que llevan 30 o 40 años.

Hemos quitado sí en algunas cárceles los aires acondicionados y ventiladores. Yo tengo internos que salen y regresan.

¿Que salen y regresan?

Se calcula de que de siete internos hombres, cuatro reinciden. En las mujeres es diferente, reincide una. Tengo enfermos terminales que regresan, internos que se les hace una diálisis, obtienen libertad y al otro día vuelven. Una diálisis vale cerca de $3 millones y no les dan trabajo, son rechazados por la sociedad. Tenemos internos con enfermedades terminales altas, de cáncer, VIH sida, de corazón.

Hay algunos que no quieren salir porque tienen trabajo en la cárcel. Un interno puede recibir hasta dos salarios mínimos y con eso mantiene a su familia y se está educando.

¿Cuántos extranjeros hay en las cárceles colombianas?

Tenemos 820, algunos de países que usted no encuentra en el mapa, la mayoría por estupefacientes y porte o tráfico ilegal de armas.

¿Cómo ha evolucionado, a nivel personal, ante semejante compromisos, el manejo de las cárceles colombianas?

Tengo 1.140 investigaciones por desacato y en aumento las denuncias antes Fiscalía y Procuraduría. Todo el mundo denuncia. Me llegan todos los días anónimos y le digo a la secretaria que todas esas amenazas las eche a la basura porque se va uno contaminando.

Yo agradezco a mi General Naranjo y al Presidente de la República, porque me han dado este cargo, pero también le pido a mi paisana la Virgen de las Lajas, a la de Chiquinquirá y al Señor de Buga, que me ayuden a soportar todo esto.

Hace un par de meses, una hija del General Ricaurte se salvó milagrosamente de un secuestro, que él atribuye a represalias por su trabajo.

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Redacción Minuto30

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